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La Provincia de Santiago comprometida con los migrantes
La emigración, en la historia de la humanidad, no es una novedad. Culturas enteras han visto en un desplazamiento la fundación de su identidad. La misma historia del pueblo judío ve sus orígenes en un “arameo errante” que sale de su tierra, de un pueblo en éxodo que busca la tierra prometida. Pensemos también en nuestra era cristiana, que comienza en la Galilea de los Gentiles, la Galilea de los emigrantes, y está vinculada a una mujer que da a luz en un establo camino a empadronarse.
Emigrar no es novedad. Lo que es novedad hoy son las motivaciones. Motivaciones que, como dice el filósofo recientemente fallecido Zygmunt Bauman, vienen dadas “por el impacto de unas fuerzas globales que las privan de sus medios de subsistencia, y las obligan a cambiar de aires si no quieren perecer”. La verdad es que luego cada cual se las tiene que ver con esas circunstancias nuevas desde donde debe re-aprender a vivir en estados diferentes y extraños. A veces, hostiles. “Facilitar la integración de los inmigrantes es la razón de ser de nuestra Parroquia”, comenta el P. Arturo Muiño, cmf, al frente de la Parroquia de habla española de París. “Aquí llevamos más de un siglo desde que el Rey Alfonso XIII comprara este convento de Carmelitas Descalzos para convertirlo en Misión Española, al servicio de todos los que procedieran de un país hispano, y no sólo de España”. En esta misma línea el P. Juan Carlos Rodríguez, cmf, director de la Misión Católica en Lengua Española en Zürich: “Normalmente, nuestra Misión, es uno de los primeros lugares de contacto”. La convivencia, el enriquecimiento mutuo y el aprendizaje común, es también una posibilidad que se abre en estas sociedades y en sus barrios, sus organizaciones, su tiempo y su ocio. “Para ello, -añade Rodríguez-, contamos también con la labor social de informar, orientar y derivar a las instituciones públicas o privadas del país en el que nos encontramos. También ofrecemos una pequeña bolsa de trabajo y vivienda para poner en contacto a las personas que buscan y las que ofrecen empleo y casa”. En el año 2016, desde la Misión en Suiza, fueron atendidas unas 250 personas.
De la integración y sus consecuencias para el apoyo de la familia migrada, nos habla también el P. Agustín Sánchez, cmf, párroco de Ntra. Sra. de la Aurora y Santo Ángel, en el madrileño barrio de Vallecas. Los claretianos, desde aquí trabajan desde la perspectiva contraria, es decir, acogiendo a los que abandonan su propio país para establecerse en el nuestro, a través del servicio de Cáritas de la parroquia. Atienden a un grupo de diversa procedencia, pero priman los marroquíes, africanos, sirios, e incluso, indios. “Con cualquiera que hables de estos temas, coincidirás en que aquí, la integración, hoy por hoy, no es fácil de lograr”. Partimos del hecho de que convivir en entornos de tal pluralidad no es fácil. Más aún, la convivencia, en ocasiones, está amenazada de múltiples conflictos. Pese a ello, la comunidad claretiana de Vallecas, sigue apoyando a las familias en sus contradicciones, y en sus complejas tareas, reforzando, por ejemplo, redes de colaboración y convivencia: “tenemos trabajos en común: clases de apoyo, alfabetización, cursos a través del SOIE, de preparación y actualización en su profesión...”.
Para estos hermanos claretianos, hablar de migraciones no es resultado de un objeto de observación o estudio que pueda hacerse desde fuera, sino que es un acto que parte del contacto directo con quienes sufren este fenómeno. El P. Arturo Muiño recalca que pese a todo, sus tareas no difieren demasiado de las de cualquier otra parroquia: “cualquier emigrante tiene derecho a tener su propia parroquia”, aunque matiza: “abarcamos más allá de lo sacramental: tenemos un Servicio Social que dos días a la semana abre sus puertas para ofertar el trabajo que nos envían, hay un ropero parroquial, o un servicio psicológico. Además, diariamente hay un sacerdote en cuyo despacho se pueden tramitar múltiples asuntos y también ofrecemos clases de francés para los emigrantes, impartidas por nativos voluntarios”. El P. Juan Carlos añade, desde la Misión en Suiza, que “los creyentes, por su parte, también muestran interés sobre las actividades pastorales, participan en los oficios religiosos y poco a poco algunos de ellos se incorporan en alguno de nuestros grupos”.
Diversidad de cambios que impulsan las migraciones
Al igual que ocurriera entre países de Europa Central en la década de los 60 y 70 del siglo pasado, los inmigrantes que hoy buscaban prosperar dentro de la UE han venido para quedarse definitivamente. El esfuerzo de adaptación ha sido duro, los hijos están en las escuelas o en periodo de formación, y muchas familias tienen ya la nacionalidad correspondiente al país de residencia, lo que les da pasaporte para moverse más libremente. La perspectiva de regresar a sus países de origen, aunque comiencen un estado de despegue económico –pensemos en algunos países de América Latina–, no suele ser muy halagüeña. Todo ello hace que mayoritariamente se apueste por establecerse en espera de tiempos mejores, o volver a recomenzar en otro país de la UE. A este tipo de cambios también se han tenido que enfrentar desde la Misión en Zürich, donde nos cuentan que “la mayoría son latinos con pasaporte español. Personas que vienen en busca de trabajo y vivienda, gente con escasa formación y que ha venido huyendo de la crisis en España”. Del mismo modo, el P. Muiño, desde París añade que “los emigrantes europeos han estado menos en el candelero de los problemas. Los problemas son menores para ellos que para los americanos –procedentes en su mayoría de Colombia, Venezuela, México o Perú…– puesto que pertenecer a Europa les protege. En cualquier caso, en Francia también preocupa el miedo, y que éste haya podido aumentar las barreras con los inmigrantes procedentes de los países islámicos. Sobre todo, habiendo sido tan recientes las tragedias de los atentados terroristas”.
Para la Iglesia Católica permanece el cuidado de uno de sus mayores tesoros, que se hace presente en los más vulnerables, tal y como dejó escrito el Papa Francisco en su mensaje para la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado para este año. Aún queda mucho para que esta imbricación de los migrantes sea favorable a todos.