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Eduardo Agosta, en el primer ‘Viaje en globo’ de este curso: “El deterioro ambiental es una forma de violencia”

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Todavía insertos en este año jubilar que también nos abre el camino a la esperanza de una distribución diferente de la riqueza, y a la posibilidad de que la tierra sea de todos, comenzamos una nueva temporada -ya la cuarta- de ‘Viajes en globo’. Y lo hicimos de la mano de Eduardo Agosta, religioso de la Orden del Carmen, físico y teólogo, que desde julio de 2024 es el director del Departamento de Ecología Integral de la Conferencia Episcopal Española. Así, el religioso comenzó aclarando una cuestión controvertida y fácilmente manipulable, pero que leída desde sus palabras no admite ningún doble sentido: “la Iglesia entra en la cuestión ecológica porque la Iglesia somos nosotros, personas que habitamos este mundo, y que por tanto participamos de los problemas de la sociedad; siendo uno de los más graves el deterioro ambiental, que es una forma de violencia contra muchos, especialmente los más pobres”.

“La intervención humana está alterando la biodiversidad”. Y no es un futurible, es un hecho. “Es la ciencia con sus herramientas la que nos ha permitido diagnosticar el estado en el que estamos”, expuso el P. Agosta, respondiendo desde su vertiente científica que completó, a renglón seguido, desde su conocimiento teológico. “El problema es que nos hemos olvidado de que la naturaleza es un don, es un regalo en el que debemos de reconocer al Creador en el contacto íntimo con la creación”. “Somos administradores y por tanto tenemos una doble responsabilidad: en el cuidarnos mutuamente y también en el cuidar la creación”.

Por ello, tal y como nos enseña la Iglesia, madre y maestra, “la ecología integral está basada en cuatro relaciones que han de ser justas y buenas con Dios, con el prójimo, con uno mismo y con la creación”, afirmó parafraseando a León XIV. Lamentablemente, “el hombre se ha alejado del sueño de Dios, metiéndose de cabeza en el pecado y sus estructuras, muchas veces a costa de deteriorar la naturaleza, y esto tiene consecuencias”, advirtió. Y el responsable último de esta crisis es el modelo de desarrollo basado en la maximización de ganancias que viene sostenido por un materialismo que no es en modo alguno posible. “Si siguiéramos con esta mentalidad, acabaríamos manteniendo la escala de producción y consumo basada en los fósiles de ahora, pero sustituyéndolo por renovables; y esta estrategia, desde luego, tampoco resultaría viable”, añadió aludiendo al problema del extractivismo en la llamada transición verde. “Si seguimos con el negocio como hasta ahora, el drama se multiplicará haciendo un agujero mayor en el roto que ya tenemos”. “Pensemos en el coche eléctrico, es más de lo mismo. Los minerales raros que necesitamos para las baterías salen de otros sitios que, tal y como se extraen, causan la destrucción de ecosistemas”.

Por tanto, “el problema es moral”. De seguir transitando este camino, “nos vamos a llevar un buen bofetón que generará cantidades de sufrimiento, pero estamos a tiempo de tomar mejores decisiones si nos basáramos en la sostenibilidad”. En este sentido, el papa León XIV está remando a favor de la esperanza, denunciando ideas de crecimiento ilimitado, el sometimiento de la política a las finanzas, o el uso de la tecnología a favor solamente de los más ricos de la tierra. “Yo creo que dentro de poco escribirá una ‘Laudato Sí’ versión 2.0”, afirmó. Mientras, “el desafío es saber implementar los principios y las orientaciones que ya tenemos para llevar adelante una pastoral social que englobe en el mismo programa el cuidado de la tierra y el cuidado de los pobres”, concluyó.

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