El encuentro, celebrado en Zaragoza, pidió que el P. Juan Lozano continuara con su labor como sacerdote claretiano asesor
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‘Fratelli Tutti’, un extraño en el camino
JULIO CÉSAR RIOJA, CMF | Acabo de terminar de leer la última Encíclica del papa Francisco Fratelli Tutti (todos hermanos). La primera sensación es que se trata de un resumen de parte del Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia (DSI). Por los comentarios que uno puede leer dentro y fuera de la Iglesia, se comprende que esta doctrina sea una gran desconocida en muchos ambientes. La doctrina social, como la doctrina moral o sexual, no son dogmáticas y evolucionan con el tiempo, aunque algunos piensen, que la doctrina sexual o moral deben ser permanentes, de hecho, es la única que se saben, la historia muestra la evolución de esta doctrina, no es cuestión de poner aquí todos los ejemplos, pero uno de ellos es el celibato de los sacerdotes…
Quienes afirman, incluso dentro de la Iglesia, que este papa es herético, deberían de descalificar a todos los papas anteriores, desde León XIII hasta hoy. Casi ciento cincuenta años. También así a los padres de la Iglesia y una multitud de santos. Cuando nuestras ideologías se ponen por encima de la fe nos ocurre esto. Que la propiedad privada está en función del bien común y el destino universal de los bienes, no es una cosa novedosa en la Iglesia, lo mismo que la solidaridad, la subsidiaridad, la paz…, que son algunos de los principios fundamentales de la DSI. Pero parece que algunos, según su forma de entender la fe, piensan que esto es algo extraño.
El texto es claro: el neoliberalismo, el capitalismo ha conseguido su objetivo final: la disgregación y el individualismo, el que cada uno vayamos a nuestra bola. Pero esto va claramente contra la fe, contra el cristianismo, sobre todo el católico, que lo que propone es crear comunidad, grupo, vivir con otros, la fraternidad, de ahí el título de la Encíclica. Hay otros temas interesantes para reflexionar: los derechos humanos, el miedo, la pandemia, los medios de comunicación, la globalización, los inmigrantes, lo local y universal, el diálogo, los consensos, la cultura, la amabilidad, el conflicto, el perdón, la pena de muerte… Todo un repertorio de pinceladas y preguntas, para avanzar en la creación de una nueva sociedad.
El capítulo quinto: La mejor política es central. Una buena manera de situarse en el momento actual, plagado de “populismos” y de una visión liberal y economicista que se cree capaz de dar soluciones, pero que reiteradamente descarta a los más vulnerables. Por eso se propone un poder internacional como ya se hizo en Laudato Si', una nueva ONU que sea capaz de poner objetivos comunes y asegurar sus cumplimientos, sin vetos. Buena lectura para nuestros políticos. Todo ello fundamentado en uno de los aspectos más tradicionales de la doctrina social: “la caridad política”. Pone un ejemplo que debería dejarlo claro a todos los de Cáritas, ONG's y gente que busca un compromiso desde la fe: “Si alguien ayuda a un anciano a cruzar un río, y eso es exquisita caridad, otro le construye un puente, y eso también es caridad. Si alguien ayuda a otro dándole comida, el que crea una fuente de trabajo, ejercita un modo altísimo de la caridad”. Está claro para el que quiera entender.
De fondo, la parábola del Buen Samaritano. Un extraño en el camino. Desde su lectura se nos ofrecen las claves de toda la Encíclica, su el fundamento último, la identidad cristiana. Nuestra misión no está relegada al ámbito de lo privado como creen algunos; al contrario, debe preocuparse por el desarrollo humano integral. Francisco de Asís y Carlos de Foucauld encabezan y concluyen el escrito. Dos buenos ejemplos con diferentes rasgos de lo que se propone. Léanla incluso obviando los comentarios. En estos tiempos de incertidumbre nos hará bien.
(Texto originalmente publicado en la web http://un.globalcmf.com)