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¡El Gran Spoiler! ...te lo han contado muchas veces, pero sólo tú puedes vivirlo

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Argumento

Con este lema un total de 49 personas nos disponíamos a celebrar juntos la Semana Santa en nuestra casa claretiana de Los Molinos (Madrid). Así, convivimos jóvenes de 16 a 18 años, junto con sus monitores de pastoral, voluntarias de intendencia y una representación de los misioneros claretianos y del Instituto de Filiación Cordimariana. Éramos provenientes de distintos lugares de la provincia claretiana de Santiago: Colegio Claret de Segovia, Colegio Claret de Madrid, Unidad Pastoral Corazón de María (Madrid), Parroquia Santo Ángel y la Aurora (Madrid) y Parroquia/Colegio Corazón de María (Gijón) desde el Miércoles Santo hasta el Domingo de Resurrección.

El Spoiler estaba claro: ¡Cristo resucita! pero, ¿cómo influye esto en tu vida? Sin saber mucho más, y después de dos años sin actividades de pastoral juvenil que implicasen desplazamiento y noche, tal y como estábamos acostumbrados antes de la pandemia, en nuestras posiciones dimos un paso adelante y nos decidimos a elaborar esta actividad conjunta. Eran muchos los interrogantes acerca de la respuesta que obtendríamos por parte de las familias y jóvenes, de si hubiera o no nuevos protocolos, etc. Y, en medio de todas nuestras inseguridades, Dios fue poniendo orden en nuestro camino y el 13 de Abril daba comienzo nuestro viaje… ¡os lo contamos!

Miércoles - Bienvenida

¡Cómo no! Primero teníamos que aterrizar en esta experiencia, tan desconocida y desubicada para muchos. Por ello, nos subimos al “avión”, bien guiados por nuestras azafatas, con destino la tierra de Jesús, Galilea. Conocimos distintas facetas de gente con la que Jesús se había cruzado y cuya vida había cambiado. Y es que la clave desde el principio era clara ¿quiero dejar que Jesús cambie mi vida? Sin embargo, todavía veníamos con nuestras caretas puestas de “novios”, “Magdalenas”, “Caifás”, “paganos”, “pescadores”... en medio de la vorágine de nuestras rutinas. Y ¡ojo! porque el ambiente hasta ese momento no era muy distinto a aquel Jerusalén que alababa a Jesús, montado en su borrico, inconsciente de todo lo que iba a suceder, al ritmo del “Hossana Hey, Hossana Ha”. Además, celebrábamos la bienvenida de nuestros jóvenes a la experiencia con un obsequio “la Guía del Espectador”, un libro que los acompañaría toda la experiencia. Y, justo en ese momento en el que todo es alegría y jolgorio, llega el Spoiler que todos sabíamos: “Jesús siempre ha estado ahí, vivo y accesible para ti”. Pero, ¿cómo? En medio de la capilla, en forma de adoración, Cristo Eucaristía nos recordó que siempre ha estado ahí, a nuestro lado. En ese recogimiento, en medio de ese “cómo podré agradecer tanta bendición…”, solo nos queda ser nosotros mismos, sin caretas ni disfraces. Y es que este, quizás, fuera el primer encuentro en el que Jesús se cruza en sus vidas y empieza a dirigir la película de estos días.

Jueves - Entregando

¡Buenos y amorosos días! Sí, es jueves Santo, el día del amor fraterno, de la entrega. A todos nos queda claro que se viene la historia de la última cena, el lavatorio, aquello de “amaos los unos a los otros como yo os he amado”… pero, ¿cómo cala esto en mi vida? ¿Qué me gustaría que pasara si hoy fuera el último día con mis amigos? Comienza una montaña rusa de emociones. A lo largo de la mañana nos disponemos a rotar por varios talleres en los que comenzamos a profundizar la complejidad que tiene esto de AMAR. En primer lugar, fuimos “poniendo encima de la mesa” esas cosas, personas, lugares, límites que implica dar amor y dejarnos amar, y no solo por nosotros o lo demás, sino también por Dios. En segundo lugar, nos dejamos lavar los pies, ¿qué eso que quiero limpiar en mi vida? ¿soy servidor? para ir abriendo las puertas a la posibilidad de recibir el sacramento de la reconciliación. En tercer lugar, ¿qué quiero dejar en este mundo? Nos paramos a pensar cómo quiero que los demás me recuerden, es decir, cuál quiero que sea el sentido de mi vida, eso que me comprometa a vivir más y mejor. Pero, la cosa no se quedó ahí y decidimos vivir entregados y partidos. En este cuarto momento, nos convertimos en ese pedazo de pan que se deja coger, partir, bendecir y repartir porque yo me acepto pero también me doy a otros para que entre todos, como comunidad, empecemos a compartir nuestras virtudes, pero también nuestras “taritas”. Y finalmente, como él nos dijo “haced vosotros lo mismo”. Acabamos con un taller en el que comprendimos mejor el sentido de la eucaristía, del vivir con un corazón agradecido por el encuentro con Dios.

Por la tarde, comenzamos el triduo de los oficios con la Cena del Señor. En ella, Diego González CMF explicó el significado que tiene “amar hasta el extremo”, abajarse para lavar los pies (aunque no sea lo que se espera de nosotros) y ser conscientes de que somos partícipes del testamento mayor de Jesús: “amaos”. Por tanto, ¿estamos dispuestos a dejarnos querer? ¿estamos dispuestos a “dejarnos la piel” por los demás sin pedir nada a cambio?

Y, al concluir el día, tuvimos la oportunidad de velar con Cristo antes de su muerte, de pasar juntos esa Hora Santa en torno al monumento. Nos pusimos en su piel y en la de sus apóstoles, pero ni visionar un pedazo de la película de “La Pasión” se asemeja mínimamente al sufrimiento de aquel momento. Sin embargo, conseguimos empatizar con Judas y con cada una de nuestras traiciones, esas sogas que nos impiden seguir avanzando. Empatizamos con Pedro y cada uno de nuestros arrepentimientos, esas lágrimas que son signo de la frustración que nos provoca no ser valientes y defender lo que realmente creemos y queremos. Pero también empatizamos con Juan y con cada una de nuestras impotencias, esas piedras que nos pesan en nuestra mochila. Y es que, “no sé qué viste en mí”, pero esa noche no sentimos un discípulo amado más, en cada una de nuestras historias vitales, de nuestras victorias y derrotas, en todos nuestros deseos y anhelos que compartimos en silencio desde lo más profundo de nuestros corazones esa noche.

Viernes Santo - Abrazando

La alegría del día anterior y el “mood” ha cambiado. Todo se siente distinto. Jorge Ruiz CMF celebra su 33 cumpleaños, y sin embargo, el ambiente no está festivo. ¿Qué ha pasado? Quizá se hizo patente algo que ocurre en nuestra vida diaria: es verdad que vivimos, pero sin pararnos tomar conciencia de cada una de la cruces que muchas personas (y nosotros también) vivimos a nuestro alrededor. Y esta fue la invitación: ¡pon tus cinco sentidos ante este misterio! Y así vivimos nuestro particular viacrucis, cargando la cruz y acompáñanos. Pasamos por cinco realidades distintas: pobreza, migración, discapacidad, maltrato y acoso, clavadas al calvario de Jesús y qué duro sentir cómo sabe, huele, suena y ve su día a día personas tan cercanas a nosotros. Así, la pregunta estaba en el aire: ¿cuál va a ser tu papel en este camino?

Y, ¡tiempo de silencio! Comienza el desierto, ese tiempo para perderse del ruido, parar el piloto automático y conectar con uno mismo: cómo me veo, cómo me ven los demás y cómo me mira Dios. Y en ese encuentro, de mirar lo bien, regular o mal que va nuestras vidas, recibir el abrazo de Dios. Porque él se entregó por tu vida, sin juzgarla, solo para salvarla. Entonces, ¿por qué vas a hacerlo tú? Muchos aprovecharon el momento para recibir el sacramento de la reconciliación y acoger, de nuevo, ese abrazo.

Llegada la tarde, celebramos la Pasión del Señor. Volvimos a oír el pasaje de la pasión, y gracias a Manuel Peñalba CMF, conseguimos comprender mejor qué sentiría esa madre y esos amigos cuando de repente todo llegó a su fin, cuando nadie comprendía qué era eso que estaba pasando. Y es que, en esos momentos solo nos queda estar delante de la cruz, adorando su entrega y no de cualquier forma: descalzos. Porque si, las cruces de cada uno son tierra sagrada que hay que abrazar y también por las que hay que cantar “Kyrie Eleison”, para que en medio de la noche la oración sea esa luz que nos ayuda a seguir caminando en medio de la incertidumbre, del dolor, de la soledad…

Y es que así cerramos el día junto con María, acompañándola en su soledad y dejando que ella acompañe las nuestras. Allí, en medio de nosotros estaba la cruz y a sus pies María. Sin embargo, cada uno de nosotros también estábamos amarrados a la cruz con un hilo, compuesto por cuatro nudos. Podríamos empezar sintiéndonos incómodos de estar ahí, tan cerca de su sufrimiento, Sin embargo, ese hilo comenzaba con nuestro Sí, ese deseo de “Hágase en mi”, era el que nos ayuda a ser más fuertes “en mi debilidad”, y nos ayudaba a comprender que “solo por y en su amor” somos más libres. Por eso, “sin miedo a ser + libres”, decidimos dejar de seguir atados a la cruz, y ser como María, personas que confían y esperan en que no todo acaba en la cruz.

Sábado Santo - Silenciando

El sábado, puede definirse como ese entreacto. El nudo de la historia ya ha pasado: Jesús ha muerto y el desenlace cada vez está más cerca. Por eso, en medio de la espera y con mucha expectación de poder vivir el Gran Spoiler, fuimos caminando por grupos hacia la ermita de la Virgen del Espino (Los Molinos). Y, como las primeras comunidades, empezamos a compartir nuestra experiencia, cómo Jesús en estos días se había ido cruzando en nuestro camino, a distintos niveles, con distintas facetas. Y sobretodo con una reflexión muy clara ¿cómo quiero que Dios resucite hoy en mi vida? Así, entrelazamos nuestros deseos con un hilo, representando esa telar tan claretiano que Dios había ido tejido entre nosotros, en cada celebración, compartir, comida, juego, canción… Y nos dimos cuenta de que somos una gran familia, en la que todos entregamos, abrazamos y esperamos, mientras él se mueve y nos conmueve.

Vigilia Pascual - Viviendo

En medio de la oscuridad, de la hoguera, del “caminad mientras tenéis luz”, escuchando y reviviendo la historia de la salvación llega el momento de volver a decir “Gloria a Dios, Gloria a su Nombre”. No busquéis entre los muertos porque ¡ha resucitado! y “él resucita hoy, él vive entre nosotros”. En medio de los globos, las luces, las canciones, los abrazos, la alegría, todo cobra sentido. Efectivamente, solo cada uno de nosotros podía vivir este spoiler de una forma tan especial y distinta pasando por la previa entrega y abrazo a la Cruz. Por eso, nos atrevimos a volver a “nacer del agua y del espíritu de Dios”, a renovar nuestras promesas de fe. De celebrar que Cristo vive en cada uno de mis actos de amor y también en cada una de mis cruces, “Y alabándote, Señor, mi Dios” es nuestra forma de agradecer tanta bendición, tan generoso acto de entrega para resucitar a un mundo “que sufre, mata y muere, desespera y enloquece”. Con ayuda de Jorge Ruiz CMF al alimón con Maripi Amigo HICM caemos en la cuenta de que la Vida eterna es Jesucristo y que esto merece ser contado a través de nuestra propia vida, nuestra propia historia: que vivimos para siempre porque “¡Hoy el Señor resucitó!”. Y que nuestra alegría viene no solo por esas torrijas que intendencia (como siempre) nos hizo con tanto cariño, sino porque Dios nos ama, nos hace más libres y nos quiere vivos.

Créditos finales

Gracias a todos los jóvenes valientes que os dejasteis querer y abrazar por Dios (aun sabiendo el spoiler), gracias a los monitores, a los claretianos, a las hijas del Corazón de María y a la intendencia. Todos ellos locos que se lanzaron a la aventura de esta experiencia. Pero sobretodo, gracias a Dios por hacer esta experiencia única y cruzarse en nuestras vidas y “dejarse la piel” por mí, por ti, y los que vendrán… ¡calentamos motores para más experiencias! Entre tantas otras, el próximo Camino de Santiago (julio 2022) y la JMJ de Lisboa 2023.

 

 

Laura Martín Montalbán, agente de pastoral de UP Corazón de María (Madrid)

Jorge Ruiz Aragoneses, CMF – EPAP Provincia Claretiana de Santiago

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