El Otoño, estación llena de vida en Murmansk (Rusia)

Hay lugares del mundo en los que algunas estaciones del año tienen una gracia especial. El otoño, aparte de dar pie a un paisaje precioso, suele llegar cargado de buenas noticias para la Comunidad Católica de Murmansk (Rusia), en el Círculo Polar Ártico.

En septiembre del año 2000 quedaba oficialmente registrada la Parroquia, que tiene por titular a San Miguel Arcángel. Murmansk, ciudad nacida en 1916 que hoy tiene algo más de medio millón de habitantes, no había llegado a tener nunca una parroquia católica. En noviembre de 2007 -el día 11, fiesta de san Martín de Tours- se consagraba e inauguraba el nuevo templo de la calle Dostoievsky, una iglesia cuya construcción ha supuesto mucho esfuerzo y sacrificio a los católicos de la zona y que nunca habría podido levantarse sin la solidaridad de muchos católicos españoles, argentinos o italianos. En septiembre de 2009 el Arzobispo de la Diócesis de la Madre de Dios con sede en Moscú, D. Paolo Pezzi, visitaba a la comunidad parroquial y confirmaba a más de treinta personas. Hace pocos días, el 24 de octubre de 2010, dos niños recibían el sacramento del Bautismo y junto a otros cuatro se acercaban por primera vez a la Mesa de la Eucaristía. El otoño sigue siendo en Murmansk tiempo de vida.

La celebración de las Primeras Comuniones ha vuelto a llenar de alegría a la comunidad parroquial, cada día más numerosa. Para la ocasión, al P. Juan Emilio Sarmiento, pastor de la comunidad desde sus inicios, se unió otro de los claretianos de la comunidad de San Petersburgo, el P. José María Vegas, que se dirigió en la homilía a los seis niños y a todos los presentes animándoles a cultivar la amistad con Jesús y a fijarse en el ejemplo de San Antonio María Claret, cuya fiesta se celebraba ese mismo día.

La comunidad católica continúa creciendo y atrayendo cada día a más personas que se acercan encontrando en ella un lugar y una mediación a través de la cual ir haciendo su camino de fe. La actividad del P. Juan Sarmiento se extiende con frecuencia a otras localidades ‘cercanas’ (a unos doscientos kilómetros algunas) a las que se acerca para celebrar la Eucaristía o compartir unas horas con los católicos, como Apatita o Kandalaksha. Una pequeña sala de hotel, o el aula de una escuela, son buenos lugares para constituir la asamblea y para soñar que quizá un día, como en Murmansk, el Espíritu Santo puede aprovechar de nuevo el otoño para regalar un templo a su pueblo.