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Ephemerides Mariologicae: perseverancia y calidad.
Hay quien considera imposible que haya revistas de mariología. Y que encima pretendan ser publicaciones científicas. Pero las hay. Y algunas hasta son buenas. La existencia desde hace 60 años de Ephemerides Mariologicae, editada en el marco de las actividades de la comunidad de Buen Suceso de Madrid, es toda una muestra de ello.
Los suscriptores de los cinco continentes reciben estos días el cuarto de los fascículos de 2010, dedicado a “María en la misión evangelizadora de la Iglesia”. Este año le han precedido otros dos: uno de ellos doble, centrado en la presencia de María “en la fe y la celebración del Pueblo de Dios” y otro que se acerca al misterio de la Madre del Señor como “Causa de nuestra alegría”.
La revista, a cuyo frente está desde hace años Pablo Largo Domínguez (CMF), Profesor de Teología, se acerca al Misterio de María desde claves muy diversas: bíblica, teológica, litúrgica, artística, cultural, histórica, ecuménica… y combina la reflexión teológica densa y documentada con la narración y el testimonio, siempre con rigor y calidad. Con frecuencia un resumen en dos idiomas distintos del utilizado acompaña el texto. Cada fascículo incluye un buen número de recensiones de obras de tema mariano y no es extraño encontrar cuidadas crónicas de jornadas y simposios.
A lo largo del año Ephemerides ofrece cerca de quinientas páginas de lectura. El precio de la suscripción (35 € para España y Portugal y 57 € para otros países) está de sobra compensado por la calidad de lo que se ofrece. ¿Qué comunidad no se aseguraría una buena formación en mariología por ese pequeño gasto?
Este último fascículo es todo un exponente del trabajo y reflexión de los Claretianos de Santiago, pues incluye textos de José María Vegas, Severiano Blanco, Antonio Bellella, Aquilino Bocos, Bonifacio Fernández, Alfredo Mª Pérez Oliver y Pablo Largo. Durante el año han hecho también su aportación Antonio Sánchez Orantos, José Cristo Rey García Paredes, Carlos García Andrade y Mons. Fernando Sebastián. La calidad de los textos, vistos los nombres, es bien imaginable.
¡Felicidades, Ephemerides, por estos primeros 60 años!