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Santiago, Cruce de Caminos

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Quienes conocen algo la profunda y aleccionadora experiencia cristiana del Camino de Santiago saben que el mapa de Europa está surcado por múltiples rutas que cruzando valles, cordilleras y mares confluyen en el Sepulcro del Apóstol, del que tantos hombres y mujeres han salido durante siglos renovados y rejuvenecidos, dispuestos a seguir caminando con más vigor.
La Provincia Claretiana de Santiago se convierte con frecuencia en algo parecido. A ella llegan, por razones muy diversas, hermanos de la Familia Claretiana de todo el mundo. Durante el curso 2011-2012 fueron cerca de treinta los claretianos de otros organismos que han compartido la vida de cada día con los Misioneros de Santiago. Muchas comunidades son testigos de ello. Este año escolar recién estrenado lo harán prácticamente otros tantos.

Otros hermanos, bastantes más, se acercan a nuestra provincia para estancias puntuales. Estos días regresan a sus casas los dieciséis claretianos de habla inglesa que han participado en la última edición de ‘Encuentro con Claret’: trece de ellos venían de Asia, tres de África. Tras unos días en Vic, Sallent y diversos lugares de Cataluña, el grupo ha pasado por Barbastro, Zaragoza, Segovia, La Granja, Madrid, y ha residido en Colmenar, donde ha hecho síntesis de su experiencia.

A comienzos de septiembre eran cerca de treinta los claretianos que venidos de los cinco continentes se reunían también en Colmenar Viejo para profundizar en la misión claretiana y en los retos que se le presentan en nuestros días. Sus reflexiones darán pie a una reflexión acomodada a cada contexto y circunstancia, que se prolongará durante un par de años con la intención de iluminar el caminar claretiano en los siguientes.

A unos pocos kilómetros, en Los Negrales, localidad de la sierra madrileña, otra docena de Misioneros comparten un encuentro mucho más sosegado de renovación personal llamado Fragua que se prolonga durante ciento once días. En ellos hay tiempo para la oración, el diálogo, la reflexión, la alegría compartida y el fortalecimiento antes de retomar, con toda su dureza, la misión de cada día.
Para nuestra Provincia es una bendición poder ofrecer espacios y ambientes en los que estos encuentros puedan producirse. Y una alegría recibir a quienes, sean de donde sean, vibran con el espíritu misionero de Claret.

Uno de estos grupos coincidió hace unos días con los agentes de pastoral infantil y juvenil de la Provincia con los que compartió mesa y un rato de oración en clave vocacional. Era una gozada oír mezclarse los acentos en la confesión y celebración de una misma fe.

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