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Los Claretianos de la Provincia de Santiago, al servicio de la Vida Consagrada

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Este 2 de febrero, como se viene haciendo desde 1997 cuando san Juan Pablo II la institucionalizó, se celebra la Jornada Mundial de la Vida Consagrada. Momento para agradecer este don para la Iglesia y para invitar a los mismos consagrados a “hacer más viva la conciencia de su misión”. Un año más, ante la renovación de esta llamada, la Provincia de Santiago de los Misioneros Claretianos se pregunta cómo servir más eficazmente a la Iglesia y a la Vida Religiosa sintonizando con una de las prioridades de su fundador, san Antonio Mª Claret.

El P. Claret fue un misionero popular, pero no vulgar. Sus bibliotecas, que aún pueden consultarse, eran ricas. Hacía un esfuerzo grande para expresar popularmente sus contenidos de evangelización. En la tradición de la Congregación, el estudio y la formación han ocupado un puesto sobresaliente. Los claretianos son conocidos hoy, entre otras cosas, por su labor educativa entre los religiosos con la dirección de varios centros superiores de teología de la Vida Consagrada repartidos por el mundo (España, Italia, Filipinas, India…). Uno de ellos, el Instituto de Teología de la Vida Religiosa, encomendado a esta Provincia, trabaja en el enriquecimiento de la vida religiosa desde la madrileña calle de Juan Álvarez Mendizábal. Además, la Provincia también cuenta con la editorial Publicaciones Claretianas y la revista Vida Religiosa, en el mismo edificio. Al frente de estas tres instituciones están los misioneros Carlos Martínez Oliveras, Fernando Prado y Luis Alberto Gonzalo Díez, cmff.

“Una congregación intelectualmente depauperada es también una congregación incapaz de responder a los desafíos de la misión profética”, escribía el P. Aquilino Bocos, cmf, superior general emérito, hace casi 20 años, cuando era Superior Provincial. A día de hoy, los principios que la Congregación de los Misioneros Claretianos sostiene, siguen siendo los mismos: “Sin ninguna duda, la calidad de la misión depende en gran medida de la formación que se haya recibido”, afirma Martínez Oliveras. “Pero, además, –añade–  hay otra relación directa, que pasa por la renovación de la vida religiosa. Concretamente, la calidad y el éxito de los procesos de reestructuración en los que se ven inmersas hoy muchas órdenes y congregaciones religiosas, es directamente proporcional a la calidad de la formación de sus miembros”. El P. Fernando Prado, amplía esta idea basándose en los años de experiencia en contacto directo con numerosas familias de vida consagrada desde esta atalaya que es la editorial, y desde la que observa la tendencia decreciente en el número de consagrados, que incentiva estos procesos de transformación y reunificación de Provincias: “La edad media, sube. Y las vocaciones que entran son escasas: tenemos la tormenta perfecta”. En esta misma línea, el P. Luis A. Gonzalo Díez, cmf, agrega: “estamos en un proceso de transformación, es innegable. Pero la realidad es que nos cuesta mucho” Y continúa diciendo: “el tema es que hay consagrados y consagradas que creen que se camina hacia el vacío. Por eso no se puede anunciar renovación sin ofrecer algo consistente en lo que apoyarla. Y ahí entra el papel de la formación. Por eso, una de las tareas fundamentales de la revista es esta: nosotros no ofrecemos tanta información, como sustento de claves formativas”.

En un servicio muy intenso y valioso a menudo difícil de percibir, la presencia de estos expertos es muy solicitada para formar, asesorar, o incluso facilitar procesos de reestructuración de órdenes, congregaciones e institutos de vida consagrada. Así, desde el ITVR, afirma el P. Martínez Oliveras: “la proyección del Instituto no es solo nacional, sino muy internacional, por las contribuciones de sus profesores en otros países de Latinoamérica, Europa y Asia… Esta contribución a otros continentes y a otras realidades de vida consagrada, es parte de nuestro servicio”. El P. Gonzalo Díez, también concreta que “estamos insistiendo mucho en unos cursos que nacieron de la revista y que se llaman De dinamización. En éstos -llevamos más de 100-, insistimos en el proceso de transformación posible, no en el utópico. Los consagrados no tenemos que ser un grupo de jubilados que viven ordenadamente. Tenemos que ser un grupo de personas que viven juntos para testimoniar. Hoy por hoy, lo difícil es que nuestros estilos de vida testimonien algo”. Del mismo modo, los libros que edita Publicaciones Claretianas intentan servir a la vida consagrada desde este mismo punto de vista: “Sostener la renovación con formación es tarea urgente. Se necesitan palabras para aquello que vivimos”, sentencia su director editorial, el P. Fernando Prado.

Realismo esperanzado

En una vista rápida al fondo editorial de Publicaciones Claretianas, uno puede darse cuenta de que temas como el de renovación, reestructuración o innovación de la vida consagrada, que hoy está en boca de todos, lleva rumiándose desde hace, por lo menos, 50 años. “Llevamos medio siglo en crisis de alumbramiento”, comenta el P. Prado. Y continúa diciendo: “Tenemos que ser realistas, por supuesto que sí. Pero, a la vez, no perder la esperanza cristiana. La vida religiosa camina en un realismo esperanzado”.

El Instituto Teológico de Vida Religiosa puede funcionar como un termómetro de los cambios que afectan a la vida consagrada viendo simplemente el alumnado que estudia en sus aulas. En este sentido, el P. Carlos Martínez Oliveras, ofrece dos claves de interpretación: “la primera es que el ITVR ha mantenido el mismo número de alumnos en los estos últimos años gracias a que la vida religiosa se ha abierto a otras perspectivas, a otros continentes… El enriquecimiento multicultural del propio Instituto es una riqueza más para nuestros días. Además, nos permite afrontar la reflexión de la vida consagrada desde religiosos y religiosas que vienen de otras latitudes y otros continentes. Y la segunda clave, nos es dada por el Papa Francisco de manera muy clara en la Evangelii Gaudium. El éxito no se mide por los números. Se medirá en la fecundidad apostólica, pero no en los números. Nunca se dijo que ser muchos signifique  ser mejores”.  

 

Intercongregacionalidad

En 1.986, san Juan Pablo II subrayaba ya la importancia de las iniciativas intercongregacionales, que «deberán ayudar a valorar simultáneamente los carismas específicos, haciendo madurar la mutua comunión, la conciencia de la complementariedad en la fraternidad y la apertura a los horizontes de la caridad en la Iglesia local y en la Iglesia universal». Y el Papa Francisco en repetidas ocasiones durante todo el Año de la Vida Consagrada, invitaba a estos mismos procesos de intercongregacionalidad. De hecho, el propio ITVR en buena medida es un proyecto intercongregacional porque profesores y colaboradores no son solo claretianos. Los hay de otras congregaciones religiosas y algunos laicos que contribuyen también a la formación de los alumnos, al enriquecimiento y a la pluralidad.

Del mismo modo, la base de trabajo de la revista Vida Religiosa siempre es intercongregacional. “Son tiempos del gran carisma, no de la pequeña parcelita, eso es tristísimo”, añade Luis A. Gonzalo Díez. Y en este mismo sentido, ahonda Fernando Prado: “sin duda, hace falta una perspectiva más universal. Hay que abrir la Palabra de Dios”. Y continúa diciendo: “La razón de ser fundamental de la editorial Publicaciones Claretianas es la de servir a la vida religiosa, pero no exclusivamente a ella. Esta apertura ha de ser a todo el pueblo de Dios”. El director del ITVR, abunda en este tema encauzándolo hacia la comunión, valor que necesariamente ha de ser puesto de relieve cuando hablamos de las relaciones entre las distintas órdenes y congregaciones religiosas: “Aunque somos un Instituto de teología de la Vida Religiosa, no la estudiamos de manera aislada, sino en correlación con otras formas de vida como el ministerio ordenado y el laicado, lo que ayuda a un mayor conocimiento. Y del conocimiento se pasa a un aprecio, que es verdadera comunión eclesial para ser vivida en las diferentes Iglesias locales. Por tanto, venimos a favorecer, desde la formación en el ITVR, esta consideración de la vida consagrada con carácter universal pero inserta en una Iglesia local”.

Presente y futuro de la Vida Consagrada: signo escatológico

El P. Amedeo Cencini, fdcc, profesor del instituto de vida consagrada que los Claretianos regentan en Roma, en un reciente reportaje de la revista Vida Religiosa, afirma que “la situación actual de la vida consagrada es insoportable porque hablamos de pobreza sin vivirla”. Dicho así, sin paños calientes y con tal radicalidad, logra refrescar la memoria y hace recordar distintos momentos históricos en los que el abrazo explícito a la pobreza consiguió poner en marcha necesarios procesos de reforma. Pero ¿cuál es hoy la realidad de la vida consagrada vista desde los ojos de estos tres expertos? Comienza el P. Martínez Oliveras diciendo: “Hoy estamos en unos procesos de globalización, de cambios muy fuertes… Todo eso, que es a nivel social, afecta también a la vida consagrada. Para mí, uno de los grandes desafíos es la secularización que ahora mismo están viviendo todos los países de Occidente, pero que también sucede en América Latina”. La secularización es, en palabras de P. Fernando Prado, el fenómeno que más “fulminantemente nos está afectando, mucho más que cualquier crisis económica”. A lo cual, el P. Luis A. Gonzalo Díez añade: “La vida religiosa, es decir, nosotros, formamos parte de lo que no se puede tasar económicamente. Nuestra ofrenda, nuestra palabra, nuestros valores de consagración no tienen transcripción en el mundo del mercado. Y hay que aceptar esto, si queremos convertir nuestra vida en algo útil”. Estas afirmaciones nos llevan a preguntarnos, como ya hiciera san Juan Pablo II en la Exhortación Postsinodal ‘Vita Consecrata’ de 1.996, ¿para qué sirve la vida consagrada? ¿Por qué abrazar este género de vida cuando hay tantas necesidades a las que se pueden responder sin asumir los compromisos peculiares de la vida consagrada?

El P. Carlos Martínez Oliveras, argumenta: “el valor como tal de la vida consagrada no está tanto en los servicios que puede prestar a la sociedad. Nuestra gran aportación es ser signo escatológico, de entrega radical a Dios. Por eso a la vida consagrada se le ha llamado muchas veces ‘aguijón escatológico’, porque recuerda permanentemente a toda la Iglesia hacia dónde estamos llamados y quién nos ha llamado”. Parece una empresa bastante complicada… “Ocurre que hubo un momento en que hablábamos de profecía sin asomarnos a ella”, completa el P. Luis A. Gonzalo Díez. “La vida religiosa tiene que hablar de profecía y no ponerse colorada, porque ésta forma parte de nuestro modo de relacionarnos con otros. De ser y vivir en misión compartida. Pero llegar hasta aquí supone construir unos cauces. En este momento, la vida consagrada está necesitada de formularse una pregunta ¿qué pasaría si viviésemos así?”

 

Formación permanente desde el ITVR

El Instituto de Teología de la Vida Religiosa de Madrid ofrece una amplia oferta de formación permanente durante todo el año, que tiene una expresión singular en la Semana Nacional para Institutos de Vida Consagrada, celebrada en la semana de pascua desde hace más de cuarenta años. El centro cuenta con una oferta que se renueva año a año respondiendo a los desafíos más actuales del momento. El nivel de sus conferenciantes y la riqueza de los temas hacen de la Semana una oportunidad de oro que han aprovechado para su formación permanente miles de consagrados de España y de otras naciones.

Estos últimos años, el Instituto ha ofrecido cursos especiales los jueves, -Los jueves del ITVR- centrados en estudiar documentos de la vida consagrada, la presencia de ésta en los sínodos eclesiales o la teología propia de la vida religiosa en grandes pensadores del s. XX. Ha sido una oferta de formación que también ha tenido muy buena aceptación. Su eco aumenta, pues el Instituto convierte anualmente en publicación ambos acontecimientos: las Semanas y los cursos de los jueves.

Una de las novedades de los últimos años ha sido la creación de un grado universitario online de ‘experto en Vida Religiosa’, que permite recibir una buena formación desde cualquier punto del mundo.

Quien se asome a los programas del Instituto, visibles también en la web, encontrará además una sugerente oferta especializada que ecónomos, superiores locales y provinciales, novicios y jóvenes religiosos, aprovechan cada año. El ITVR de Madrid se ha convertido en una institución clave para la formación de varias generaciones de consagrados y consagradas.

 

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