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La vida consagrada, frente al Sínodo de los jóvenes
“Todo joven está llamado a confrontarse con una pregunta decisiva: ¿cuál es el sueño de Dios sobre mí?”. Con estas palabras en la inauguración de la 47º Semana Nacional para Institutos de Vida Consagrada, el P. Carlos Martínez Oliveras, director del ITVR, ofreció el marco sobre el cual iban a ser sentadas las bases para las conferencias y mesas redondas que habrían de tener lugar los próximos tres días.
Como jornadas de estudio, hubo momentos para la profundización en las Sagradas Escrituras. Y ésta vino de la mano del P. Severiano Blanco, cmf, con su ponencia “Un joven llamado Saulo”. En estilo claro, moderno y actual nos ayudó a reflexionar sobre el papel de los jóvenes como modelos de fe en el Antiguo y Nuevo Testamento. De la Biblia se pasó a las nociones teológicas de lo que entendemos por vocación; es decir, don, llamada, respuesta y actitudes. Así, la profesora Nurya Martinez Gayol, aci, centró su ponencia en la teología de la vocación, intercalando sus reflexiones con el estudio de la obra pictórica de Caravaggio en San Luis de los Franceses. Todo pensado con el fin de ayudarnos a advertir cómo el Señor pasa eligiendo, llamando a dejarlo todo para seguirle. Por otra parte, a pastoral vocacional y el discernimiento, dos temas claves que serán tratados a fondo en el próximo Sínodo de los jóvenes, fueron expuestos por los claretianos Juan Carlos Martos y Antonio Sánchez Orantos, respectivamente. El primero, invitando a hacernos preguntas sobre los procesos de discernimiento de forma abierta e inesperada, quizá; pero que ayude a responder a nuestros jóvenes a las interpelaciones de Dios. El segundo, en una charla que llevaba por título “Reconocer, interpretar y elegir”, nos ofreció, desde una clave de acompañamiento a los jóvenes, dónde están los puntos que nos ayuden a comprender a qué está llamado el Espíritu a través de lo que suscita en cada uno.
Los jóvenes demandan experiencia de Dios, y el tercer día pareció estar ordenado en torno a esta solicitud. En primer lugar, el Cardenal Óscar A. Rodríguez Maradiaga expuso las líneas de fuerza de la llamada del Papa a los jóvenes. Quién mejor que él, tanto por su perfil salesiano como por su cercanía al Pontífice. Una conferencia en la que hubo profundidad y cercanía con los asistentes. Tanta de esta última que hubo incluso un momento para un canto improvisado (y respondido por el auditorio). Eso sí, también una llamada para poner en hora nuestros relojes antes del Sínodo: “Desde los años 80 se pedía al final de los sínodos que se hablara sobre la juventud, y ahora el Papa ha optado por ello”, señaló. Seguidamente, se dio la palabra a los jóvenes consagrados. Una mesa redonda moderada por el claretiano Adrián de Prado y en la que se encontraban representadas diversas formas de vida consagrada: vida contemplativa, vida apostólica, instituto secular y sociedad de vida apostólica. Una serie de vivencias en primera persona, contadas por ellos y por ellas, y que nos ayudaron a captar los matices de cada una de las vocaciones.
Finalmente, tras la pausa para la comida, se ofreció el vídeo que los organizadores de la Semana Nacional grabaron al H. Alois, prior de Taizé. En ella, el sucesor del Hermano Roger puso de relieve que Dios es llamada y sigue llamando. Y así, los consagrados se dejaron interpelar por una comunidad ecuménica que es foco de atracción para tantos, y que ofrecen para los jóvenes una fuerte experiencia de encuentro con Dios, así como de fraternidad comunitaria contra el individualismo al que se encuentran expuestos. Tras sus palabras, el día terminó con una oración que llenó la capilla de jóvenes, consagrados y consagradas, y que, cantando y alabando a una sola voz, daban una señal inequívoca de comunión espiritual.
Y para finalizar estos intensos días, el domingo nos fue ofrecida la conferencia del Secretario de la CIVCSVA, Mons. Rodríguez Carballo, palabra autorizada para conectar la vida consagrada con el Sínodo. Una llamada para crear una cultura vocacional nueva, donde prime la razón última de todo lo que da sentido a una vida consagrada a Dios. Para ello, instó a “recuperar el lenguaje de la narración vivida, y que así provoque preguntas existenciales”.
Finalmente, fueron presentadas las conclusiones a estos días, y el mismo Carlos Martínez Oliveras, resaltaba: “Nada tan apasionante como poder hacer de puente para las próximas generaciones. Por eso, no escatimemos en tiempos ni en presencias. Nos toca, como nos ha dicho el Papa, orar y ofrecer testimonio de vida. La cosecha, en cualquier caso, será siempre de Dios”.