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Los claretianos Alberto Fernández y David Fernández (+), más de veinte años al servicio de sus hermanos enfermos
Acompañados físicamente por los PP. Pedro Belderrain y Ángel de la Parte, superior y ecónomo provincial de los Misioneros Claretianos de Santiago, y a distancia por muchos hermanos de provincia, familiares y amigos, la comunidad de León, formada por dieciséis misioneros, homenajeó el 2 de junio al P. Alberto Fernández Carrera, miembro de la comunidad, y recordó al H. David Fernández, fallecido en febrero de 2016.
Los actos se iniciaron a primera hora de la mañana con una celebración de la Palabra que tuvo lugar en el cementerio de Puente Castro (León), donde la comunidad recordó a los cerca de cuarenta misioneros fallecidos en León desde 1969.
El momento cumbre del día fue la celebración de la Eucaristía, en la que participaron todos los miembros de la comunidad cuya salud se lo permite, los dos miembros del gobierno provincial y media docena de familiares del P. Alberto, que tomó la palabra antes de la bendición final.
Nacido en La Martina (Ponferrada-León) en 1929, el P. Alberto, que ha servido durante su vida misionera en oficios bien diversos, llegó a León hace veinte años, intensificando allí la dedicación a la atención de hermanos ancianos y enfermos que le ha acompañado siempre. Su delicadeza y dedicación, notorias y bien conocidas, han sido agradecidas por decenas de claretianos y sus familias. Capaz de caminar kilómetros para desplazarse a hospitales o farmacias a pesar de su condición de octogenario, el P. Alberto sigue dedicando horas a acompañar a sus hermanos necesitados bajo la dirección de los nuevos responsables de la comunidad asistencial.
Los congregados evocaron en diversos momentos del día el buen recuerdo dejado por el H. David Fernández (1925-2016), que sirvió a los enfermos de varias comunidades durante casi cuarenta años, falleciendo con las botas puestas hace poco más de dos años ya cumplidos los noventa.
Las tres comunidades asistenciales de la provincia claretiana de Santiago acogen en este momento a cerca de cincuenta misioneros, a cuya atención se dedican una media docena de hermanos. Quienes tratan con ellos se admiran de que la edad media de los superiores de estas casas sea de 81 años. En palabras de San Antonio María Claret, al buen hijo del Corazón de María, nada le arredra. ¿Quién ha dicho ‘jubilación’?