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Templos cerrados, parroquias abiertas

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La ronda de llamadas del misionero Germán Padín a los feligreses de la parroquia de la Virgen de la Fuensanta de Valencia comienza a las seis de la tarde. A esa hora es imposible dar con él, pero en cuanto finaliza, es él quien marca. “Qué podemos hacer si el Señor nos pide vivir este año así la Pascua”, comenta por teléfono. Él ya tenía todo programado para el triduo, pero la crisis del coronavirus ha echado por tierra cualquier proyecto del mes de abril. “En el barrio se palpa el miedo, al igual que en toda la Comunidad Valenciana, pues aquí el azote está siendo especialmente duro”, explica. Así también lo confirman las respuestas que recibe en cada una de sus llamadas, pero con todo, el claretiano no se arredra y se ofrece como puente entre la labor social que vienen desempeñando desde el comienzo de la pandemia tanto Cáritas como el propio Ayuntamiento de Valencia, y las necesidades más acuciantes de su gente. “Estoy contento porque las tres familias que viven en los pisos de acogida que les ha proporcionado la Provincia están bien, gracias a Dios”. En la misma Valencia trabajan también los misioneros que atienden la parroquia de San Vicente de la Roqueta. Una pequeña ermita que recuerda el lugar donde fue arrojado el cuerpo del mártir san Vicente y desde la que estos últimos años sirve el misionero Antonio Gálvez como párroco. “Nosotros tenemos que cerrar, como todas las parroquias, pero eso no significa que no podamos comunicarnos con la gente”. El teléfono y el wasap ocupan buena parte del día, “y no es que nosotros seamos los que comenzamos cada conversación. A mí me admira cómo nos quieren. No hay día que no comience con una llamada que pregunte cómo vamos”. En cuanto a la atención espiritual de su grey,  procuran dar difusión a cada iniciativa que pongan en marcha desde el arzobispado, que no son pocas: cuatro misas al día, charlas cuaresmales y distintos subsidios de cara a la Semana Santa.

Si fijamos el foco en Galicia nos atiende el P. Alfredo García, en Vigo. “Aquí nos preocupan de manera especial los más vulnerables, los que están pasando esta crisis solos, o los que están enfermos”. De la misma manera, a la par que obedecen la norma de cerrar la parroquia, han dejado iluminada la capilla que da a la calle, justo al lado de la farmacia a la que acuden muchos diariamente, y desde la que se ve una pequeña talla de la Virgen. Un pequeño signo que en estas semanas, entre tanta falta de alivio, causa entrañable alegría. “Los hay que se paran a rezar unos minutos; y también los que cuando llegan a sus casas nos llaman para agradecérnoslo”, explica. Por otra parte, no han querido dar la espalda a la labor de acción social que se estaba llevando a cabo estos últimos años, y han luchado por mantenerla “aunque de esto se encarga el P. Abel, que es el único que al ser más joven tiene permiso para salir con las bolsas de comida”. En cuanto a los grupos, talleres y puntos de encuentro que se habían formado en torno a la parroquia “estamos viendo cómo darles cauce on-line”, finaliza.

Los datos sociológicos de este último mes de marzo revelan cómo existe un repunte alto de bautizados que desde el inicio de la pandemia buscan la vuelta a la Iglesia. Es una percepción que tampoco pasa desapercibida por el misionero Juan Lozano de la parroquia Corazón de María de Gijón, que desde los primeros días de confinamiento puso en marcha la retransmisión de las misas diarias a través de su canal de Facebook. Un proyecto que ha ido creciendo y que hoy cuenta con más de cuatrocientos visionados diarios. “Y es importante, porque en la misa presentamos todas las necesidades y recogemos las peticiones que durante el día nos van llegando, y así es cómo en poco tiempo los mismos que ven la eucaristía, la recomiendan a otros”. El boca a oreja ha funcionado entre personal sanitario, profesores, gente del barrio de toda la vida, “y ha llegado incluso a otros países como Rusia u Honduras, con necesidades que ahora mismo son bastante parecidas a las nuestras”. También desde Madrid se aprovechan los cauces que nos brinda internet, sobre todo desde que el arzobispado desaconsejara abrir las parroquias. Así, Agustín Sánchez, de la parroquia Nuestra Señora de la Aurora y el Santo Ángel en el barrio de Vallecas, cuelga con más frecuencia la hoja parroquial en la web. “Procuramos transmitir esperanza resumiendo las últimas catequesis y palabras del papa Francisco, porque conocemos víctimas y afectados por este virus, y el panorama es un tanto sombrío”, explica el claretiano. “Y a los que sabemos que no leen desde internet, se lo procuramos hacer llegar por mensaje al móvil”, finaliza.

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