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Parroquia Corazón de María de Logroño, años de gusto por estar cerca de la gente
La tarea de acompañamiento de la parroquia del Inmaculado Corazón de María de Logroño se ha convertido en la forma en que desarrolla su trabajo evangelizador. Los cuatro misioneros que la atienden son bien conocidos en el céntrico barrio donde se halla inserta, a unos pocos minutos del Ayuntamiento y de las avenidas principales de la ciudad. La preocupación por cada uno en el barrio, el trato cotidiano en la catequesis o en la atención a Cáritas y a los enfermos se reconoce en el rostro de los claretianos, que coge fuerza en la expresión tan suya de ese modo cercano y paciente de vivir el Evangelio.
“Desde que comenzase el Estado de Alarma, hemos puesto en marcha una serie de iniciativas pastorales para niños y jóvenes que han superado nuestras expectativas porque desde el principio todos se ha enganchado”, cuenta Julián Ojeda, el párroco. El plan que se ha ido trazando desde el confinamiento no se ha forjado en unos días antes, sino que responde a años de ir desarrollando el gusto de estar cerca de la vida de la gente. En la parroquia, como en cualquier otro ámbito pastoral como por ejemplo el JUCOMA –acrónimo de Juventudes del Corazón de María, donde por cierto estuvieron involucrados algunos de los que hoy ocupan puestos de responsabilidad política al servicio de la ciudad–, se tejen relaciones humanas, donde “no cabe eso de ser anónimo. La acogida, aunque sea para un trámite aparentemente burocrático, así como las reuniones, los encuentros y las caras familiares con las que compartimos la eucaristía durante años, van extendiendo una red donde somos más que rostros”, explica Ojeda. La acción pastoral de estos últimos cincuenta días puede que no difiera mucho de la que se haya llevado a cabo en cualquier otra parroquia de la ciudad: encuentros virtuales que continúan la catequización y preparación de niños y jóvenes según sus etapas “ya sea comunión, postcomunión o JUCOMA”. Lo que quizá marque la diferencia es la implicación de todas las familias que han querido participar de estas reuniones telemáticas. “Por ejemplo, hemos podido realizar representaciones de la Pasión en este pasado triduo pascual, donde los chicos, ayudados por sus padres, nos iban mandado ideas o notas de voz para luego hacer un montaje en vídeo”. El siguiente paso, ahora en mayo, es repetir formato para un envío de ‘Flores a María’ telemático. “Para los de poscomunión y los más mayores de la parroquia nos hemos apoyado mucho en los materiales que nos han ido enviando el Equipo de Animación Pastoral de la Provincia, que está haciendo un trabajo fantástico”, subraya el misionero.
“La parroquia no ha cerrado la escucha, y así también se expresa nuestra labor por el barrio”, resume Ojeda. Es bien sabido que no se pueden celebrar misas, pero sí que se ha querido dejar las puertas abiertas, “y de vez en cuando, alguno que pasa se atreve a cruzar el atrio con el carro de la compra porque viene del mercado, y se acerca a rezar individualmente”. Durante los primeros días, los misioneros pusieron a disposición de quien quisiera unas pancartas de dos metros que a su vez fueron facilitadas por el Ayuntamiento. “Muchos en el barrio, y muchos policías también, aprovechaban para coger una para colgarla de sus balcones… Eran mensajes de ánimo a favor de los sanitarios, una iniciativa muy bonita”. “También nos han llamado para celebrar la unción de enfermos y siempre alguien en la comunidad claretiana quiso responder. Eso sí, tomando todas las medidas de seguridad”.
Finalmente, el apoyo de donantes a PROCLADE no se ha visto diezmado, como tampoco el trabajo de Cáritas “que aquí el obispo ha querido centrar en un único punto, por seguridad. Pero sí que podemos presumir de mucha solidaridad y hemos recibido varios donativos que hemos distribuido por donde cada cual nos pidió que se hiciera”. ¿Y la desescalada? “Sí, bueno, estos próximos días todos nos haremos un test”. Salga lo que salga, no lo duden: seguirán llevando a más y más a Dios. Y con un resultado admirable en una comunidad que roza los ochenta años de media de edad.