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Colegios claretianos: ¡Llega la Navidad!
Se van despidiendo. Comienzan las vacaciones. Cinco de sus colegios se llaman Claret; dos Corazón de María. Niños y adolescentes recogen sus cosas. Aunque sea un año muy raro empiezan ‘las vacaciones de navidad’.
2020 ha sido especial. En marzo aprendimos qué significaba confinamiento. Se decía ‘no hay cole’, pero muchos padres y madres fueron testigos de que lo seguía habiendo aunque de otra manera. Los educadores y el personal de los centros estiraron horarios y pasaron a atender familias y alumnos a todas horas: muy poca gente puede permitirse que sus tres hijos se conecten a la vez, que la red no se caiga, que todo funcione bien.
Los edificios pasaron vacíos unos meses; se tardó en volver a las aulas. Pero los colegios siguieron concentrando muchas miradas. Las comunidades claretianas que los habitan rezaron por muchas familias, por demasiados difuntos; se sintieron muy orgullosas de los cientos de antiguos alumnos que han estado a la altura en los quirófanos, las consultas de atención primaria, las escuelas, los comercios, los comités de empresa…
Y llegó el Adviento
Y regresamos al cole, con miedo a tener que volver a casa cualquier día. Pero hemos ido haciendo camino con salud y mucho esfuerzo. Los centros se han reforzado con monitores, colaboradores, planes de protección, medidas… Los chavales han demostrado haber aprendido la lección. Vivimos con mascarilla, pero sonreímos bajo ella. No debemos abrazarnos, pero hemos aprendido a arroparnos, a abrir el corazón y mantenerlo en alto: ¡arriba los corazones!
Estas semanas, sin descuidar los programas, ha habido horas de capilla, silencio y oración que nos ayudan a prepararnos, de vidrieras que nos motivan y centran. Muchas horas de solidaridad, de recogida de alimentos, de concienciación social, de gestos hacia los que tienen menos. Impresiona verlos en todas partes: cajas, paquetes, bolsas… Chicos que crecen sabiendo pensar en el otro.
La cercanía de la Navidad nos hace mirar a Belén y contemplar el misterio de Dios, pero también invita al humor, al baile, a provocar sonrisas, seguros de que el Niño y su Madre gozan con nosotros.
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Se multiplican los villancicos, las grabaciones; el arte se hace tarjeta, video, nuevos medios… La mascarilla y la bata blanca ayudan al profesor, al claretiano, al alumno de eso o bachiller a esconder su timidez.
Los fondos difieren: hay aulas muy remozadas; otras piden un retoque de pintura. En unas se ven mapas del mundo, en otras de la región. En Valencia todo aparece en tres idiomas; en Zamora se aprovechan los espacios abiertos; en Gijón la iglesia luce renovada. Los reyes magos han dejado sus buzones en Contrueces; han estado con los peques de Madrid; han charlado por video-llamada con los de Benimaclet. ¡Que nadie se asuste: este año los Reyes también vendrán, aunque muchos alumnos de Valencia Fuensanta no hayan oído hablar de ellos en los países en los que nacieron!
Las formas han cambiado: la comunidad educativa de Segovia sigue felicitando a toda la ciudad; la de Aranda de Duero aprovecha su concurso de tarjetas de navidad para ayudar a Cruz Roja; el EPAP usa nuevos medios para dirigirse a los educadores.
Y vendrá la Navidad
Pero el fondo es el mismo. Dios nos ha querido siempre. Dios diseñó un mundo de fraternidad, de filiación liberadora, de justicia. No quiso dejar duda: pagó el precio de la entrega de su Hijo. Lo hizo niño para revelar el poder de la ternura, de lo pequeño, de lo más débil. Abrió las puertas de su casa a todos y para siempre. Y no nos dejará nunca, haya los virus que haya. Un Niño nace para todos. Somos hermanos. ¡Feliz Navidad!