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Misiones parroquiales, Iglesia en salida

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“Así fue desde el principio: Jesús anuncia la Buena Noticia a los pobres, a los enfermos, a todos los necesitados de vida; porque la misión parroquial es vida”. Así lo expresó Salvador León, religioso claretiano que durante años perteneció al Equipo de Misiones Populares de esta Provincia y colaboró con los Redentoristas en distintas misiones de América Latina. “Las misiones parroquiales no son lecciones de teología, ni tratados de misionología, ni clases magistrales objeto de estudio. Son experiencias del Espíritu Santo encarnado en las situaciones de la cotidianidad humana”, continuaba en una charla online ofrecida hoy desde los canales del CESPLAM (Centro de Estudios y Planificación Misionera del Equipo Misionero de los religiosos Redentoristas en España). “No hay misión parroquial sin misioneros parroquiales que se dejen revestir por la fuerza del Espíritu para continuar siendo testigos-mensajeros del Señor Resucitado”.

El Equipo Misionero de los religiosos Redentoristas nació con la finalidad de renovar, actualizar y continuar las tradicionales misiones parroquiales, convenientemente actualizadas en formas, métodos y contendidos, y por ello el P. Salvador comenzó su conferencia para ellos con un interrogante: “¿Cómo dar un nuevo aliento al CESPLAM? ¿Qué nos cabe hacer ahora después de todo lo aprendido y vivido?” Una respuesta que se convirtió en una llamada a la acción: “Orar y misionar”.

“La fecundidad de la misión dependerá siempre de la unión que tengamos con el Señor Jesús”, advirtió desde el principio. “Jesús llamó a los que quiso para que estén con él y enviarlos a predicar. El orden aquí es determinante. El alma de la misión es estar con Jesús primero y ‘capacitarse’ junto a él para ser enviados como misioneros apostólicos”, redundó.

Hablar de misionar es “hablar de una única misión: anunciar a Jesucristo”. “No se puede misionar como quienes fueron a construir la torre de Babel”, incidió el claretiano. “Nos pasamos la vida queriendo ser un poco Dios, es decir, lo que no somos. Babel representa la necesidad de poder. Significa plantear el ministerio como forma mundana de ir subiendo en la escala del éxito, de la fama, del poder, de la afirmación de uno. De la propia gloria, en vez de por la mayor gloria de Dios”. Frente a ello, “es necesario hacer buenos discernimientos para una acertada construcción de la ciudad de Dios. Que las misiones parroquiales se articulen conforme a la lógica evangélica y no sobre el amor a uno mismo, a los propios gustos y a los propios intereses. Necesitamos pedir a Dios identificarnos con las palabras de Jesús: “Yo no busco mi gloria””, finalizó.

¿Sirve para algo lo que hacemos como misioneros?

El propio P. Salvador León no quiso pasar por alto que “la situación de no pocas parroquias y comunidades cristianas es crítica. Las fuerzas disminuyen y los mas comprometidos se multiplican para abarcar todo tipo de tareas, y decimos ‘siempre los mismos’. Los mismos para todo”. Y a renglón seguido, pasó a explicar que “lo decisivo no es el activismo, si no el testimonio de vida que podemos irradiar como misioneros”. En este sentido, también es frecuente encontrarnos con situaciones de derrota e impotencia. “¿Cómo dar de comer, dar esperanza y sentido a tanta gente y a tanta multitud? ¿Cómo saciar la sed de vida de tantas personas? ¿Dónde vamos a comprar panes para que coman todos estos? Hay veces que directamente no tenemos de nada”, concedió. “Pero en medio de nuestras propias preguntas también podemos descubrir que ahí estaba el Señor invitándonos a responsabilizarnos de las vidas de nuestros hermanos. Compartiendo el pan de nuestra compañía y de nuestra escucha. El pan de la mirada, de la palabra. El pan de asumir su necesidad”. “Con cinco panes y dos peces se puede producir el milagro”.

La última palabra la tiene la Palabra

La historia no se le escapa a Dios de las manos. Misionar es hacer exactamente lo mismo que hacía Jesús, es decir, ir a donde Él mismo quisiera ir. Nosotros hacemos las veces del Señor, transparentando a el que nos envía. ¿Pero cómo misionar ahora?

En primer término, amando a las personas, es decir “ligándolas a Dios”. Seguidamente, “dejando que el mensaje del Reino nos impregne primero a nosotros”. “Se trata de tener una unidad entre ministerio pastoral y experiencia personal”. A renglón seguido, actualizar la misión hoy es, a juicio del P. León, “no trazar metas equivocadas”. Y para desmenuzar esta idea, recurrió a la parábola de Zaqueo en Jericó. “Todo Jericó aparece corriendo para escuchar la palabra de Jesús, y experimentar sus signos. Pero él, en vez de preocuparse de eso, se detiene solo en Zaqueo, y se dirige al recaudador pidiéndole alojamiento en su casa. Jesús ve en esa persona que lo necesita ahora y se dedica exclusivamente a ella. Yo he llegado a pensar que a cuántas personas debió Jesús de decepcionar por este vivir suyo desde la voluntad de Dios”. “A nosotros, al igual que Jesús en Jericó, solo se nos pide dar signos creíbles de amor, esperanza y misericordia.”, explicó.

Y por último, la comunión eclesial. “Tal vez haya que abandonar algunas cosas importantes, pero no podemos dejar a un lado la comunión con el Señor y la comunión con unos y otros. Eso es lo mejor que podemos hacer. Tenemos que despedirnos de una Iglesia administrativa y burocrática, llena de documentos, que parece más empresaria que otra cosa. Crear comunión significa precisamente lo contrario a esa imagen”.

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