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Gozosa celebración de bodas de oro sacerdotales
Hace cincuenta años, un nutrido grupo de misioneros claretianos fueron consagrados sacerdotes y hoy toda su provincia desea sumarse fraternalmente a esta gozosa efeméride expresando su gratitud al Padre por el don de la vocación. Hoy es, por tanto, momento oportuno de celebrar y así lo han querido hacer ellos. De tal forma, en la mañana del pasado miércoles 24 de agosto se reunieron en la casa de Colmenar Viejo (Madrid) los misioneros PP. Gregorio Gañán, José Antonio Palacios, Pedro Gil, Jaime Aceña, Mons. Ángel Garachana, Card. Aquilino Bocos, Alfredo García, Pablo Largo, Manuel Rodríguez y Juan Álvarez, que juntos hicieron memoria agradecida celebrando con detalle una cuidada eucaristía. Ayer, la convivencia entre los misioneros se prolongó con sendas visitas a Segovia y a La Granja, tierras claretianas.
Recordar en el Señor tantos y tantos acontecimientos vividos en estos años hace brotar en los homenajeados un mismo sentimiento, el de gratitud por la misericordia del Señor durante todos estos años: misericordia paciente, misericordia desbordante. Toda celebración cristiana de un aniversario es, ante todo, celebración de la fidelidad de Dios y manifestación de las obras de su gracia.
Tenían 25 años o quizá 30 años cuando fueron ordenados y desde entonces hasta hoy, un año tras otro de esos 50, y un día tras otro de cada uno de esos años, la palabra que con más exactitud define su vida es servicio; que en el lenguaje eclesial se dice ministerio. Hoy tienen 75, alguno pocos más de 80 y sienten el cansancio de los buenos sacerdotes. Siguen trabajando en medio del pueblo fiel de Dios que les fuera confiado, y muchos en lugares muy abandonados y peligrosos. Y este cansancio es como el incienso que sube silenciosamente al cielo, que va directo al corazón del Padre. Es un cansancio bueno aquel que viene del estar en medio de la gente: “Es el cansancio del sacerdote con olor a oveja”, como nos recordaba el papa Francisco en su homilía en la Misa Crismal de abril 2015. Y lo seguirán haciendo, Dios mediante, con la conciencia de que “solo el amor hace descansar”.