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Celebrar con pasión la memoria de nuestros mártires
Desde hace trece años, cada 6 de noviembre, -este año, domingo-, la Iglesia católica en España celebra con rango de memoria obligatoria a los mártires del siglo XX en nuestro país, en concreto en el periodo histórico de la persecución religiosa desatada entre 1931 y 1939.
Este año se cuentan treinta y cinco desde la primera de las beatificaciones -fueron tres religiosas de la orden de las Carmelitas Descalzas martirizadas en Guadalajara-, tiempo tras el que han sido declarados 2096 beatos mártires, algunos ya canonizados: obispos, sacerdotes, religiosas, religiosos, seglares de toda edad y condición. Durante el pontificado de Juan Pablo II fueron beatificados 471 mártires; con Benedicto XVI fueron beatificados 530 y durante estos últimos años, con Francisco en el gobierno de la Iglesia, se han duplicado estas cifras, llegando, de momento, hasta los 1095 beatificados. Han sido muchos los nombres, y decenas las ceremonias de beatificación y canonización, entre las que destacan las de Roma, en 1992 y en 2007, o Tarragona en el pasado año 2013. A nuestra Congregación le incumbe especialmente el deber de la memoria para no descuidar este patrimonio incomparable.
El testimonio de nuestros beatos es un ejemplo vivo para todos nosotros. Como recordaba san Juan Pablo II en la beatificación de los 51 de Barbastro, “al ser jóvenes y estudiantes de teología la mayoría de ellos, su vida es como una llamada a reconocer la validez permanente de una adecuada formación e intensa preparación, basada en una sólida piedad, en la fidelidad a la vocación y en la pertenencia gozosa a la Iglesia, sirviéndola a través de la Congregación de los Hijos del Inmaculado Corazón de María; en una vida abnegada de comunidad; en la perseverancia y el testimonio de la propia identidad religiosa. Sin todos estos presupuestos, los beatos no habrían podido alcanzar la gracia del martirio”.
Todos estos mártires nos han dejado un mensaje particular, el de perdón de los enemigos. Testimonio unánime es que los misioneros claretianos murieron glorificando a Dios y perdonando a sus verdugos. Muchos de ellos en el momento del martirio repiten las mismas palabras de Cristo: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”. Todos prefirieron morir antes que renunciar a su vocación cristiana.
Por todo ello daremos gracias este próximo domingo. Por este valor, que fue el mismo que nuestros mártires pusieron de manifiesto en el momento supremo de la prueba. El valor y la fuerza de la fe, la esperanza y el amor, que resultó ser más fuerte que la violencia. Al borde de cumplirse 90 años de estos sucesos hemos superado la crueldad de los fusilamientos y todo el sistema de odio de aquel torbellino inexplicable del año treinta y seis. Ha llegado la hora de la normalización en la sociedad y en la Iglesia española. Hemos necesitado tiempo para asimilar el perdón que nuestros mártires ofrecieron, pero queremos y necesitamos sentirnos sucesores de la misma profesión de fe que nuestros hermanos hicieron años antes, y por eso celebraremos con pasión este próximo 6 de noviembre. Como dejó escrito el ya fallecido cardenal Fernando Sebastián, “nuestro cristianismo no será históricamente normal ni evangélicamente verdadero mientras no nos sintamos serena y cálidamente herederos de estos testigos del Evangelio de Jesús”.
Mártires Claretianos, testigos de paz y reconciliación
Al hilo de los treinta años transcurridos ya desde la creación del Museo de los Mártires de Barbastro, el gobierno provincial de los misioneros claretianos de Santiago ha encargado una actualización del espacio expositivo, aprovechando los lenguajes presentes para transmitir con fuerzas renovadas el mensaje de alegría y perdón que nos dejaron nuestros hermanos, víctimas del martirio. Para ello, ha nombrado una comisión liderada por la prefectura de espiritualidad, a cuyo frente se encuentra el P. Anthony Igbokwe, que contará con la ayuda del misionero Miguel Ángel Velasco en tareas de dinamización. De tal modo, estos próximos días, se irán sucediendo diversas reuniones que tienen por objetivo modernizar algunos elementos. Por lo pronto, está previsto plantear introducciones diferenciadas de audio-video para cada itinerario, según el público asistente en cada momento. También se discutirá si colocar marcas ‘QR’ para facilitar las explicaciones de cada objeto en la visita, y se valorará si utilizar otros recursos audiovisuales.
Nuestros mártires nos dejaron un legado que sin duda nos ayuda a traducir lo que los Misioneros Claretianos estamos llamados a ser en el mundo, y queremos seguir trabajando en la actualización de esta preciosa herencia de paz y reconciliación que con nuestro museo queremos difundir.
