Claretianos en la ONU: integración política global, visión, voluntad y Evangelio

En medio de la lucha que está librando el mundo entero contra la pandemia y la recuperación económica vinculada al coronavirus, la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas, que este año ha hecho memoria de 75 años de trabajo por la justicia y la paz desde que fuera creada, se reunió virtualmente en diversos encuentros que comenzaron a mediados de septiembre y en los que ayer presentaron una declaración final que abundaba en la necesidad del fortalecimiento de su propio sistema. No en vano, aunque la organización sea la prueba fehaciente de una ordenanza supranacional que coloca el interés colectivo por encima de los particulares de cada país, adolece ya de problemas estructurales que dificultan su funcionamiento. “Hay muchas expectativas puestas en su urgente renovación”, explica el misionero Miguel Ángel Velasco, que forma parte de un pequeño grupo de claretianos a los que el Gobierno General de la Congregación ha destinado a trabajar y participar de este sistema de seguridad colectiva y gobernanza mundial que es la ONU.

Efectivamente, estos religiosos están al tanto de todo lo que se cocina allí, pues aunque los miembros son los países y lógicamente son ellos los que deciden, en el proceso de tramitación de lo que finalmente resulta aprobado hay diversas consultas “y es en ellas donde participamos”, explica Velasco. Para llegar hasta ahí, y que su voz pueda ser escuchada, los claretianos han obtenido el reconocimiento ante el Consejo Económico y Social (ECOSOC), que trata principalmente los asuntos sociales, medio ambiente, y desarrollo, así como los derechos humanos y las libertades fundamentales. “Nuestro destino se explica en una doble tarea: por un lado, dar a conocer a la Congregación qué se está hablando y decidiendo en la ONU y cómo funciona la ciudadanía global; y por otro, consensuar con nuestros hermanos claretianos aportaciones de los temas que se deciden en los distintos departamentos de la ONU: de lo local a lo global y de global a lo local”. Es decir, ellos, antes de realizar sus aportes y presentar sus conclusiones en los diversos encuentros y asambleas de la ONU, consultan con misioneros que saben de primera mano los orígenes y vicisitudes de la problemática que ocupe en cada caso y en cada territorio o nación. “Los claretianos estamos en más de sesenta países del globo, muy pegados a la realidad de la gente”, apostilla el religioso. “Podemos y debemos compartir nuestra riqueza”.                                

75º Asamblea General

Al respecto de esta última Asamblea General, Miguel Ángel Velasco resume el ambiente que se ha respirado estos días. “La crisis sanitaria del virus ha traído unas consecuencias que se traducen en un enfrentamiento entre puntos de vista opuestos, es decir, hay Estados Miembro que por un lado priman intereses particulares frente a otros que solicitan una perspectiva más amplia que ahonde en la interdependencia entre países para así resolver más ágilmente, basándonos en una mayor cooperación internacional”. Este conflicto ha hecho sobresalir la cuestión a la que aludía Velasco al principio: ¿es la ONU una organización poco eficaz por mantener aún una arquitectura institucional anacrónica, más propia del orden internacional de hace 75 años? ¿No es hora ya de una renovación para los problemas que la humanidad enfrenta en este momento? “Obviamente, sí”, sentencia el claretiano. “Primero porque hace falta una reforma en el Consejo de Seguridad, por lo menos en lo concerniente a la elección y representatividad de sus miembros. También habría que replantear el modo en que se toman las decisiones en las Asambleas Generales. Habría también que ampliar las competencias del Tribunal Internacional de la Haya, pues solo puede intervenir en caso de que un país actúe en contra de los Derechos Humanos. Y toda esta falta de operatividad se ha vuelto más visible durante la pandemia, y por tanto ha salido a relucir en esta Asamblea”. "Hay que pasar de las buenas palabras a los hechos. En este sentido la Unión Europea lo está haciendo aceptablemente bien", pero lamenta que “la ONU ha de buscar una efectividad real que ahora no tiene”. Y a renglón seguido matiza que “las dificultades no vienen de la organización en sí. Más bien vienen de países que no están por el multilateralismo, como es el caso del Presidente de Estados Unidos, Rusia, China y algunos más”. En este sentido, los claretianos en la ONU están en línea con las opiniones por el papa Francisco, que en su reciente intervención en la Asamblea cuestionó “la voluntad política de algunos países del mundo entero para resolver conflictos que nos atañen a todos”.

17 Objetivos de Desarrollo Sostenible

La ONU ha venido liderando estos últimos años un proyecto global para aplicar medidas y políticas sociales y sanitarias coordinadas multilateralmente, que en opinión de Velasco son el camino correcto para resolver problemas globales, como las epidemias o el cambio clomático. “Estoy hablando de la Agenda 2030 de Objetivos para el Desarrollo Sostenible (ODS 2030), que suponen una oportunidad para que los países y sus sociedades emprendan un nuevo camino con el que mejorar la vida de todos, sin dejar a nadie atrás. La Agenda cuenta con 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible, que incluyen desde la eliminación de la pobreza hasta el combate al cambio climático, la defensa del medio ambiente o el derecho al agua limpia y al saneamiento”. El misionero lo sabe de primera mano, “pues nosotros, los claretianos, ayudamos a cada país para que puedan llegar a realizar sus proyectos, y de esta manera tenemos voz en la implantación de la Agenda 2030 en cada territorio”, especifica. “Proyectos que, como no puede ser de otro modo, están en plena sintonía con el estilo de vida que nos propone el Evangelio”. Y de eso saben un rato. “Muchas veces nos ha tocado ser críticos, sí”, finaliza.