Ser claretiano, la riqueza de una convivencia inter-cultural

En las comunidades claretianas es habitual, desde hace muchos años, que de vez en cuando algún huésped venido de cualquier parte del mundo, conviva durante unos días con nosotros. Desde hace muchas décadas es así.

Pero la situación ha cambiado en los últimos años. Ya no se trata de que alguien “de otro sitio” esté unos días con nosotros. Cada vez es más frecuente que una comunidad esté formada por personas, en nuestro caso por Misioneros, que hemos nacido en países muy diversos.

En este momento, al comenzar 2013, en trece de las treinta y ocho comunidades de la Provincia convivimos personas de orígenes muy diversos y otras comunidades han vivido recientemente la experiencia. La circunstancia, que se reduce en varios casos a la presencia de españoles y un claretiano de otro país, se hace especialmente significativa en algunas comunidades como las de Colmenar Viejo (Comunidad Formativa), Salamanca o la Curia Provincial, en las que convivimos claretianos nacidos en cuatro, cinco y seis naciones distintas. La experiencia adquiere matices especiales cuando esa convivencia se da, además, en un contexto cultural distinto, como acontece en París, Zürich, San Petersburgo o Murmansk, en Rusia.

Precisamente en los primeros días de febrero, en torno a la Jornada Mundial de la Vida Consagrada, que se celebra el día 2, la Iglesia hace públicas estadísticas sobre la distribución de los religiosos y las religiosas en los diversos continentes. Desde hace años el número de religiosos de origen asiático y africano aumenta progresivamente. Nuestra Congregación (¡gracias a Dios!) también lo está experimentando.

La convivencia de los que tenemos orígenes distintos tiene sus complicaciones, pero también su gran riqueza. Compartir la misma vocación nos permite orar juntos, ayudarnos a crecer, complementarnos y reírnos. Que todo sea para servir mejor al Reino de Dios.