Se encuentra usted aquí
Avanzando en la protección de los menores
Sin llamar la atención a nadie, dando muestras de tomarse en serio el tema que les reúne y concediendo una primacía singular a la escucha de las víctimas, varias decenas de personas volvieron a reunirse el último sábado de febrero para continuar su reflexión.
Los alumnos del curso, que han vuelto al trabajo a comienzos de febrero, contaron esta vez con la presencia de dos religiosos bien acreditados en sus disciplinas. Durante toda la mañana, tras la celebración de la eucaristía, el Prof. Manuel Arroba Conde, misionero claretiano, juez de la Rota de la Nunciatura de España y consultor de la Congregación para la Doctrina de la Fe, reflexionó con los presentes sobre una serie de elementos que nunca han de faltar en la investigación de comportamientos inapropiados y posibles delitos y trasladó al auditorio iluminadoras sugerencias respaldadas por muchos años de experiencia. La seriedad de los temas, y sobre todo la dignidad de todos los implicados, singularmente de las víctimas, exige un proceder que extreme el cuidado y el respeto.
Gran parte de la tarde fue la religiosa vedruna Covadonga Orejas, del equipo Ruaj de animación y acompañamiento, quien reflexionó sobre las características que ha de tener una buena relación de acompañamiento. Orejas salió al paso de una serie de errores que, muchas veces con buena intención, pueden cometerse en este servicio y, muy en concreto, en el camino compartido con las víctimas de abuso.
El encuentro adquirió un tono bien distinto cuando, con gran valentía, afecto y transparencia, una mujer joven, víctima de abusos sexuales cometidos por su acompañante espiritual, religioso sacerdote, tomó la palabra para compartir su experiencia con alumnos y profesores del curso. Como señala la crónica más amplia de la jornada, el silencio y el respeto cortaban el aire de la sala. Su testimonio llevó a muchos de los presentes a afianzarse en la necesidad de extremar el cuidado de todo gesto y palabra y de apurar el respeto sagrado que toda víctima merece. No se comentaron experiencias de hace medio siglo o de hace veinte años, sino de diálogos y encuentros bien recientes, que dejaron muy clara la necesidad de seguir aprendiendo y formándose. La valiente compareciente atendió muy amablemente al final de la sesión a un buen número de personas que quisieron a saludarla.
Ningún gesto de afecto será excesivo. Ningún cuestionamiento sobre nuestro hacer como discípulos de Cristo está de sobra. Alentados por la luz del magisterio de la Iglesia y el empeño del Papa Francisco es necesario seguir adelante con decisión. El Instituto de Vida Religiosa de Madrid y el Centro de Protección de Menores de la Pontificia Universidad Gregoriana preparan las jornadas presenciales de abril y mayo y la segunda edición de este Curso en el que participan hombres y mujeres de varias decenas de diócesis españolas e institutos de vida consagrada.