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40 años de una comunidad cristiana nacida en la Pascua

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Curso 1982-1983; el P. Aquilino Bocos cmf constituía el primer equipo de Pastoral Juvenil Vocacional de la entonces Provincia Claretiana de Castilla. Unos cuantos jóvenes procedentes de los grupos juveniles de Ciudad Real llegaban a Madrid para estudiar en la Universidad; buscaban continuar la experiencia de vida de fe en grupo vivida en la parroquia de San Pedro y se pusieron en contacto con el Equipo de PJV y conmigo en concreto. Comenzamos a tener reuniones periódicas en la parroquia del Corazón de María de Ferraz. El verano de 1983 el Centro Juvenil del Colegio Claret de Madrid tenía su campamento en Torrecilla en Cameros; Miguel Niño cmf, les había acompañado durante el curso y el campamento estaba a cargo de Domingo Martín Olmo, claretiano en aquél entonces. Allí también había un grupo de jóvenes que entraban en la universidad y que buscaban continuar su experiencia de grupo de fe; se les invitó a unirse al pequeño grupo de los cinco universitarios procedentes de Ciudad Real.

Las primeras convivencias del “Grupo de Universitarios” las realizamos en el chalet de Colmenar Viejo, muy distinto del que hay ahora. Estas convivencias se centraron en su historia personal de relación con Dios; la puesta en común de su experiencia fue la base del “proyecto comunitario”, basado en las “notas de la Iglesia”: “Diakonia, Koinonia, Liturgia y Kerigma o Martiria”. En Navidades tuvimos convivencias en Los Molinos; nuevamente un lugar era muy diferente al actual; el que el P. Tomás Tobes, Prefecto de PJV, llevó colchones recogidos por la Provincia para que pudiésemos dormir, en el almacén del fondo de la finca. Allí formulamos el Proyecto de la Comunidad Juvenil de Universitarios; basado en la oración comunitaria y formación semanales, el compromiso con la Iglesia y la sociedad y una organización comunitaria basada en los servicios comunitarios. Por entonces yo estaba estudiando Pedagogía en Comillas y los universitarios me acusaban de tenerles de conejillos de indias. En paralelo, en el equipo de PJV, íbamos formulando el proyecto de Comunidades Juveniles.

En la Cuaresma de 1984, inspirados en la experiencia tenida por los seminaristas en Somontín, Almería, con el P. Fernando Campo, comenzamos la experiencia que iba a definir la trayectoria de esta comunidad hasta ahora mismo; sin ella no hubiésemos llegado a celebrar los 40 años; fue la Pascua Misionera. Desde entonces nos empezamos a llamas Comunidad de Universitarios Pascua. En cada Cuaresma de preparaba la Pascua Misionera: una semana de presencia en uno, dos o tres pueblos, del Domingo de Ramos al de Resurrección. Las visitas a las casas, la catequesis y celebraciones para niños, adolescentes, jóvenes y adultos, no permitían la inactividad. Las celebraciones del Triduo Pascual preparaban con el pueblo. Cada grupo vivía la Pascua, en la casa del cura; en cada uno de los pueblos, el pequeño grupo de unas diez personas se organizaba con diversos “servicios comunitarios”, como la misma Comunidad Pascua: coordinador, ecónomo, comidas, oraciones comunitarias, catequesis de niños, adolescentes y jóvenes, celebraciones. Todo había sido preparado previamente durante la Cuaresma.

No era posible coordinar tal cantidad de actividades en tres pueblos con un solo “cura de la Pascua”; desde el comienzo se formó un pequeño grupo de tres sacerdotes y seminaristas. La experiencia de colaboración, entre todos, fue excelente y creo que todos los que formaron parte de estas experiencias lo recuerdan con grado. La gente de los pueblos, incluido el cura del pueblo, vivían la Pascua como una experiencia excepcional.

En el año 1984 ya había personas que se querían unir a la Comunidad de Universitarios Pascua; en concreto un grupo de alumnas de las Concepcionistas de la Calle Princesa, además de hermanos y conocidos de los miembros de “Pascua”. Vimos la necesidad de explicarles en qué consistía la Comunidad Juvenil Pascua, antes de entrar; así nació la primera Precomunidad y, en paralelo, el primer proyecto de Precomunidades Juveniles de la Provincia de Castilla. Comenzábamos la precomunidad en septiembre; la decisión se tomaba en Navidad y la celebración de entrada al comienzo antes de comenzar la Cuaresma; así que, la precomunidad tenía una duración de unos seis meses.

En estos cuarenta años, han sucedido muchas cosas y los universitarios de entonces se han casado, en su mayoría, y ya tenemos los primeros nietos de aquellos que un día comenzaron en “Pascua”. Las pascuas misioneras se tuvieron que ir transformando a lo largo de los años, según iban naciendo los niños; los retiros comunitarios y las reuniones han ido cambiando al ritmo de los trabajos y los lugares de residencia, pero la semilla ha ido creciendo.

La “Comunidad de Universitarios Pascua” continuó su andadura durante unos años más. El grupo de los mayores, ya trabajadores y con familia, perdió el nombre de Universitarios y “dio a luz” a lo que ahora conocemos como “CLIP”. ¿Qué quiere decir CLIP? En realidad, una pequeña broma: “Comunidad de Laicos Iniciados Pascua”; Parte de los miembros de esta comunidad con 40 años, son Seglares Claretianos.

¿Por qué razón se ha llegado a cumplir 40 años siendo ahora, en su inmensa mayoría, gente creyente y comprometida? Un componente importante fue basar la comunidad en la Eclesiología de Comunión (la Iglesia de Servicios y Ministerios), Iglesia que es Misterio, Comunión y Misión y que se articula según las notas de la Iglesia (Diakonia, Koinonía, Liturgia y Kerigma o Martiria), pero hay algo más. Cada año, la Cuaresma nos ha hecho llamado a preparar la Pascua, los misterios centrales de la fe; la Pascua nos ha hecho anunciar y celebrar a Jesucristo entregado y resucitado. La Pascua nos ha hecho vivir más en profundidad la fe en Jesucristo. Cierto que las convivencias nos han llenado de encuentros personales y dinámicas de grupo y que los campamentos de verano nos llevaron a conocer El Pirineo, Cazorla, Picos de Europa e infinidad de sitios más, pero, en todos ellos, la huella de “lo pascual” como núcleo, estaba presente.

Demos gracias a Dios.

Miguel Ángel Velasco, cmf

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