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Augusto Andrés Ortega (1904-1983), un gran Misionero poco conocido
El trabajo silencioso, alentado por una gran pasión evangelizadora, de varios claretianos (Ildefonso Murillo, José Luis Caballero, Manuel M. Carrasco) e instituciones de la categoría de la Biblioteca de Autores Cristianos (BAC) y la Universidad Pontificia de Salamanca se unen para recordar, casi treinta años después de su muerte, su categoría humana, intelectual y creyente.
¿A quién no le impresionan casi tres mil páginas escritas? Su magnitud no disminuye porque estén repartidas en tres volúmenes. Su título: ‘Escritos filosóficos y teológicos’; su contenido: un buen número de escritos (conocidos e inéditos) del Misionero Augusto Andrés y una serie de trabajos especializados y testimonios sobre su obra.
Salamanca, marco de una presentación
El Aula de Grados de la Universidad Pontificia de Salamanca, una de la docena de instituciones que disfrutaron de la hondura y calidad de su magisterio, acogió el 30 de noviembre la presentación de estos tres volúmenes editados por la Biblioteca de Autores Cristianos, todo un referente en el pensamiento católico hispanoamericano. Presididos por el Dr. Marceliano Arranz Rodrigo, agustino, Rector de la Universidad, tomaron la palabra en el acto el P. Fernando Sebastián Aguilar (CMF), Arzobispo emérito de Pamplona y Obispo emérito de Tudela, y los Dres. Jorge Fernández Labrador, Gonzalo Tejerina Arias y Mariano Álvarez, profesores bien reconocidos en sus ámbitos de trabajo teológico y filosófico.
La obra presentada, fruto del esfuerzo de prácticamente una década, ha sido preparada por los PP. Ildefonso Murillo, José Luis Caballero y Manuel Mª Carrasco, misioneros claretianos los tres (de la Provincia de Santiago aquellos, de Bética éste), prolongando un primer trabajo realizado por el P. Isidro Muñoz Triguero, tristemente fallecido en 1993. Fruto de dicho esfuerzo nos encontramos ahora con esas tres mil páginas, dos tomos de escritos teológicos y uno de reflexiones filosóficas, además de varios trabajos de estudio sobre el P. Augusto, obra entre otras de plumas tan acreditadas como los PP. José Cristo Rey García Paredes, Francisco Rodríguez Pascual, José Luis Caballero (Director de la revista ‘Diálogo Filosófico’) o el trinitario Nereo Silanes. Los volúmenes incluyen también una rica presentación de la vida y obra del P. Augusto, preparada por el P. Manuel Mª Carrasco, que dedicó a comienzos de este siglo su Tesis Doctoral al estudio del Misionero Filósofo.
Un personaje realmente interesante
De vez en cuando se oye que el carisma claretiano da para mucho. La vida del P. Augusto es una prueba más. Figura clave en episodios congregacionales tan importantes como la reflexión sobre el carisma de S. Antonio Mª Claret, el Capítulo General Extraordinario de 1967 o los intentos de reforma del Ordo Studiorum Generalis varias décadas vigente, el P. Augusto vive singularmente preocupado, como Misionero Hijo del Corazón de María, por la búsqueda de la verdad, la comprensión del mundo al que debe anunciarse el Evangelio y la elaboración de una teología y una palabra misioneras a la altura de los tiempos. De su excelente formación y fina inteligencia habló Pedro Laín Entralgo; de la gratitud de muchos a su testimonio de fe, del que se decían deudores, José Luis López Aranguren; de “su profundidad, apertura y amplitud de perspectivas en una época de manifiesta precariedad intelectual”, Mariano Álvarez, Profesor de la Universidad Civil de Salamanca y miembro de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, colaborador en los volúmenes. Las palabras de José Cristo Rey García Paredes, que lo llama “gran mistagogo que nos inició en el espíritu del Concilio”, no son menos elogiosas.
Espejo en el que merece la pena mirarse
La edición -por la que la Congregación y la preocupación misionera por el anuncio del Evangelio deben estar bien agradecidas a los PP. Caballero, Carrasco y Murillo- no debería faltar en la biblioteca de toda comunidad claretiana. El acercamiento al personaje merece la pena: ¿hubo más claretianos con el P. Siervo Goyeneche en el bautizo en el exilio del rey de España, Juan Carlos de Borbón?, ¿intervinieron claretianos como mediadores en la guerra civil española entre los dos bandos para evitar muertes y violencia?, ¿se han sumergido claretianos seriamente en el estudio de Tomás de Aquino, de Heidegger, de Zubiri, de Bergson?, ¿gozó algún CMF de la amistad y el respeto de las grandes figuras de la filosofía española de la segunda mitad del siglo XX?... Todas las preguntas, y muchas más, tienen respuesta afirmativa en la vida del P. Ortega. Son retazos, muy secundarios por supuesto algunos, de una personalidad de cuya hondura y categoría intelectual hablan en los volúmenes quienes pueden hacerlo. Es casi seguro que muchos CMFs no sabemos lo que debemos a Misioneros como Augusto Andrés Ortega, profesor de varios de los Mártires de Fernán Caballero, preocupado como pocos por el espíritu de la Academia de San Miguel, pionero del diálogo entre la fe y las culturas, que llegó a ofrecerse varias veces para ser enviado a China. Estos volúmenes, en los que tantos claretianos de hoy vuelcan su afecto y su sabiduría, nos pueden ayudar a descubrirlo.