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Fallece en Roma el P. Jesús Torres Llorente
* Nació en Ampudia, Palencia (España) el 5 de febrero de 1933.
* Primera profesión el 16 de julio de 1950.
* Profesión Perpetua el 16 de julio de 1954.
* Ordenado Presbítero en Roma el 16 de marzo de 1957.
* Fallecido el 4 de abril de 2014.
En la mañana del 4 de abril de 2014, ha fallecido en Roma el P. Jesús Torres Llorente CMF, a la edad de 81 años. Ha sido una muerte rodeada de sorpresa. Aunque en los últimos años había sufrido algún contratiempo en su salud, se encontraba totalmente controlado. Diariamente acudía de propia voluntad a la Congregación de Religiosos para ayudar en el Archivo. Allí, silencioso, como silenciosos han sido sus últimos años en esta Comunidad de la Curia General, trabajaba ilusionado ordenando expedientes. ‘Tengo trabajo para más de doscientos años’, solía repetir. No lo ha podido terminar.
En la tarde del jueves 3 de abril, extrañados por su ausencia, el superior y el ecónomo de la comunidad tuvieron que forzar la puerta de su habitación encontrándolo, despierto y lúcido, en el piso del baño, pero dolido e imposibilitado para alzarse. Llamados los auxilios de urgencia se le trasladó al “Policlínico Humberto I” en donde fue atendido y estabilizado. Luego de realizados los primeros estudios clínicos todo parecía bajo control, pero hacia las 7,45 de la mañana del viernes 4 de abril, cuando le iban a hacer la última prueba médica, sufrió una una embolia pulmonar unida a un síncope cardiaco. No pudo responder a las atenciones médicas y a las 8,00 h. fallecía en la misma sala de urgencias.
El P. Jesús Torres nació en Ampudia, provincia y diócesis de Palencia, en España, el día 5 de febrero de 1933. Terminados los estudios en su pueblo natal, ingresó en el Seminario Menor claretiano de Segovia. Continuó estudios en Santo Domingo de la Calzada e hizo el año de Noviciado en Salvatierra, en donde profesó el día 16 de julio de 1950. Durante el trienio 1950-1953 cursó la Filosofía en la ciudad calceatense, y allí mismo inició los teológicos que completó en Roma. Licenciado en Sagrada Teología en el “Angelicum”, cursó al mismo tiempo estudios bíblicos superando brillantemente los exámenes ante la Pontificia Comisión Bíblica.
Fue consagrado sacerdote en Roma el día 16 de marzo de 1957, siendo ordenante el Excmo. Sr. Hectore Cunial, Vicario General de Roma. Vuelto a España, fue profesor durante el bienio 1959-1961de varias disciplinas teológicas en el antiguo Colegio teologado que los claretianos tenían en Santo Domingo de la Calzada, compaginando esta labor con otros ministerios. De nuevo en Roma, ejerció de profesor en la Facultad Teológica “Claretianum” durante el bienio 1962-1964.
Durante los años 1961-1966, en tiempos del Concilio Vaticano II, desempeñó la función de Secretario particular del Cardenal Arcadio Mª Larraona, para quien fue una eficaz ayuda. Asímismo, en los años 1962-1966 cursó estudios jurídicos en el “Lateranum” licenciándose en “Utroque iure”.
El año 1966 entró al servicio de la Santa Sede para trabajar en la Sagrada Congregación para los Religiosos e Institutos Seculares (la actual Congregación para los Institutos Seculares y Sociedades de Vida Apostólica), de la que fue nombrado Subsecretario el día 6 de diciembre de 1984, si bien la noticia fue dada a conocer el día 15 del mismo mes a través de los medios de comunicación social.
Durante cuarenta años, día a día, el P. Jesús Torres acudió a la Congregación de Religiosos con espíritu de fidelidad a la Iglesia en el servicio a las innumerables personas que acudían a él pidiendo información y consejo en la aplicación de las disposiciones renovadoras del Concilio Vaticano II y del nuevo Código de Derecho Canónico.
Nunca ostentó el P. Torres la máxima jerarquía en la Congregación de Religiosos, pero su cordialidad, su fácil accesibilidad y su saber de todo le hicieron acreedor al título oficioso de la máxima autoridad en temas relativos a las instituciones de vida consagrada.
Prácticamente hasta los últimos días de su existencia terrena se mantuvo lúcido, emprendedor y con un grande sentido del trabajo y de la responsabilidad. De espíritu reservado, y no falto de buen humor, cuidaba el P. Torres de no dar molestias a la comunidad, procurando en la medida de lo posible una cierta independencia en todas sus actividades.
Nos consuela saber que el Señor le ha compensado sus fatigas con el mejor abrazo de Padre, y que la Virgen le tiene entre sus buenos hijos.
Sus hermanos de la Comunidad de la Curia General y de la Congregación le encomiendan en sus sufragios y agradecen al Señor por este testimonio de vida consagrada al servicio del Evangelio.