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Fin a cuarenta años de presencia misionera en las montañas de Asturias
Apelando a documentos de la Congregación redactados al poco del Concilio Vaticano II, la Provincia Claretiana de León (integrada hoy en la de Santiago) aceptaba en 1972 una propuesta de D. Gabino Díaz Merchán, Arzobispo de Oviedo: hacerse cargo de diecisiete parroquias (más de cincuenta pueblos) en las montañas de Asturias en los concejos de Belmonte y de Somiedo. Asumían entonces la tarea seis claretianos: José María Ellacuría, Dionisio Cerrato, Nicanor Carrera, Jesús Vázquez Aransay, Carmelo Andrés y Manuel Pérez del Amo. De aquel primer equipo hoy, casi cuarenta años después, sobrevive sólo el P. Manuel Pérez, destinado en Villagarcía de Arosa. Salir al paso de una necesidad Se justificaba la aceptación por la preferencia que la Congregación quería entonces dar a las parroquias “de tipo estrictamente misionero” y “a las que se encuentran en zonas necesitadas y difíciles”. En octubre de 1972, en torno a la fiesta de San Antonio Mª Claret, en celebración presidida por el Arzobispo, los feligreses de la Parroquia del Corazón de María de Oviedo despedían a los seis misioneros y llenaban un autobús para acompañarles a Belmonte y La Riera, las dos localidades en las que iban a repartirse para residir. En ellas les esperaban, agradeciendo su llegada, sus nuevos feligreses. Desde entonces han pasado muchas cosas; son casi cuarenta años. Con dolor, acuciados por el descenso del número de Misioneros y por el deseo de responder con calidad a otros retos y compromisos, los Claretianos ponemos ahora fin a nuestra presencia en Belmonte y sus alrededores. Las diecisiete parroquias de 1972 se han convertido en veintitrés; los cincuenta pueblos en prácticamente ochenta, en los que hace cuatro o cinco años residían unas 2.600 personas. Durante cuatro décadas, desafiando con frecuencia la lluvia, la niebla y la nieve, los Misioneros han recorrido carreteras y caminos, animado celebraciones, celebrado la Eucaristía, ofrecido catequesis, clases de religión y grupos de formación, confesado, atendido a los enfermos, a los novios, a los niños, enterrado… Unas doscientas personas expresaban en la Iglesia de Belmonte el sábado 30 de julio la gratitud de un pueblo que se ha sentido querido y atendido. Otros rumbos misioneros El Arzobispo de Oviedo, D. Jesús Sanz Montes, quiso acercarse a Belmonte para despedir a los Misioneros y agradecer su dedicación y entrega a la atención pastoral de los fieles. A los claretianos Miguel Ángel Joglar e Higinio Fernández les ha tocado el momento de la despedida. Los dos suman cuarenta años de servicio a los cristianos de la zona y atenderán a partir de septiembre comunidades del norte de Galicia y Cantabria. A sus nombres, que quedarán en la mente de varias generaciones de vecinos agradecidos, se unen junto a la primera comunidad los de otros Misioneros como Julián Corral, Trófimo Pérez, José Díez Borges, Amable Vega… Como repitió varias veces Mons. Sanz en la celebración de despedida el momento tiene un sabor agridulce: el de la despedida y la gratitud. La Archidiócesis de Oviedo discernirá ahora cómo seguir atendiendo la fe de estos cristianos que siguen deseando que los sacerdotes compartan su vida. El Superior Provincial de Santiago, Manuel A. Tamargo, retenido en Paraguay por problemas de navegación aérea, se hizo presente en la celebración del día 30 con un emotivo mensaje de despedida. Claretianos venidos de Oviedo, Gijón y Madrid, entre ellos dos miembros del gobierno provincial de Santiago, participaron en la celebración. Gracias, cristianos de Belmonte, La Riera y de más comunidades de la zona. Los Claretianos también hemos sido enriquecidos al compartir nuestra fe con vosotros. Ojalá la decisión dolorosa de marcharnos redunde en un mejor servicio evangélico y misionero en otros lugares.