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Gustando y viendo qué bueno es Dios: Alberto Abelenda, ordenado sacerdote
El convento de Baltar, entorno al que los Misioneros Claretianos dieron sus primeros pasos en Galicia hace casi ciento diez años, ha servido estos días de ‘centro de operaciones’ y alojamiento de varias decenas de personas, muchas de ellas jóvenes, llegadas a Ferrol para la ordenación de Alberto Abelenda, destinado los últimos años a la comunidad claretiana de Segovia.
En una celebración bien hermosa, sencilla y llena de significado, el Obispo de la Diócesis, el también misionero claretiano P. Luis Ángel de las Heras, ordenó presbítero a Alberto, al que dieron el abrazo de bienvenida cerca de treinta sacerdotes entre los que estaban algunos sacerdotes seculares y hermanos de congregación venidos de Asturias, Madrid, Castilla-León y las dos comunidades claretianas de Galicia.
La asamblea eucarística reflejaba muy bien en su composición gran parte del itinerario creyente de Alberto: su familia de sangre, su comunidad parroquial de origen, algunos de sus catequistas y compañeros de adolescencia y juventud, miembros de la Familia Claretiana venidos de diversos lugares (Segovia, Gijón, Madrid, Zamora…), con una especial representación de los tres colegios de la Provincia de Santiago en los que ha sido profesor, un buen número de familias ligadas a Taizé y a su espiritualidad, voluntarios y responsables del Albergue Santa María de la Paz de Madrid, niños y personas mayores…
En una homilía muy rica en referencias claretianas, Mons. De las Heras recordó la condición de elegido, ungido y enviado de Alberto, que respondió a las preguntas del rito de ordenación en gallego y presidió la mañana siguiente en el mismo templo parroquial la celebración eucarística del domingo en la que una de las niñas de la comunidad se acercaba por primera vez a la eucaristía.
Las instalaciones de la casa de Baltar, preparadas con el mimo y entrega habituales por algunas seglares y catequistas de la zona, facilitaron un intenso fin de semana de encuentro, en el que no faltaron la oración, la reflexión y el compartir sobre algunos proyectos misioneros y de pastoral social y el gozo de la convivencia.
