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SANTIAGO Y TAIZÉ: peregrinando con los más jóvenes

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Peregrinar es hacer un viaje a un lugar significativo de fe, con un carácter de búsqueda de Dios, de reconciliación y/o de agradecimiento. Muchas culturas y religiones tienen la peregrinación como una de sus mediaciones importantes. En el cristianismo hay muchos lugares hacia los que, todos los años, se dirigen miles de personas, como peregrinos.

En el reciente Congreso Nacional de Pastoral Juvenil (noviembre 2012) se habló de las peregrinaciones como momentos fuertes en el seguimiento a Cristo. Y así lo llevamos cuidando muchas instituciones pastorales de nuestro entorno, con los más jóvenes.

Los Claretianos de Santiago, siguiendo una costumbre de hace bastantes años, hemos vivido este verano dos experiencias de peregrinación juvenil a dos lugares significativos de fe: Santiago de Compostela y Taizé.

La peregrinación a Compostela nos conecta con uno de los testigos de primera hora de la fe: el Apóstol  Santiago, cuyos restos, según la tradición, reposan en la Catedral de ese lugar. De las muchas vías por las que se puede llegar, nosotros elegimos el camino portugués. Y elegimos llegar a pie, tras recorrer 200 km desde Lanheses (Portugal) en nueve etapas. Son muchos los valores del camino: el avanzar paso a paso con otros, esforzarse y ser ayudado, superar cansancios atraídos por la meta… a la vez que vamos repasando a cada jornada la propuesta de Jesús a su seguimiento. Y son muchos los valores de la llegada: sentirnos Iglesia con otros, animados a continuar el camino de la vida hasta el abrazo del Padre, fortalecidos en la fe y motivados para compartirla con otros.

La peregrinación a Taizé nos conecta con una Iglesia viva, en la búsqueda de la reconciliación. Somos acogidos por una comunidad de hermanos de distintas confesiones cristianas (católicos, protestantes…) que comparten su vida de fe con los que se acercan: tres oraciones al día, reflexiones bíblicas, diálogos que relacionan la fe con el arte y la cultura, posibilidad de acompañamiento espiritual, y eucaristía compartida. Un lugar de encuentro, de búsqueda, de fortalecimiento, de reconciliación. Beber del agua fresca de la fe para continuar el camino de la vida. En nuestro caso, cuando podemos, aprovechamos el viaje en autobús para acercarnos también a algunos lugares claretianos. Este año pudimos parar en Vic, recordando la vida de nuestro fundador, y en Fontfroide, lugar donde entregó finalmente su vida al Padre. Un buen complemento a nuestra peregrinación.

Santiago y Taizé, dos peregrinaciones que son, para muchos jóvenes, momentos fuertes en su seguimiento de Jesucristo.

Equipo de PIJV
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