La Pastoral Infantil y Juvenil retoma caminos

Como tantos otros aspectos de nuestra vida, también la programación de las reuniones de principio de curso en las distintas áreas de trabajo de la provincia se están viendo afectadas, y en consonancia, el primer encuentro del Equipo de Animación Pastoral (EPAP) con el que arrancó el presente curso 2020-2021 se desarrolló de manera telemática, convocando, pese a todo, a más de cuarenta representantes, entre claretianos y laicos, de distintas posiciones provinciales. Todos ellos, en un tiempo aproximado de cuatro horas durante la mañana de este pasado sábado, se conectaron para reflexionar sobre nuestro hacer pastoral y consensuar las primeras conclusiones de las acciones puestas en marcha desde el primer momento del confinamiento.

Siguiendo el tema del encuentro, -‘Hagamos zoom en clave de esperanza’-, en la mayor parte de la reflexión se ajustó el foco sobre nuevos proyectos pastorales, otorgando aire y profundidad de campo a lo vivido estos últimos siete meses. Y de tal modo comenzó el claretiano Pedro Manuel Sarmiento ofreciendo un análisis sociológico de mirada positiva sobre los jóvenes, principales destinatarios del quehacer pastoral. “La tarea más urgente es saltar más allá de los clichés prestablecidos que pesan sobre los jóvenes, es decir, aquellos que se nos acaban presentando como enormes dificultades que impiden llegar a ellos, pues la juventud es mucho más que una mentalidad autosuficiente e inconsciente”, afirmó en un primer momento. “De sus valores se desprenden unos retos que deberíamos aplicarnos, como por ejemplo, la búsqueda de la utopía, una necesidad de cordialidad, o esa actitud rebelde de ponerse el mundo por montera”, continuó.

A renglón seguido, José Manuel Sueiro, claretiano que forma parte del equipo de pastoral desde los principios de éste, tomó la palabra para dar cuenta de una reflexión que apuntó los nuevos caminos que deberían transitar aquellos que buscan seguir propagando la Buena Nueva. Así, hizo girar su discurso sobre tres claves que invitaban a pensar en lo vivido en estos meses de pandemia. La primera de ellas puso el acento en la necesidad de encuentro, más allá de los espacios, pasando “del catecismo a la Palabra encarnada”. En segundo término, enfrentó las consecuencias del confinamiento -con su comparsa de exclusión y soledad- que sufrió la mayoría de la población, con aquellas otras crisis que desde siempre, sin necesidad de pandemia, padecen los que resultan permanentemente olvidados. La tercera y última de las claves volvió la mirada sobre los nuevos vínculos y presencias que se abrieron con las nuevas tecnologías a través de internet.
 
Tras un rico y aprovechado momento de diálogo entre los participantes, el cual valió también para saludar calurosamente a Susana Miranda, nueva coordinadora de pastoral en el colegio Claret de Aranda del Duero, se dio paso al segundo bloque de la reunión, aquel que formularía necesarias preguntas sobre la capacidad de adaptación que esta nueva situación obliga a preparar. Por ello, Jorge Ruiz Aragoneses, también integrante del EPAP, abordó en un primer momento el tema de la comunicación, tarea fundamental para explicar y hacerse entender en este nuevo escenario que ha traído la crisis sanitaria. El religioso segoviano invitó a mirar en los inicios del confinamiento, y cómo desde la única premisa de “desear comunicar eficazmente”, se abrieron distintos perfiles hasta en cinco redes sociales, donde se fue dando cuenta de mensajes adaptados a cada público y a cada momento. Seguidamente explicó el nuevo logotipo del EPAP, y para terminar quiso cerrar su intervención con una invitación a caminar juntos, comunicando lo que somos de manera clara y segura e invitando a abrir cauces donde la información fluya eficientemente.
 
Ya en el último tercio de este encuentro digital, Adolfo Lamata, que fue el encargado de conducirlo y dar paso a cada una de las secciones y bloques, se encargó personalmente de informar del estado en que se halla el post-fórum. “Identifiquemos dónde tenemos trabajo en ‘pastoral +18’, y cómo podemos aportar y seguir sirviendo”. Para ello, distintos participantes informaron de su situación respecto a este tema y ayudaron a intercambiar ideas, repensando esta parte de la pastoral desde las singularidades de su posición. En un segundo momento, el mismo Lamata informó de que hay unos materiales que ya están preparados y a punto de salir del horno, y que nos ayudarán a vincular los proyectos del EPAP con el plan provincial de parroquias, renovado recientemente. “En el nuevo plan de parroquias hay propuestas, rasgos y peculiaridades de cada posición que afectan a la pastoral, y es lógico que desdibujen los límites en el trabajo de unos y de otros”, completó.

Finalmente, Miguel Tombilla, claretiano que combina responsabilidades en la Fundación PROCLADE con la pertenencia al EPAP, informó de nuevos proyectos que serán vasos comunicantes con el corazón del trabajo pastoral. En este sentido, enumeró distintos proyectos aprobados en acción social, así como las propuestas que tienen pensadas para los colegios de la provincia. “Este año trabajaremos con ellos los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), y en concreto, el décimo, es decir, aquel que busca reducir los flagrantes números de pobreza”. Tombilla, al igual que hiciera Adolfo Lamata minutos antes, incidió en la necesidad de interrelacionar más estrechamente los distintos apostolados de los claretianos de Santiago. “Podemos presumir de haberlo hecho durante este confinamiento, con ‘Momentos COVID’, ‘Camiño de estrellas’, y de manera diaria en redes sociales. El resultado fue muy positivo, y así nos lo han hecho saber quienes nos siguen más de cerca. Pienso que debemos ahondar en estas experiencias”, finalizó.

Tras unos breves instantes de ruegos y preguntas, que pusieron sobre el tapete la necesidad de protocolarizar medidas que frenen la expansión de coronavirus en cualquier acción pastoral que la provincia lleve a cabo, se dio por terminado este primer encuentro, dándose cita para el siguiente, que tendrá lugar el próximo 28 de noviembre.