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“Gracias, gracias, gracias. Para siempre, siempre, siempre”. Profesión perpetua de Salvador Ferrandis Bellvís

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“'Suba mi oración como incienso en tu presencia’, dice el salmista; y suba mi oración de agradecimiento más sincero al Dios que ha tenido misericordia al llamarme a su fiel seguimiento”. Con estas palabras, Salvador Ferrandis iniciaba su intervención en la acción de gracias al final de la eucaristía que sirvió de marco para la emisión de los votos perpetuos en la Congregación de los Misioneros Claretianos. Fue el mismo día del Pilar, el pasado sábado 12 de octubre, cuando acompañado por tantos hermanos de los diversos pueblos de Hispanoamérica que son destinatarios de la tarea pastoral de nuestra comunidad de Suiza, el recién profeso dio inicio su vida apostólica como religioso y misionero.

Físicamente, junto a Salva en su sí definitivo, además del P. Provincial, Adolfo Lamata, y del Vicario Provincial, Teodoro Bahillo, el profesando estuvo arropado por los hermanos de su comunidad Juan Carlos Rodríguez y Jesús Antonio Centeno, así como por los tres miembros de la comunidad de la provincia de Alemania con presencia en la misma ciudad suiza: Georg, Jan y Wolfgang. Además, desde Valencia, vino una buena representación familiar, con sus padres a la cabeza.

La eucaristía se celebró en la gran iglesia de San Peter und Paul de Zúrich. Presidía el P. Adolfo, que recibió la profesión de Salva, y amenizó la celebración un coro formado a partir de los diversos grupos pastorales que atienden los claretianos desde la Misión de Lengua Española.

Acoger la Palabra en el Corazón

“Por ser hoy la fiesta de la virgen del Pilar quisiera hacer una mención al Corazón de María, tan importante para los claretianos”, expresó P. Adolfo en su homilía. “La Madre nos ayuda a saber cómo acoger la Palabra en el Corazón”. “El amor es el corazón de la Misión y es su razón de ser”, proseguía nuestro superior mayor. Por eso, “en nuestro ser misioneros descubrimos al Corazón de María en el corazón de la Misión”. “El amor es el corazón de la Misión”, subrayó el claretiano para invitar al profesando a una fidelidad que nace de un ‘sí’ firme y convencido.

El rito transcurrió como está establecido con los diferentes momentos y signos: intercesión, bendición, imposición de la cruz, firma y abrazo de bienvenida.

Hubo un momento final lleno de emoción y calidad artística que sobrecogió a todos los participantes. Sofía Chu, al órgano y Martha Villegas, soprano profesional, interpretaron el ‘Hijo soy’ que resonó en la hermosa iglesia con gran fuerza y calor, trayendo a la memoria a tantos Hijos del Corazón de María ausentes en ese momento.

Luego vinieron los aires más festivos que la fiesta merecía: fotos, abrazos, felicitaciones y una comida con las diversas familias de sangre y profesión, y algunos representantes más cercanos de la actividad misional. Deseamos a Salva que este paso sea un camino de vida lograda y plena para “siempre, siempre, siempre”, tal como él mismo reiteró -con la misma claridad que su sí agradecido- al final de su intervención.

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