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La primavera se insinúa en Rusia
No queremos engañar a nadie. En Rusia aún no ha acabado el invierno, pero para algunas cosas ya es tiempo de primavera. Desde el Este de Europa la fe muestra su capacidad de engendrar vida. El segundo sacerdote claretiano ruso La iglesia de la Transfiguración de Nuestro Señor de Krasnoyarsk, en Siberia, acogió el 6 de febrero la ordenación sacerdotal de Andrei N. Andreichenko, misionero claretiano ruso que hoy pertenece a la Provincia de Polonia pero que ha estado muy vinculado a nuestra Provincia de Santiago. Andrei estudió Filosofía en San Petersburgo, hizo el noviciado en Los Negrales (España), regresó a Rusia para estudiar la Teología y la remató en la Comunidad Formativa de Colmenar Viejo licenciándose en la Universidad Pontificia Comillas de Madrid en Teología Espiritual. Destinado en 2009 por el Superior General a Krasnoyarsk, allí ha ejercido el diaconado. Aunque es el segundo presbítero claretiano ruso es el primero que se ordena en el país tras haber hecho en la misma Rusia la mayor parte de sus estudios. Mons. Kiril Klimovich, Obispo de San José de Irkutsk, una de las grandes diócesis rusas, presidió la celebración, que reunió a personas venidas de diversas ciudades. Alejandro Carbajo y José María Vegas, Claretianos de Santiago, se desplazaron desde San Petersburgo. La celebración se distinguió por la alegría, alegría provocada por el acontecimiento y, en palabras de A. Carbajo, “al ver los frutos del trabajo de muchos años”. Mons. Kiril elogió la entrega de los Claretianos al anuncio del Evangelio al pueblo ruso y exhortó a la comunidad de San Petersburgo a mantener su cualificado y generoso compromiso con la formación de los seminaristas del país. Desde Murmansk, nuevas presencias misioneras Los relatos del P. Juan E. Sarmiento, Párroco de la Iglesia de San Miguel Arcángel de Murmansk, en cuya cura pastoral cuenta desde hace poco con la presencia cada vez más frecuente del P. José María Vegas, recuerdan mucho a los textos de San Pablo. Si la ciudad de Apatity, situada a unos 190 kilómetros de Murmansk recibe ya desde hace diez años regulares visitas del P. Juan, una nueva localidad -Jonskii- cuenta desde hace unos días con la atención de los Claretianos. La historia se va repitiendo y es hermosa. Una persona de Jonskii participó en las Navidades de las celebraciones litúrgicas de Murmansk. Como en otras muchas localidades rusas, sus católicos anhelan desde hace años (¡décadas a veces!) la llegada de un sacerdote. El P. Juan ha tardado muy poco en responder a la pregunta: “¿y no habrá ningún sacerdote que pueda visitarnos alguna vez y orar un rato con nosotros?”. Ayudado por D. Valery Valerevich, miembro activo de la comunidad de Apatity, que sigue celebrando la eucaristía en los salones de un hotel dos veces al mes, el P. Juan (¿Pablo y Bernabé?) llegó a Jonskii el pasado día 15 y pudo celebrar la fe junto a un pequeño grupo de católicos en la sala de uno de los edificios municipales. Como dejo escrito el P. Claret, nada arredra a estos misioneros, ni la nieve, ni la novedad, ni los más de 300 kilómetros que separan Murmansk y Jonskii. El Evangelio no sabe de distancias, y la generosidad de esta comunidad cristiana tan septentrional tampoco. Reinosa-Rusia-Madrid Cerca de cincuenta personas, casi la mitad de ellas Misioneros Claretianos, se reunieron el día 9 en Madrid para celebrar la eucaristía por el eterno descanso de D. Máximo Sedano, padre del P. Mariano J. Sedano, de la comunidad claretiana de San Petersburgo. Don Máximo falleció el último día de enero en Reinosa, su localidad de residencia, desde la que alentó con entusiasmo y generosidad durante los últimos dieciséis años la presencia de su hijo misionero en Rusia. La eucaristía del día 9 y su funeral de cuerpo presente del día 2 tuvieron cierto sabor oriental: la generosidad y la fe siguen estrechando lazos. A la familia Sedano y a todas las familias de tantos misioneros repartidos por el mundo, nuestra gratitud: hay muchas maneras de servir al Evangelio.