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Los consagrados testimonian la Misericordia
El pasado 11 de abril de 2015, a mediados del Año de la Vida Consagrada, el Papa Francisco publicaba la Bula Misericordiae Vultus, convocando a la celebración de un Año Santo de la Misericordia. Algunos se apresuraron a afirmar que, con esta iniciativa, el año dedicado a los consagrados concluía nueve meses antes de lo previsto; otros, más sabiamente, supieron interpretar el nexo profundo que une el don de la misericordia divina y la realidad de la vida consagrada en la Iglesia, y vieron desde el principio la complementariedad de ambas iniciativas. De hecho, la vida consagrada ha vivido siempre la aspiración de ser y dar testimonio del Padre bueno y misericordioso.
En el corazón de este año jubilar, en vísperas del 2º Domingo de Pascua, llamado también el Domingo de la Misericordia, los consagrados celebran la 45ª Semana Nacional de Vida Religiosa, precisamente para seguir profundizando en el vínculo que existe entre su forma de vida y el espíritu que anima este Jubileo extraordinario. Serán jornadas densas, vividas en clima de plegaria, reflexión y fiesta pascual. Un tiempo de compartir intenso y de encuentro con el Señor de la Vida, cuyas misericordias los consagrados cantan y testimonian. Cuatro días para hacer que resuenen todas las voces: las de los pastores y las del pueblo de Dios; las de quienes predican y viven la misericordia y las de quienes padecen su ausencia; las de quienes reflexionan y las de quienes en el silencio y la tarea humilde son profetas del Dios compasivo y bueno.
El Jubileo propone a toda la Iglesia un cambio de ruta. Quiere acentuar los dones de la caridad y del perdón; invitar a la generosidad sin límites; mostrar un rostro materno, donde prevalezcan las obras de misericordia, los rasgos que revelen preocupación por los más pequeños y atención a las necesidades concretas de las personas. Los consagrados acusan recibo de estas interpelaciones y ven en el don de la misericordia una especie de crisol donde se concentra su historia, se refleja su presente y se proyecta su futuro. Una historia construida con las piedras vivas de un amor hecho palabra y gesto fecundo; un presente difícil y hermoso a la vez, que reclama discernimiento continuo; y un futuro que ya se construye con el Evangelio en el corazón, la voluntad de servir en una mano y la entrega generosa a los pobres en la otra.
Profesor Antonio Bellella, CMF. Conferenciante en la 45º Semana Nacional para Institutos de Vida Consagrada.