José Cristo Rey García Paredes: “Podemos recuperar nuestra belleza… y ya estamos en proceso”

“Ante quienes piensen que la vida consagrada se encuentra en un estado de acabamiento y postración, afirmamos que el sueño de nuestros fundadores puede florecer de nuevo, y que para ello existe un camino: el camino de la Belleza”. Con estas palabras introdujo el P. José Cristo Rey García Paredes las dos jornadas formativas online que los pasados días 4 de febrero y 4 de marzo ofreció a más de 450 comunidades de religiosos. Unas charlas organizadas por el departamento de Formación y Espiritualidad de la CONFER Nacional dedicadas a reflexionar sobre cómo recuperar la belleza de cada uno de los carismas, el encanto de la vida comunitaria, y el acontecer de la misión carismática que cada instituto despliega en la Iglesia y en la sociedad. “De aquí surge el título que hemos escogido: ‘Cuando la vida consagrada recupera su belleza… florece y hace florecer’”, comenzó el misionero.

Así, al hilo de los veintisiete años que ha cumplido la exhortación apostólica ‘Vita Consecrata’, “aquella que nos soñó en clave de Belleza o Filocalía”, el catedrático emérito de Teología de la Vida Consagrada en el ITVR de Madrid invitó a seguir colaborando “en el resurgir de la vida consagrada transitando la ‘via pulchritudinis’, es decir, el camino de amor a la Belleza divina”. “Sí; podemos recuperar nuestra belleza… y ya estamos en proceso”.

Y es que, frente al paso del tiempo que puede volver rutinaria la vida religiosa, “quizás deteriorada, deformada y poco atractiva”, para García Paredes “¡Al principio no fue así!”, subrayó. “El ‘siempre se ha hecho así’ oculta y deteriora el encanto carismático de los orígenes, pero siempre es posible renacer”, continuaba.

“Cinco son -según la opinión del experto- los factores que no debemos soslayar, pues nos están robando la belleza”. “El ateísmo interior, la ausencia de conversación espiritual y la progresiva desaparición de los rituales, el egocentrismo y la indisponibilidad desobediente y finalmente el acostumbramiento”, enumeró. Todos ellos “son criterios nos llevan a repetir siempre lo mismo, a vivir en comunidades autómatas, en las que nunca sucede nada”. “Una historia humana de este tipo renunciaría al evento, al acontecimiento, al Misterio en que estamos envueltos”, lamentó.

Por ello, “necesitamos hoy una belleza enmarcada en nuestro hoy y dejar de añorar las formas de belleza de otros tiempos”, concluyó el claretiano.