En la fiesta de la Fundación

Madrid, 16 de julio de 2013

Queridos hermanos:

¡Felicidades en este 164 aniversario!
 
El año en el que la Iglesia nos anima a profundizar nuestra fe, bien podemos festejar el nacimiento de nuestra Congregación buscando lo esencial de nuestro credo misionero y claretiano.  

Contemplamos hoy en la pequeña celda del seminario de Vic tantos y tan variados rincones del mundo donde hemos llegado para extender el Reino de Dios, para anunciar la Buena Noticia de Cristo a todas las gentes, especialmente a las más necesitadas del amor misericordioso del Padre.

Conmemoramos esta fecha entrañable en la que fuimos fundados como comunidad de vida y misión por quienes recibieron el mismo espíritu y fueron agraciados con el mismo don que san Antonio María Claret (cf Aut 489).  Damos gracias a Dios porque también nos ha convocado a nosotros —y sigue convocando a otros— para llamarnos y ser hijos del Inmaculado Corazón de la Madre (cf. Aut 492), para vivir y anunciar el Evangelio en comunidad apostólica (cf CC 4).

Aprovechando la invitación de la introducción al sexto cuaderno de la FVC recién estrenado, hoy es un buen día para recordar la particular andadura congregacional a modo de camino que nos conduce a Cristo, que nos configura con Él y que nos permite adquirir sus cualidades apostólicas para progresar en la vida comunitaria y misionera.

Nos urge y nos alienta que «Un Hijo del Inmaculado Corazón de María no sigue a Jesús en solitario sino como miembro de la Congregación» (HAC 37), de la Provincia, de cada comunidad claretiana. Que estemos siempre dispuestos a pronunciar la primera palabra de misión: nuestra comunidad misionera —congregacional, provincial y local— (cf HAC 16; NPM 31). Será un sencillo y auténtico eco de aquella que se proclamó en Vic el 16 de julio de 1849.

¡Feliz día, feliz oración y celebración común y feliz fiesta fraterna!

Luis Ángel de las Heras, cmf
Superior Provincial de Santiago