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Fallece en Madrid el P. Ángel Aparicio Rodriguez, cmf
Cerca de las once de la noche del día 15, fiesta de Santa Teresa de Jesús, Dios Padre llamaba a su presencia al P. Ángel Aparicio, que había sido trasladado al Hospital de La Paz de Madrid a media tarde. Llevaba enfermo varios años y últimamente su enfermedad se había agravado significativamente.
Su funeral tendrá lugar en la Iglesia del Seminario Claretiano de Colmenar Viejo (Madrid), el viernes 17 a las once de la mañana. A continuación, sus restos serán trasladados al Cementerio de Sta. Ana, en el mismo Colmenar Viejo.
Sanamente orgulloso de su origen palentino y de su familia, a la que siempre quiso con especial afecto, nació en Torquemada (Palencia) en 1942. Familia de varios claretianos llegó al postulantado de Medina de Rioseco en octubre de 1954, realizando los estudios humanísticos al caso en Medina de Rioseco y Aranda de Duero. El curso 59-60 hace el noviciado en Ciudad Real, con el P. Venancio Sanabria, cmf como Maestro, y emite sus primeros votos el 15 de agosto de 1960.
Segovia es el marco de sus estudios filosóficos (1960-63) y Salamanca el de sus primeros estudios teológicos (63-68), interrumpidos por un servicio en el Colegio de Zamora el curso 65-66. En 1968 es ordenado presbítero en Salamanca y enviado a Roma, donde estudia durante cuatro cursos en el Angelicum y en el Bíblico, licenciándose en Teología y en Ciencias Bíblicas. En 1993 defenderá en la Univ. Pontificia de Salamanca su brillante tesis doctoral.
A su regreso de Roma, en 1972, el P. Ángel inicia una tarea de intenso y concienzudo servicio a la Iglesia y a la Congregación en los campos de la exégesis, la teología bíblica, la espiritualidad y la reflexión sobre la vida consagrada, servicio que realizará desde las comunidades de Colmenar Viejo (1972-1986) y Buen Suceso (1986-2013). Con especial dedicación al Estudio Teológico Claretiano de Colmenar y al Instituto Teológico de Vida Religiosa de Madrid, el P. Ángel impartió también muchas horas de clase en la Escuela Regina Apostolorum y las facultades de teología de la Universidad Pontificia de Salamanca (en su sede central) y de San Dámaso de Madrid. Director de Publicaciones Claretianas durante años realmente fecundos, a él se debe la coordinación de obras de relevancia universal como la edición del Diccionario Teológico de la Vida Consagrada y de su suplemento, la compilación de los documentos posconciliares sobre la vida religiosa y cantidad de textos diversos (libros, colaboraciones, artículos…). Dedicado gran parte de los últimos años al Antiguo Testamento, colaboró con un cariño singular en la compleja elaboración de la traducción de la Biblia de la Conferencia Episcopal Española. Catedrático del Instituto de Madrid, asociado a la Pontificia de Salamanca, es imposible calcular la cantidad de servicios (retiros, ejercicios, asesoramiento, acompañamiento personal) que prestó a las personas consagradas. Director varios años de Ephemerides Mariologicae, colaborador constante de Vida Religiosa, administrador de las obras de Buen Suceso, superior de Colmenar (1977-83) y Buen Suceso (1994-2000), prestó una importante ayuda a la Congregación en su caminar posconciliar, sobre todo en la profundización en nuestras Constituciones.
La talla del misionero Ángel se traslucía más allá de cargos y acciones en su laboriosidad, piedad y disposición al servicio. Que el Corazón de María y S. Antonio Mª Claret den plenitud a su entrega, probada por la enfermedad estos últimos años, y llenen de esperanza a su familia, a las comunidades con las que ha compartido más tiempo, a los hermanos de la Comunidad Asistencial de Colmenar y a todas las gentes de bien que dan gracias al Padre por su vida misionera.