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Fallece en Zaragoza el Hermano Pedro Sanz Gómez

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Poco después de cumplir 86 años, y tres meses antes de celebrar las bodas de oro de profesión religiosa, el H. Pedro ha fallecido en el Hospital Provincial ‘Nuestra Señora de Gracia’ de Zaragoza, en el que había sido ingresado hace unos días. Una insuficiencia renal seria le ha producido complicaciones posteriores que han acabado causándole la muerte.

Nacido en la localidad castellano-manchega de Orea, en la provincia de Guadalajara, Pedro llamó a las puertas de la Congregación con 34 años en 1961. Ingresa entonces en Montgat (Barcelona), donde se inicia su formación. Al año y pico, constituida ya la Provincia de Aragón, es enviado a Ciudad Real para hacer la experiencia de noviciado, en la que le acompaña como Maestro el P. Juan de Frutos. El día de la Asunción de 1963 emite su primera profesión religiosa.

Su primer destino le lleva a El Pueyo, casa-noviciado, donde realiza “servicios domésti-cos”, término que describirá su papel en las comunidades durante muchos años y que -sin desme-recer de las tareas que refiere- no expresa la gran riqueza que aporta a la misión claretiana. Tras un curso en El Pueyo, pasa otro en la finca que la Congregación tenía en Zaragoza (Torre del Corazón de María), vuelve a El Pueyo e inicia un periplo de servicio en casas de formación, en las que irá dejando un recuerdo bien agradable: está en Alagón de 1966 a 1968; en Barbastro del 68 al 70 (como administrador del internado y ayudante del ecónomo local); en Calatayud del 71 al 74; en Barbastro del 75 al 76; en el Teologado de Salamanca-Bordadores del 76 al 79; en Requena del 79 al 86 y en Alagón del 86 al 87. Como señala una de las cartas en las que se le destina, se pasa esos años “colaborando en la formación de los seminaristas y de los muchachos de los pueblos”. Cientos de ellos podrían hablar -y lo hacen- de la calidad de sus servicios.

La disposición del H. Pedro a atender y servir, alabada desde el primer momento por sus formadores y superiores, le lleva a pasar de la atención a los jóvenes a dedicarse a los mayores y enfermos. De 1988 a 1999 lo hace en Calatayud, donde durante tres trienios es también el vicario de la comunidad. En julio de 1999 llega, para estar un año, a Alagón; las crónicas le ubican el 1 de enero de 2000 en la Curia de Zaragoza como ‘coordinador general de la casa’; a ella volverá en junio de 2004 tras prestar tres años de servicio como ecónomo en la comunidad de Madrid-Lóriga. Miembro de la última comunidad que habita el edificio de San Antonio María Claret 9, en el verano de 2008 pasa con gran parte de sus hermanos de comunidad a vivir en la Comunidad Asistencial, sita en la calle León Felipe de Zaragoza, en la que ha fallecido.

Las cualidades del H. Pedro eran bien fáciles de detectar. Los gobiernos provinciales de Santiago han sopesado varias veces la posibilidad de pedirle que se desplazara temporalmente a otras comunidades a prestar sus servicios. Los problemas de salud del H. Pedro, siempre dispuesto, fueron poniéndolo difícil. Le despedimos tras 50 años de vida claretiana. En este momento resuenan de modo muy particular las palabras de sus formadores y superiores de los años 60 y 70: “magnífico carácter para la vida comunitaria y para el trato con los compañeros”, “podrá valer para mucho”; “se podrá depositar en él una confianza plena”. Algún examinador provincial llega a calificarle de “modelo de misioneros hermanos”. Hoy, cuando la Congregación prepara con ilusión el congreso internacional sobre la vocación del Misionero Hermano ya convocado, le pedimos al Señor que acoja a Pedro en su Gloria y que siga enviando a su Iglesia hombres de gran corazón, buenos Hijos del Corazón de María, como él.

 

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