Julio C. Rioja: “En este nuevo tiempo de sinodalidad quiero hallar más preguntas que respuestas”

El claretiano Julio César Rioja hace valer su ventaja como comunicador en distintos medios cuando llega el momento de hablar de la sociedad y la Iglesia. En los textos que publica en el diario local de Elda (Alicante), ciudad donde reside y trabaja al frente de la parroquia San Francisco de Sales, bien lo demuestra cada quince días. Sus artículos fueron seguidos con interés el año pasado, cuando dedicó una serie a distintos ‘nombres propios’ que pueblan la parroquia, mezclando en sus escritos elementos del mundo a pie de parroquia con un cierto orden que más bien cunde en las ficciones. Este año, Rioja dedicará una nueva serie a la sinodalidad, palabra en boca de todos que se refiere a este ‘caminar juntos’. El primer texto del año fue publicado bajo el título ‘Más preguntas que respuestas’.

La llamada del papa Francisco a tratar en profundidad la sinodalidad tiene mucho de actualidad, pues la pandemia nos ha quitado mucha calle, que es donde ocurren cosas, donde se crea tejido humano. “Ahora toca reconstruirlo”, opina Rioja. “Creo que ahora nos toca reforzar vínculos humanos que están muy debilitados”, afirma. “Cada vez me importa menos lo que piense o crea la persona con la que hablo o a la que escucho”, escribe en uno de sus textos. “Pero sí que hay algo que me interesa, me atrae y me hace empatizar mucho más: si la persona que tengo delante tiene más preguntas o más respuestas. Muchas respuestas y pocas preguntas me aburren, me cansan y no sé muy bien de qué hablar”, prosigue el misionero, que a renglón seguido acusa la miopía de aquellos que pese a estar invitados a hacer camino sinodal, “no suelen dar mucho margen al coloquio, pues creen saberlo todo. Personas así a veces hasta me dan un poco de miedo”, reconoce.

“Si uno quiere hablar de sinodalidad, lo primero será desprenderse del clasismo”, confiesa el claretiano. “Hay quienes, si les dejáramos, buscarían la manera de arreglar cualquier problema en cuestión de minutos”, abunda. A Rioja esta cuestión le preocupa especialmente, “pues nos suele adentrar en el prejuicio y perjuicio”.

El misionero reitera en su texto, -y sus gestos y opciones dan fe de ello diariamente- que “aunque las creencias del otro estén a un abismo de las mías, siento una profunda comunión con los que sólo tienen preguntas. Si encuentro alguien con más preguntas que respuestas, aunque camine por las antípodas de mi sendero, sé que disfrutaré, que podremos emprender proyectos juntos y que no será difícil que pueda surgir ese regalo tan precioso de la amistad”. ¿Quizá sea cuestión de saber valorar a las personas con sus defectos y sus manías, con sus tensiones y complejidades? Él responde claramente: “Bueno, es que esas personas me ayudan a buscar, a indagar, a reflexionar, me ayudan a salir de mi yo. Con ellos veo la realidad de formas nuevas. Por supuesto, sé que saldré con más preguntas y menos respuestas, pero ¿no es eso vivir?”.

O dicho de otro modo, esta vez desde el prisma eclesial: “¿Sino para qué nos iba a invitar el Papa a pensar en la sinodalidad?”, formula. “Amigos, aquí vendemos semillas para que las hagas crecer y pienses. Si quieres algo acabado con soluciones dadas, incluso sin preguntas previas, tendrás que seguir fiándote de esos seguros ‘influencer’ que aparecen hasta en los ascensores. Lo siento, pero al empezar este año, una vez más, hay más preguntas que respuestas. Eso es la vida”, responde él mismo.