Guilherme Cavalli: “Las comunidades nativas nos están ofreciendo otro modo de pensar la economía”

La defensa de la vida, la defensa de los Derechos Humanos y la defensa de la naturaleza convergieron en el último programa de ‘Viaje en globo’. Así, el espacio de entrevistas que el área de Solidaridad y Misión de los claretianos de Santiago viene emitiendo desde hace dos cursos, puso el foco en una realidad muy concreta, las actividades mineras en América Latina. Aquellas que no paran de crecer, que se van tecnificando y programando a gran escala. Las mismas que generan impactos irreversibles en los ecosistemas y los entornos sociales en los que se desarrollan. Para muchos países del sur, la minería significa violación de derechos, división de las comunidades, debilitamiento de sistemas democráticos, aguas contaminadas, e impacto negativo en salud, economía local y cultura. Para las empresas extractivistas, sin embargo, su labor trae consigo el desarrollo, y habrá de ser aparejada a conceptos como prosperidad y crecimiento económico. “Sobre este punto habría que preguntarse el para quién”, cuestionaba Guilherme Cavalli, responsable de una campaña que, ligada a la Red Iglesia y Minería, pide la desinversión de este tipo de actividades. “Es necesario que conozcáis lo que el modelo de vida de los países del norte global supone para aquellos otros del sur, para sus comunidades indígenas de América Latina y para la población de muchos otros países de África”, urgía.

“Si todo el mundo quisiera vivir siguiendo la pauta de los países del norte desarrollado, necesitaríamos cinco planetas más para mantenernos, y por eso, nosotros, desde la Red Iglesia y Minería, nos unimos a la voz del papa Francisco cuando habla de responsabilidad global y revisión de modelos económicos”, explicaba Cavalli aportando la perspectiva desde la que la plataforma ‘Iglesia y Minería’ basa su proceder, que no es otro que el 

ofrecer una respuesta, a partir de la fe y la esperanza en el Dios, a los desafíos de los impactos y violaciones de los derechos socio-ambientales provocados por las actividades mineras.

Es una vieja historia

“Los países llamados del primer mundo, para mantener a flote su calidad de vida, martirizan a los países del sur global”, añadía Cavalli. “Esto ocurre desde siempre, deslegitimizando el modelo del sur e implantándoles el modelo económico que impera en el norte”, añadió definiendo desde dónde hablan los países desarrollados respecto del modelo extractivista, y aclarando la perspectiva que asumen. “Pero las comunidades nativas, aquellas que no queremos escuchar, nos están ofreciendo otro modo de pensar la economía, y nuestras relaciones”, abundó. “En su modo de vivir, en la lógica del cooperativismo, podremos encontrar un camino que, sin duda, nos ayudará a enfrentar a las diversas crisis que vendrán”, redundó.

Por ello, “nuestra denuncia, nuestro trabajo en la lucha por la desinversión, surge de una idea, que es antes que nada un modo de posicionarnos frente a este modelo económico. Urge corresponsabilidad en las relaciones de los países del norte con los del sur”. Una llamada la coherencia ética que nace del compromiso de nuestra fe cristiana. “Si no nos miráramos en Jesucristo, no encontraríamos la raíz de nuestras opciones de cuidado. Todo nos viene de ahí”, concluyó.