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Derechos y migrantes ¿dónde está el corazón del problema?

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Mar África -nombre ficticio- nació, se casó y tuvo hijos en Camerún. Pero también soportó el maltrato de su marido durante años. “Hacía de mí lo que quería. Para él yo era como cualquier otra cosa suya”. Sufría palizas y todo tipo de vejaciones. Tenía que dormir fuera de casa. En la calle. Una noche no pudo soportarlo más. Se convenció de que tenía que salir de su país. Sin sus hijos emprendió su marcha a Argelia. Pero allí se encontró con el desierto, tanto geográfico como existencial. “Me engañaron. Me dejaron sola. Me encerraron durante un año en una casa. Entraban, me violaban y se iban”. Un día alguien la ayudó a escapar, pero no desinteresadamente. Le propuso compañía a cambio de que ella cediera a sus deseos durante todo el viaje hasta Marruecos. “Decía que se había enamorado de mí, y yo no tenía fuerzas para nada. No quise, pero accedí. Necesitaba protección”. Consiguió llegar al barco que cruzaría el Mediterráneo. Era una embarcación pequeña en la que como mucho cabrían quince personas, pero pretendía arribar a las costas de Cádiz con más de cincuenta. En medio del mar la embarcación se hundió y nadie excepto uno llevaba puesto el chaleco salvavidas. “Yo pude agarrarme a una cuerda que colgaba del barco mientras veía cómo todas las personas alrededor mío se alejaban. Me pedían ayuda y yo no podía hacer nada. Los vi morir”. Un equipo de rescate la encontró milagrosamente después de ocho horas de búsqueda. Así fue como Mar África salvó su vida. Hoy, tras años de papeleo, le fue concedido el estatuto de refugiada y sueña todos los días con poder traer a sus hijos.

Warsan Shire, una joven artista de origen somalí, dejó escrito en un poema que “nadie abandona su hogar, a menos que su hogar sea la boca de un tiburón”. En Mar África se hace carne la magnitud del drama que sufren los migrantes y refugiados, para los que Occidente no parece encontrar soluciones. Ella nos contó su testimonio el pasado día 12 de diciembre en el encuentro ‘La actitud de Europa frente a la inmigración’. Fue la primera de una serie de conversaciones organizadas por los claretianos de la Provincia de Santiago (Consejo de ‘Solidaridad y Misión’ y la Fundación Proclade) en colaboración con Foro de Foros. El tema no puede tener mayor actualidad. Estos días hemos visto cómo España se ha adherido al llamado ‘Pacto Global por una Migración Segura, Ordenada y Regular’. Aún más: en estas fechas tan próximos al Día Internacional del Migrante, el reto de las fronteras ocupa multitud de portadas en todos los medios de comunicación.

“En Bruselas están en una burbuja”, comenzó diciendo Emilio José G. Ciriano, Profesor de Universidad de Castilla-La Mancha y responsable en Justicia y Paz de Derechos Humanos. “Vienen parlamentarios a Bruselas, les escuchas hablar un poco y ves lo lejos que están de la realidad de los sufrimientos que padecen los migrantes y refugiados. Su preocupación es el control de quien venga, es decir, su ‘europeización’, argumentaba el también miembro del Equipo de Migración de la COMECE. “Y a la par, muestran su temor por los partidos que subrayan rasgos xenófobos y que gozan de apoyo por parte de los ciudadanos europeos, como ya se está ocurriendo en algunos países. Esta doble problemática les obliga a aplicar políticas de mano dura con los más vulnerables para así quitarle el discurso a la extrema derecha, y poder presumir de salvaguardar derechos constitucionales” continuó diciendo. “Primamos unos supuestos valores europeos, -que nadie sabe cuáles son-, por encima de las personas”.

Frente al punto de vista institucional de Gómez Ciriano, dos médicos comprometidos en labores de rescate en el Mediterráneo ofrecieron el enfoque humanitario. Marta Talayero y Toño Cabrera colaboran en las oenegés Open Arms y Salvamento Marítimo Humanitario, respectivamente. Ellos ven rostros donde otros solo cuentan frías cifras. “No puedo comprender que las víctimas sean calificadas como criminales”, sentenció Cabrera. Y continúo diciendo: “en la Isla de Quíos, la gente está sin futuro. Nadie sabe qué hacer con todos los que están en el campo de refugiados. Están apartados de todo, sin posibilidad de nada”. “Todo esto no se quiere escuchar”, completó Talayero.

Gómez Ciriano acertó a resumir de la siguiente manera: “No nos hacen llegar estas realidades porque a los inmigrantes se les quiere encerrar. Y para ello, antes se preocupan de estigmatizarlos. Es decir, si quieres mantenerlos al margen, antes tienes que presentarlos como peligrosos. Y es triste que no interese humanizar lo que ya es más que humano”.  

Al ser preguntados por los sentimientos que afloran tras saber -y haber visto- cómo se maneja en nuestra sociedad europea este colosal problema, los protagonistas de esta mesa redonda apelaron a diversos estados de ánimo, pero sobre todo a la falta de implicación, a la indiferencia con la que respondemos al ser cuestionados por este reto, al miedo que hace crecer fronteras también dentro de cada uno.

Seguramente tengan razón. Europa está plagada de siglas que representan instituciones, sistemas u organismos; y que a la vez expresan pautas, normas y muchas otras cosas. La mayoría, intraducibles. Pero la verdadera reacción frente a todos estos rechazados debería esperarse de mucho más cerca.

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