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Imma Martínez y Belén Ramírez, afectadas por la dana: “Hoy tenemos que poner palabras a aquello que hemos vivido en automático”
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“No parece que hayan pasado cien días porque no han pasado muchas cosas”, inician Imma Martínez y Belén Ramírez, damnificadas por la catástrofe de la dana de Valencia del pasado mes de octubre e invitadas a nuestro último programa ‘Viaje en globo’, donde pudieron compartir con nosotros las sensaciones que respiran las calles de los barrios bautizados como ‘zona cero’ a poco más de tres meses después de aquel 29 de octubre. “Los escenarios son bastante parecidos a los que nos encontramos el día que se desató el desastre”, completa Ramírez. “Muchas zonas se han convertido en vertederos. Son calles que reconoces, pero no del todo. Es como vivir en una película”, añade Martínez.
Ellas dos, directora-coordinadora del colegio Claret Fuensanta, -Imma-, y trabajadora de nuestra oenegé Fundación Proclade, -Belén-, reconocen que desde sus vivencias personales han sabido dar un nuevo significado a la palabra vulnerabilidad. “He aprendido a relacionarme con ella desde otra óptica”, afirma Belén. “Ser vulnerable no depende de culturas, de dinero, de seguridades adquiridas… Y eso lo hemos aprendido de golpe …y no es agradable”, abunda. Para Imma, “que en cincuenta segundos pude perder a mi hijo, me reventó la casa y se metió dentro de ella hasta dos metros y treinta centímetros de agua, la vulnerabilidad se escribe con mayúsculas”, reconoce. “La gente se jugaba el tipo para salvar la vida de otras personas”, añade Belén, recordando cómo llegó antes la solidaridad que las ayudas institucionales. “La solidaridad construye sociedad en Valencia: lo hizo ya en la riada del 57 y lo ha vuelto a hacer ahora”, constata Imma a renglón seguido.
“Hoy tenemos que poner palabras a aquello que hemos vivido en automático”, referencian las entrevistadas dando cuenta al impacto emocional. “Nos hallamos en un punto muy complejo porque vivimos en un ciclo en el cual, aquellos sentimientos que dábamos por asumidos, vuelven y conviven nuevamente con otras emociones, mezclándolo todo”, expone Belén, psicóloga de formación. “En todo caso, se debe soñar”, apostilla Imma, haciendo constar la gran capacidad de adaptación que tiene el pueblo. “Tras la primera noche, cuando pasó todo, cada abrazo construía un sueño, el de un futuro juntos de nuevo. Evidentemente no es igual, hay personas que faltan y cosas de las que carecemos, pero podemos volver a construirlas”, añade.
En cualquier caso, a día de hoy, “estamos haciendo carrera de relevos”, explica la directora del Claret. “En un matrimonio, en una familia, no podemos caer todos a la vez, así que uno se permite turnarse con el otro para expresar nuestra frustración, y mañana, ya más aliviado, estaré aquí para cuando tú necesites llorar”. Ciertamente, “es a partir de la comunidad, desde la humanidad, donde nacen sentimientos tan bellos como la solidaridad”, contesta Belén advirtiendo que pese al abrumador quebranto el apoyo entre personas proporciona un alivio real para enfrentar un duelo colectivo de este calibre. “Es fundamental para poder avanzar”, concluye.