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Vidas entregadas que ayudan a preparar la fiesta de San Antonio María Claret
A muchas generaciones de españoles no había que explicarles la palabra: Domund. Las calles se llenaban de niños y jóvenes que con una sonrisa y la limpieza de su corazón trataban de conseguir unas monedas y explotaban de alegría si alguien introducía un billete en sus huchas. Era y es el Domund: el domingo mundial que la Iglesia dedica a ‘la propagación de la fe’, a recordar la llamada que todo cristiano recibe a evangelizar ‘a los pueblos’.
La familia claretiana suele vivir con alegría la coincidencia en el calendario de las celebraciones del Domund y la fiesta de san Antonio María Claret. A veces han llegado incluso a concurrir el mismo día. Este año las separa una semana que tres gestos de profunda generosidad ayudan a vivir con intensidad.
Si el domingo día 11 era Denis Malov, joven misionero ruso, quien hacía en París su profesión perpetua como Misionero Claretiano, el sábado día 17, a las puertas del Domund, formalizaban su compromiso definitivo con el seguimiento de Cristo Resucitado otros dos misioneros: el indonesio Servasius Stevanus B. Bataona (Steven) y el madrileño Carlos Puerto Gómez, destinado hoy en Valencia, coordinador de pastoral del Colegio Claret de Benimaclet.
Las circunstancias ligadas con el covid-19 obligaron a separar las profesiones de este sábado. Carlos emitió sus votos en una capilla del Colegio Claret de Madrid, en la que curiosamente había ido fraguando su crecimiento cristiano en sus años de adolescencia y primera juventud. Steven lo hizo a miles de kilómetros de su familia y de su organismo claretiano de origen (la Delegación de Indonesia-Timor Leste) en la casa de formación de Colmenar Viejo, en la que cursa sus estudios de teología. Ambos invocaron el auxilio de los mismos santos, verbalizaron los mismos compromisos y pidieron, como Denis unos días antes, ser ungidos por el mismo Espíritu.
Denis y Carlos son ya miembros de pleno derecho de la provincia claretiana de Santiago. Steven no tardará en incorporarse a ella, a la que sirve ya con generosidad como otros jóvenes misioneros asiáticos con los que comparte comunidad. Pocas veces una provincia religiosa europea puede celebrar en pocas semanas tantos acontecimientos. El mismo sábado, Vic -cuna de nuestra congregación de misioneros- era escenario de la ordenación de dos jóvenes presbíteros y un diácono que también pasaron años en la comunidad de Colmenar Viejo y vivirán su servicio misionero en Europa. La propagación de la fe y la evangelización de los pueblos siguen siendo algo muy actual y un marco estupendo para preparar la fiesta de San Antonio María Claret y prepararse para ella.