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Comunicado de la Asamblea General de la Conferencia de Religiosos y Religiosas de España (CONFER)
Las congregaciones religiosas femeninas y masculinas, presentes en España con más de 6000 comunidades, niegan que sólo haya una manera de responder a la crisis que estamos viviendo.
Asumiendo que todos -religiosos y religiosas los primeros- hemos de hacer autocrítica y preguntarnos si estamos reaccionando cómo debiéramos, los superiores mayores de las congregaciones cuestionan en voz alta el estilo que se presenta como ‘única alternativa’ a una situación que constatan que se está prolongando angustiosamente.
Los religiosos se preguntan si se están tomando de verdad todas las medidas posibles para garantizar la satisfacción de necesidades fundamentales como las ligadas con la comida de cada día, la salud, la vivienda, la educación o la cooperación con quienes puedan necesitar más ayuda en otras partes del mundo.
El mensaje de la Conferencia de Religiosos, comentado ya por otros muchos cristianos, ha de ayudar a las mismas comunidades religiosas a seguir preguntándose cómo reaccionar en este complicado momento: aquellos a quien Jesús de Nazaret puso en el centro no pueden quedar en los márgenes.
Comunicado de la Asamblea General de la Conferencia de Religiosos y Religiosas de España (CONFER)
Los religiosos y religiosas de España, reunidos estos días en Asamblea General como CONFER y representando a la Vida religiosa española no podemos en estos momentos y en esta fecha sentirnos ajenos a lo que es un clamor popular de exigencia de justicia en nuestro país.
Lo queremos hacer como signo de solidaridad con tantas tragedias, cuyas lágrimas y angustias no son para nosotros anónimas, sino de rostros que conocemos bien, conscientes también de las ambigüedades en que muchas veces cae nuestra propia Vida Consagrada, y llamados, como todos, a la conversión personal sin la que no será posible un cambio social que ponga en primer plano los valores de la justicia y la solidaridad, la ética y la búsqueda del bien común antes que los intereses particulares y partidistas.
No podemos dejar de constatar, con enorme preocupación, el prolongarse angustioso de la crisis social y económica, que afecta cada vez a más sectores de nuestra sociedad. Nuestra vocación nos llama a ser testigos de la misericordia y el amor de Dios en el mundo, y por ello no podemos permanecer insensibles ante una sociedad que egoístamente ha desplazado a los márgenes a aquellos que para Jesús son el centro.
Tenemos que preguntar con libertad evangélica a los responsables de los asuntos públicos cómo es posible que aun disponiendo de tantos medios económicos y técnicos, no han sido capaces de ordenar la vida común de un modo verdaderamente justo y humano, preguntar si se están repartiendo con equidad las cargas de la crisis, y si de verdad se esfuerzan por encontrar todos los recursos posibles y necesarios para remediar lo que ya son necesidades primarias como la comida, la salud, la vivienda, la educación, la cooperación al desarrollo de los países empobrecidos, etc. No podemos creer que la palabra “no hay alternativas” sea la última palabra de nuestro momento presente como si fuese ya el fin de la historia. Nosotros creemos en el ser humano porque creemos en el Dios de la esperanza como motor de la vida.
Nos unimos, pues, a todas las voces, angustiadas o indignadas, que claman, en el día de hoy y cada día, por una sociedad distinta, donde sean posibles la justicia y la misericordia.
Madrid, 15 de noviembre de 2012.