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En el 50º aniversario de la aprobación canónica del Instituto Filiación cordimariana
En gozosa comunión, esta provincia misionera fue invitada con toda la familia claretiana a celebrar el pasado sábado 18 de noviembre los cincuenta años transcurridos desde que la Iglesia reconoció a las Hijas del Inmaculado Corazón de María como Instituto Secular de pleno derecho. De tal modo, enmarcada en la clausura de este año de gracia, el colegio Claret Madrid acogió una jornada académica y celebrativa titulada ‘En memoria agradecida de los orígenes, para vivir el presente con pasión y soñar con Dios nuestro futuro’. Además, al mismo tiempo se celebró la jornada formativa anual de la Conferencia Española de Institutos Seculares (CEDIS).
Así, sabiendo que celebrar es compartir, y habiendo tantos motivos para hacerlo, en el acto pudieron verse muchos rostros con los que esta provincia recorre un mismo camino en comunión y misión. “Estamos haciendo visible el Espíritu de sinodalidad que anima a la Iglesia”, expresó el Card. Aquilino Bocos al inicio de la jornada, en la presentación del acto. En la misma mesa presidencial del inicio se encontraban, además de la directora general del Instituto, Carolina Sánchez, el superior mayor de los claretianos de Santiago, el P. Adolfo Lamata. En un momento posterior, también tomó la palabra Mons. Luis Ángel de las Heras, obispo de León. Otros prelados y amigos, como Joaquín María López de Andújar, obispo emérito de Getafe, el P. Elías Royón, vicario general de vida consagrada en Madrid y diversos representantes de las provincias claretianas de Fátima y Sanctus Paulus tampoco quisieron perderse el acto. Cincuenta años de experiencia de ternura y misericordia, mirando a María y viviendo en su Corazón bien lo merecían ¡El Señor ha estado grande con ellas y estamos alegres!
Profundizar en el viejo sueño de Claret
La jornada académica no tuvo desperdicio. En ella participaron María José Castejón, quien fuera presidenta de CEDIS hasta hace unos meses, y los PP. Antonio Bellella y Gonzalo Fernández Sanz. Sus aportaciones giraron en torno a tres tiempos verbales. O, mejor dicho en este caso, a la historia pasada, al presente y a los sueños que quisiéramos ver realizados en el futuro. El primero en tomar la palabra fue el P. Antonio, doctor en Historia de la Iglesia y director del Instituto Teológico de Vida Religiosa de Madrid. El misionero, en una charla de lo más sugerente y clarificadora, repasó la propuesta de Claret en lo concerniente al papel evangelizador de la mujer en medio de sus propias realidades sociales, “sin ceñirse al estrecho corsé social y religioso que se adjudicaba a las católicas desde mediados del siglo XVI”. Puede parecer un concepto del pasado, “pero como tantos otros, aún no está del todo desarrollado”, señalaba Bellella. “Desde aquí -exhortaba el misionero- emplazo a las hermanas de Filiación Cordimariana a que no cejen en el empeño de seguir profundizando en este viejo sueño de Claret, un sueño que ellas realizan con sus propias vidas y que aún tiene mucho que aportar a la Iglesia y a la sociedad”.
Somos herederos de un soñador
Seguidamente, tras la enjundiosa alocución de Castejón, llegó el turno del P. Gonzalo, que enmarcó su ponencia en una poderosa afirmación: “Los hijos e hijas del Inmaculado Corazón de María somos herederos de un soñador que supo traducir muchos de sus sueños en proyectos y compromisos”. Seguidamente, el misionero hilvanó diferentes textos para diseñar una magistral conferencia que, así como hiciera el joven Claret en el taller de la revolución industrial catalana que le tocó vivir, advirtió de la necesidad de “dejarnos conducir por el sueño de Dios antes que proyectarnos en nuestras ansias y temores”. “A través de la fe, encontramos un sentido de dirección, propósito y consuelo en la creencia de que el camino hacia adelante está iluminado por una luz divina. En esta búsqueda espiritual, descubrimos que nuestras esperanzas y sueños son tejidos en el tapiz más amplio de un plan divino”.
Formadas en el Corazón de María
Finalmente, para poner el broche final, se dispuso la mesa de la eucaristía, que estuvo presidida por el cardenal Aquilino Bocos. “Toda Eucaristía es una acción de gracias al Padre, una bendición por la cual la Iglesia expresa su reconocimiento a Dios por todos sus beneficios”, expresaba el prelado al inicio de su homilía. “Por eso, en la fecha jubilar de nuestras Hermanas Hijas del Inmaculado Corazón de María, cantamos con el salmista: ‘Éste es el día en que actuó el Señor / sea nuestra alegría y nuestro gozo’”.
“Habéis sido formadas en el Corazón de María, en la fragua de su inmaculado Corazón, para ser luz del mundo, en medio de los hombres y mujeres del contexto donde os toca vivir”, señaló Bocos. “Se os han dado talentos para fructificar, para ser fecundas en el amor sin reserva”. Finalmente, el misionero, con unas palabras llenas de gratitud y afecto, pidió a Dios que “selle en nuestras Hermanas su alianza y las bendiga con abundancia de vocaciones para que puedan seguir anunciando las maravillas del Reino en este mundo que tanto necesita de paz y de esperanza”.