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Clausura de la 46ª Semana Nacional para Institutos de Vida Consagrada
Convertida ya en una cita ineludible para todos los consagrados, la 46ª Semana Nacional para Institutos de Vida Consagrada ha querido caminar durante estos últimos cuatro días “tras las huellas de la belleza”. Ha facilitado respuestas para una búsqueda de Dios por la via pulchritudinis, llevados de la mano con su ciencia y experiencia por cuantos animaban a emprender esta marcha. Conferenciantes extraordinarios que han ido descifrando las claves de uno de los desafíos más actuales del momento.
El camino de la Belleza tiene mucho que ver con la evangelización, tal como recordaba el Cardenal Fernando Sebastián, cmf, en la homilía de la Eucaristía que fue el broche de oro a estas jornadas. Los consagrados, con el corazón lleno de fuego, anhelan irradiar a este mundo la belleza del más hermoso de los hombres: “Devolvamos este amor a los hombres. Este amor del Padre y del Hijo. Pero no de cualquier manera, no con sentimientos o proyectos de este mundo, sino con la mirada de Jesús, con la compasión y el perdón de Jesús, con el poder y la misericordia de Jesús. Esta es la clave de nuestra renovación y la garantía de nuestro futuro”.
Renovación fue una de las palabras más subrayadas en estos cuatro días. Ya el viernes, Dom Lorenzo Maté, abad del monasterio de Silos, en su conferencia dedicada a la belleza de la vida monástica, nos recordaba cómo en sus orígenes, la vida contemplativa fue una protesta contra las corrientes de pensamiento que imperaban en el siglo VI. “Las luchas debían de ser contra lo que impide que Cristo habite en el interior de las personas”, afirmó el monje de Silos. Hoy, la vida monástica renueva y transforma el mundo llevándose a la oración todas las periferias, tanto materiales como existenciales, que llenan páginas y páginas de noticias. La vida consagrada sabe que tiene una palabra transformadora. Profética. También desde la vida activa. Y en esta misión, -en concreto, la de la educación-, se desenvuelve la religiosa M. Mar Sánchez Izuel, mn, directora en el colegio Nazaret-Oporto de Madrid. Como experta que es en la materia, fue explorando el camino de una belleza que eduque. Y, más aún, de un educador que embellezca. Un educador que sepa poner en práctica y vivir su vocación.
Diversos carismas para configurar el rostro multiforme de la vida consagrada se dieron cita entre los ponentes y el público. Y diversidad de rostros de este mundo de hoy reflejan la belleza. También los rostros desfigurados, sufrientes. D. Sebastián Mora, Secretario General de Cáritas, quiso hablar de ellos. Como experto comunicador, supo captar la atención de los presentes: “Yo también me siento parte de la Vida Religiosa. Con vosotros estoy como en casa porque nunca dejo de aprender a vuestro lado”. Efectivamente, Mora es de la casa, porque conoce de primera mano los rostros de los que habla. Por eso es certero cuando afirmó lo necesario de vivir una espiritualidad de la encarnación. Una espiritualidad que nos saque del simple me gusta. “No podemos caer en la tentación del selfi espiritual. Tentación que se convierte en el pecado de legitimar el dolor, de que no importe lo que sientan los otros”. Otra conferencia que también tuvo lugar el viernes por la mañana consiguió, de igual manera, hacerse con el auditorio desde el primer momento. La Profesora Mariola López Villanueva, rscj, licenciada en teología y en periodismo, se colocó en una mano la Biblia y en la otra el diario, condición fundamental para la proclamación del mensaje cristiano. Así, supo aterrizar una conferencia que resultó magistral en su forma y en su contenido.
El día tercero, el sábado 22, tuvo como plato fuerte una poderosa invitación a abrir los ojos y ver la hermosura del cristianismo propuesta por el Cardenal Philippe Barbarin. El Primado de las Galias, sentado junto al Prof. Martínez Oliveras, tan solo llevaba escritas dos cuartillas con tres guiones, una en español y otra en francés. A partir de estos apuntes fue tejiendo una conferencia que iba de lo erudito a lo cotidiano, de lo intelectual a lo anecdótico. Una conferencia soberbia que muy pocos sabrían ofrecer, pero que muchos pudimos disfrutar. Filocalía, misericordia, unidad y servicio de la caridad fueron algunos de los temas que trató, apoyándose para ello en los Evangelios, en los Salmos, en textos pontificios, en filósofos –algunos de ellos, ateos–, en intelectuales judíos y en su propia vida. Sobre todo, fueron aplaudidas sus experiencias, y cómo a través de ellas conseguía dar respuesta oportuna a muy distintas cuestiones. El Cardenal es bien conocido por su afabilidad y capacidad de diálogo. Virtudes que desempeña también en las distancias cortas, cuando ya pasada la charla nos revelaba a unos pocos el vínculo especial que le une con el P. Claret: “Los dos nacimos en una familia de once hermanos, y ambos ocupamos el quinto lugar entre ellos. Y al igual que el santo español, yo también soy obispo”, comentaba. Añadiremos que los dos son magníficos comunicadores. Esto último no lo dijo él, pero sí podemos afirmarlo nosotros. Sin ninguna duda.
Tras la pausa para la comida, volvimos a escuchar una excelente conferencia dada en esta ocasión por el claretiano Mariano Sedano, misionero en Rusia estos últimos veinte años. Profesor en el Seminario de San Petersburgo, trazó el itinerario espiritual hacia la belleza interior, vista desde el cristianismo oriental. Pulmón con el que también respira la Iglesia. Y en el cual, la belleza es tema ineludible para su comprensión. Transformación y espiritualidad no serían posibles sin su belleza. Y ésta es la que salvará al mundo.
Para coronar esta serie de grandes conferenciantes, el P. Corrado Maggioni, smm, Subsecretario de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, fue el encargado de cerrar esta cuadragésimosexta Semana con su conferencia ‘Celebrar la belleza de la fe’. Pese a su aspecto serio, de estricto profesor, supo conectar fácilmente con el público, implicándole en su discurso. Y así, en un más que correcto español, fue desgranando diversos aspectos que enlazan acción litúrgica con belleza: “Sin Dios presente, nada es bello”.
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Sesión de apertura de la 46ª Semana para Institutos de Vida Consagrada