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Un nuevo Si a Aquel que nos ungió y envió.

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La Alegría de la vida consagrada

Nos reunimos en Salamanca del 17 al 20 de Julio. Estuvimos once claretianos pero éramos muchos más. Los presentes éramos Jaime Aceña, Josu Alday, Juan Álvarez, Angel Garachana, Alfredo García, Pablo Largo, Angel Ochagavía, José María Odena, José Antonio Palacios, Victorino Rey y Bernardino Vicente. Pero hicimos presentes con la memoria del corazón a los que en distintos noviciados habíamos hecho la primera profesión el año 1964.

Salamanca era nuestro lugar común, nuestros caminos se juntaron en el Teologado de Salamanca, hoy facultad de Psicología y Bellas Artes de la Universidad. Nos reunimos en la comunidad claretiana de Calle Silencio, en donde “hicimos ruido” dando gracias a Dios, a la Iglesia y a la Congregación por habernos hecho Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María, por habernos lanzado a tantos lugares del mundo a proclamar el evangelio.

El día 18 fue el día grande. Todo un día de acción de gracias al Dios que nos ha sido fiel ayudándonos a serle fiel a la misión dentro de sus grandes mediaciones: la Iglesia evangelizadora y su congregación misionera claretiana.  La visita a nuestro antiguo teologado y los paseos por la monumental Salamanca nos hicieron revivir muchas anécdotas con tantos compañeros con quienes compartimos vida y misión

Renovamos la profesión ante el P. Luis Angel de las Heras, Superior Provincial de Santiago durante la celebración eucarística presidida por nuestro compañero obispo Angel Garachana. A través de ellos vimos a la Congregación y a la Iglesia recreándonos, renovándonos en nuestro compromiso misionero universal.

Durante el día 19 pudimos seguir compartiendo lo que han sido nuestras vidas mientras visitamos algunos pueblos como La Alberca y  El Zarzoso y sobre todo la visita a Ntra. Sra. De la Peña de Francia. Con María dominamos valles y montañas, las cercanas y aquellas de cualquier país y continente donde llevan a cabo su misión tantos connovicios nuestros.

Agradecemos a la comunidad de Salamanca que nos recibió y con tanto cariño nos trató durante nuestra estancia; y muy agradecidos al P. Luis Angel De las Heras que nos tomó la profesión.

El encuentro y renovación de profesión nos infundió nuevo ímpetu misionero, como alguien dijo, “estamos orgullosos de ser misioneros claretianos”.

El día 20, domingo, después de la eucaristía y el desayuno llegó la despedida, “bueno hasta la próxima, los cincuenta de sacerdote, o los 60 de profesión, o hasta cuando Dios quiera para ser más exacto” y casi casi nos dio por cantar “Amigos para siempre”, o mejor “Misioneros para siempre”.

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