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SEMANA SANTA EN LOS MOLINOS
El Miércoles Santo un grupo del Centro Juvenil de Segovia y otro grupo de Aranda de Duero teníamos un mismo destino: Los Molinos y compartíamos una misma ilusión: celebrar y compartir juntos la Semana Santa. Nuestro lema durante estos días ha sido Sembrando trigo, cosechando vida y así lo hicimos. Después de los saludos y primeras presentaciones sembramos trigo a la vez que "rompíamos" nuestros miedos mientras juntos cantábamos, todavía con timidez, sé que existo si me nombras Tú. Lo que ninguno nos imaginábamos en ese momento era la vida que íbamos a cosechar unos días después
Desde el primer momento los dos grupos de origen nos convertimos en uno sólo y empezamos a funcionar. Para muchos de los chicos y chicas que participaban en esta Pascua era su primera vez y esto hizo que la Pascua estuviera llena de ojos abiertos, de palabras nuevas, de ilusiones recién inauguradas y de bonita novedad.
Por las mañanas realizábamos diferentes dinámicas que daban sentido al día y por la tarde compartíamos las distintas celebraciones uniéndonos a toda la iglesia. Con sencillez, sin grandes palabras ni grandes voces para entonar los cantos pero eso era lo de menos. Estábamos juntos, Él nos había convocado y yo intuía que no nos iba a abandonar.
Sentados en la mesa al lado de Jesús, también nosotros decimos servir "lavando los pies" a nuestros compañeros. Le acompañamos en Getsemaní y estábamos a su lado en la cruz. Acompañamos a María en su soledad y, cómo no, RESUCITAMOS con Él.
Fueron muchas y bonitas las experiencias que los chicos ponían en común en los diferentes momentos.
Hubo momentos para rezar en comunidad y personalmente, para resolver dudas, para compartir inquietudes, para dar sentido a los diferentes ritos, para convivir, compartir y jugar al gran juego del Pascuatoca.
La Vigilia Pascual fue, en verdad, una fiesta. El ambiente era de pleno gozo y toda la casa de Los Molinos se convirtió en iglesia improvisada para celebrar la gran fiesta. En el jardín de la casa la luz vencía a la oscuridad de la noche y era el momento en el que recogíamos la cosecha y todos nos dábamos cuenta que el fruto cosechado era el mejor que nos podíamos esperar, era vida y vida abundante.
La fiesta posterior fue larga a ritmo de diferentes canciones de karaoke porque era mucho lo que teníamos que celebrar y más de uno tuvo que ser arrastrado para irse a la cama. El domingo continuábamos con el mismo espíritu de gozo y alegría compartiendo la eucaristía con varios padres que nos acompañaron.
Como no podía ser de otra manera el domingo nos despedíamos y cada uno partíamos a nuestros sitios de origen. En la mochila metíamos momentos inolvidables, nuevos amigos, una bonita e intensa experiencia, el gozo de habernos encontrado con el resucitado y saber que la tumba estaba vacía y sobre todo la satisfacción de las cosas bien hechas y bien vividas.
Nuestro corazón estaba lleno de nuevas ilusiones y rebosante de vida. Aunque la despedida provocó algunas lágrimas todos nos convocábamos para el próximo encuentro masivo el siete de mayo. Sin duda, muchos nos volveremos a encontrar en multitud de ocasiones, esto es lo bueno de nuestros centros juveniles.
Gracias a todos los amigos que se acercaron por la casa de Los Molinos para compartir con nosotros celebraciones y así compartir también un "cachito" de nuestra experiencia. Gracias a las estupendas cocineras Clara y Laura de Ferraz que cocinaron muy rico y con mucho amor y gracias a todos los chicos y chicas que participaron en esta experiencia porque una vez más nos confirmasteis que un mundo mejor es posible y somos muchos los testigos de la Resurrección y los que queremos seguir sembrando vida.