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Card. Aquilino Bocos: “El educador en un colegio claretiano dará razón de su labor desde los principios que inspiraron la fundación del centro”
En la tarde de ayer, un día después de la fiesta de Claret, el Card. Aquilino Bocos Merino, cmf, ofreció una conferencia a los profesores del colegio Claret Madrid en la que puso de relieve la inspiración carismática del quehacer de la Congregación de los Misioneros Claretianos en los centros educativos. “La calidad de la educación no se juega en las instalaciones, proyectos y buenas programaciones […] El buen maestro se manifiesta en el esmerado acompañamiento que tiene con el alumno. Sobre todo, es importante que el educador en un colegio claretiano sepa dar razón de su modo de educar desde los principios inspiradores de la fundación y gestión del centro en el que desarrolla su actividad educativa”, comenzó enunciando el purpurado.
Seguidamente, el religioso claretiano, pasó a referir cinco puntos que “desde la vida de Claret, inspiran el ser apostólico de cada claretiano y, por lo mismo, - explicó ante la práctica totalidad de los profesores del centro claretiano de Madrid- también es válido para vosotros y para los centros educativos”.
De tal modo, el primero de los subrayados podría resumirse en una sola palabra, “convicción”. “Me refiero a la convicción de la presencia del Espíritu, que apoya, consuela, y fortalece en los momentos críticos”, explicó. “Frente a las dificultades, a tantas reservas, sospechas, reticencias y obstáculos, los educadores habrán de secundar aquella libertad que le otorga el Espíritu y atreverse a anunciar la verdad y denunciar el engaño; ensanchar el corazón y actuar con bondad. La mejor pedagogía es la propositiva”, sentenció el claretiano, antiguo Superior General de la Congregación.
El segundo subrayado es el de la “actitud necesaria para buscar y procurar en todo la gloria de Dios”. “¿Qué repercusiones tiene esta actitud básica de Claret en la tarea educativa?”, formuló el cardenal. “La primera, saber analizar la realidad, para detectar las necesidades, las carencias, las ausencias de Dios”, para desde ahí, “suscitar la admiración sobre todo lo que es bueno, justo, bello, amable y verdadero, que son destellos de la gloria de Dios en la vida cotidiana”, pues “si buscamos una formación integral de la persona, queremos que esta educación esté inspirada y movida por esos valores esenciales del Evangelio”.
El tercer punto de los cinco se engloba en otra única palabra, “finalidad”. “Pues en el itinerario evangelizador de Claret hay una finalidad, y es que Dios Padre sea conocido, amado, alabado y servido”. “En la vida y en los escritos de Claret podemos apreciar la imagen de Dios que él tenía y transmitía. Sobre todo destaca el amor misericordioso, la presencia providente en su vida y en la historia, la cercanía y compasión con los pecadores, los pobres y los afligidos”, por tanto “a la hora de ofrecer la imagen de Dios hemos de cuidar las presencias y gestos. La trasparencia de una genuina vida cristiana es la mejor manera de suscitar el conocer, amar y servir al Padre”, exhortó el Card. Bocos.
El penúltimo subrayado en la conferencia del purpurado se sustenta en el “modo de hacer con otros”. “Aplicar este ‘hacer con otros’ a la educación, exige, según Claret, renovación en el pensar, en el sentir y en el actuar de toda la comunidad educativa”. “La entidad titular, los padres, los profesores y el personal auxiliar han de trabajar y vivir en red”, expuso. Para el claretiano, “en todo el comportamiento inherente al educador, no es el yo el que cuenta, sino el nosotros, que, a veces, es plural por género, creencia, cultura y credo”.
“Hacer con otros es algo más que poner un correctivo al individualismo en el servicio educativo y va más allá de promover el trabajo en equipo. Supone mucho más que estar bien coordinados. Implica un modo de pensar, de sentir y de actuar cuyo centro articulador es la pasión por el Reino”. “Para Claret ‘hacer con otros’ es reconocer, vivir y hacer fructificar el intercambio de dones que permite realizar una vida comunitaria escolar participativa y comprometida, signo y artífice del Reino de Dios en este mundo. Nuestros centros han de ser escuelas donde sea connatural la reciprocidad de dones”, explicó.
Por último, “mi Espíritu es para todo el mundo”, es decir, “universalidad en la misión de Claret”, lo cual tiene claras implicaciones para nuestros colegios claretianos. “Seguramente que Claret hoy, con su expresión de universalidad, pediría que nuestros centros fueran ámbitos donde se conjugase la propia identidad en el contexto cultural y los valores universales que hacen que el mundo sea habitable en paz, armonía y progreso”. “Nuestros centros, efectivamente, están llamados en este momento a ser ámbitos donde se fomente el diálogo, la comprensión, la tolerancia, la aceptación e intercambio de valores étnicos, culturales y religiosos. Han de ser espacios donde se propicie la compasión y la solicitud por el prójimo, promoviendo no sólo el derecho a la vida, sino la calidad de vida”. “Queremos educar para la interculturalidad. Se impone un pensar más plural, más complejo, más ecológico y crítico. Hay que empezar a pensar y a vivir en diálogo contextualizado con quienes vienen de otras culturas. Mente abierta y crítica, capacidad de comprensión y de aceptación de las diferencias, corazón sencillo, humilde y generoso para el reconocimiento, la colaboración y la solidaridad”, finalizó el cardenal.