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El P. Pedro Fuentes, cmf, cumple 100 años de vida

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Dentro del cuerpo de Pedro Fuentes (Pradoluengo, 29 de abril de 1918) palpita un tizón incombustible, un ascua que le llevó a querer consagrar su vida a Dios y ponerse al servicio de los demás. Ingresó en la Congregación a los 12 años, y a los 16, solo unos pocos días después de haber estallado la Guerra Civil Española, emitió sus primeros votos en Salvatierra (Álava) donde cursó sus estudios de Filosofía. Sigue habitando en él una fragua, e igual que el primer día, de ella no han dejado de brotar diversos ‘frentes de servicio’, y a todos ellos se encomendó con sencillez y fidelidad: fue profesor, primero de postulantes, y después de teólogos; también volcó mucha vida en la atención pastoral, siempre exquisito en el trato con todo tipo de personas, y especialmente atendiéndolas en el confesionario. “Era un reloj suizo. No les fallaba nunca”, comentan los que más de cerca le conocieron. Y a la vez, casi siempre tuvo importantes responsabilidades en las comunidades: superior, ecónomo, consejero…

Este domingo contará ya un siglo del nacimiento de un hombre entrañable para todos los que a él se acercaron, que siempre supo ayudar con su escucha, y con su palabra oportuna. “Me gustaría envejecer como el P. Pedro, y no lo digo por la cantidad de años. Se ganó el cariño de todos, los de la comunidad y los huéspedes. Admirable. Siempre positivo, siempre animando. Lo quiero decir ahora que todavía está vivo, porque luego los elogios no suenan tan sinceros”, comenta el P. Vicente Sanz, antiguo Provincial de Castilla durante la segunda mitad de la década de los 90. Por su parte, el P. Pedro Belderrain, Superior Provincial, destaca: “El P. Pedro Fuentes Crespo, como perciben casi de inmediato quienes le tratan, es especial. Dios Padre le ha concedido una bondad y un carácter que sin duda ha tenido que trabajar y pulir, pero que le convierten en una compañía encantadora (un hermano de comunidad que todos quisiéramos tener) y en un signo claro de la presencia de Dios, de su paz, su misericordia y su ternura”. También el Superior General, el P. Mathew Vattamattam, Superior General de la Congregación, ha querido unirse a todos lo que le acompañan de cerca en la celebración de estos cien años de vida: “Pido al Señor que te siga concediendo un corazón sabio para agradecerle el don de la vida y la gracia de su amistad.”, escribe en una carta especialmente dedicada a él. Del mismo modo la provincia de Nigeria Oriental, se suma a todos ellos y envía una felicitación oficial. En ella, Matthew Iwuagwu, su Secretario Provincial, se expresa con las siguientes palabras: “Puedo confirmar que el P. Pedro Fuentes es un verdadero religioso claretiano, un hermano. Me siento verdaderamente afortunado de haber convivido dos años con él en la misma comunidad. Pude aprender así el auténtico significado de la fraternidad claretiana”.

Seguramente a lo largo de estos días vayan llegando más felicitaciones. Todos los que le han conocido solo tienen palabras buenas para él. En medio de esta memoria agradecida, han sido muchos los claretianos de esta Provincia que con cercanía fraternal le envían sus mejores deseos. El P. José Luis Asenjo, Superior de la Comunidad Asistencial de Colmenar Viejo (Madrid), nos ha recibido para resumir, junto a los Hnos. Mariano Martín y Matías Prieto, sus vivencias junto él.

 

 

Palabras de Pedro Belderrain, cmf, Superior Provincial

 

Claretianos de Santiago: una comunidad muy bendecida. Cien años del P. Pedro Fuentes Crespo, CMF

A un superior provincial le llena de alegría recibir jóvenes que desean vivir el Evangelio y seguir a Jesús entregándole su vida. En dos años de servicio he tenido la gracia de presidir algunas primeras profesiones y profesiones perpetuas y de acompañar algunas ordenaciones.

Pero a un superior provincial le llenan también de mucha alegría los aniversarios vinculados a sus hermanos mayores y los cumpleaños que empiezan a conjugarse en ‘ochenta y tantos’, ‘noventa y tantos’… Creo que es la primera vez en mi vida en que voy a acompañar a alguien cuando cumple los cien años.

En más de un encuentro con claretianos de otras partes del mundo en las que abundan mucho los jóvenes he afirmado (y lo repetiría hoy) que la presencia de personas mayores es una gran riqueza para cualquier comunidad misionera. A menudo los años reflejan fragilidad, enfermedades, épocas que ya no volverán. Pero esos mismos años hablan de experiencia, de entrega, de vida compartida y repartida. Es muy difícil no admirar y hasta estremecerse.

Nuestra comunidad provincial está bendecida con diecinueve misioneros claretianos que ya han cumplido noventa y más años. Su presencia ha enriquecido hasta hace muy poco la vida diaria de casi una decena de comunidades. Su experiencia y modo de vivir sigue ayudando a muchas personas en su camino: hermanos de congregación, familiares, trabajadores, fieles cristianos, de todas las edades.

El P. Pedro Fuentes Crespo, como perciben casi de inmediato quienes le tratan, es especial. Dios Padre le ha concedido una bondad y un carácter que sin duda ha tenido que trabajar y pulir, pero que le convierten en una compañía encantadora (un hermano de comunidad que todos quisiéramos tener) y en un signo claro de la presencia de Dios, de su paz, su misericordia y su ternura.

Hemos temido muchas veces que no llegara a los cien. Si le insinuamos si ha hecho un pacto con alguien hasta hace poco nos ofrecía una sonrisa picarona, llena de humor, que también evoca inmediatamente al buen Dios. El niño juguetón que nació en Pradoluengo (España) en 1918 y que ha anunciado el Evangelio de tantas maneras se ha hecho grande. Los que hemos tenido la suerte de verlo crecer y dar tan bueno fruto damos muchas gracias a Dios. ¡El Señor sigue estando muy grande con nosotros!

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