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Acto de inauguración de curso en el ITVR-ERA 2024/2025
En la tarde del jueves 26 de septiembre se celebró la inauguración del Curso Académico 2024/2025 en el Instituto Teológico de Vida Religiosa y la Escuela Regina Apostolorum de Madrid. Tal como anunciaba el programa, la tarde se dividió en dos momentos diferenciados; el litúrgico, primero, que tuvo lugar en el santuario del Corazón de María de la calle Ferraz, y seguidamente, el académico, ya en el salón de actos del ITVR.
De tal modo, un nutrido número de alumnos, así como otros amigos religiosos y religiosas asistieron en un clima de fraternidad y compañerismo a la celebración de la eucaristía presidida por el superior mayor de los claretianos de Santiago, el P. Adolfo Lamata. El misionero estuvo acompañado en el altar por otras autoridades académicas como el P. Aurelio Cayón, ss.cc. vicario episcopal para la vida consagrada en la archidiócesis de Madrid o Fray Jesús Díaz Sariego, op, presidente de CONFER. Concelebraron también otros profesores y miembros de la comunidad claretiana de Buen Suceso, que, como desde el primer día, continúa al servicio de estas obras apostólicas ofrecidas desde aquí a miles de consagrados.
Radicalidad en la misión
Durante la homilía, el P. Lamata invitó a los presentes a vivir la misión con radicalidad, recordando que para llevarla a término “no podemos prescindir de las mediaciones, gracias a las cuales tuvimos acceso al conocimiento de Jesús”. “Nuestra fe está ligada a la existencia de testigos y de una comunidad creyente que nos han ayudado a experimentar el significado del mensaje de Jesús”, abundaba el religioso a propósito del pasaje del envío en el evangelio de Lucas (Lc 9, 1-6). “No son nuestras iniciativas personales, ni únicamente nuestras capacidades, ni sólo nuestros planes temporales lo que nos pone en camino para cumplir con la misión, sino que es Dios el que realiza su obra de salvación por medio de Cristo y por medio de la Iglesia”, animaba. “La Iglesia de Cristo lucha constantemente por hacer realidad este deseo del Señor y lo hace no sólo con sus palabras, sino con la vida, convertida en un testimonio verdadero de la vida nueva que Dios quiere para todos”, concluyó Lamata.
Primeras palabras de saludo
El acto académico comenzó, ya en el salón de actos del instituto, con el P. Adolfo Lamata que abrió la tarde tomando la palabra en nombre del presidente del ITVR, el P. General de los Misioneros Claretianos, P. Mathew Vattamattam, y saludó a los asistentes en su nombre, animándolos a vivir con seriedad y profundidad este presente año de estudio. “Iniciamos este curso con el deseo de estar a vuestro lado mediante el acompañamiento espiritual, la iluminación doctrinal y el asesoramiento jurídico, realizando esta tarea en el seno de la Iglesia y en camino con vosotros y las instituciones a las que pertenecen”. “Seguimos pidiendo al Espíritu que nos ayude a hacer memoria esperanzada de todo los que nos han precedido y a reavivar en nuestros corazones, en labor docente y educativa, el ardor y la pasión por Jesús que se expresa en la vida consagrada”, expresó el misionero invitando a vivir con pasión un nuevo curso donde nos espera un año de crecimiento, de descubrimientos y de contribuciones significativas en el desarrollo personal y vocacional.
‘La vida religiosa hoy y su desafío de esperanza’
Tras las palabras de bienvenida del P Lamata, llegó el turno de la lectura de una brillante lección inaugural que llevó por título ‘La vida religiosa hoy y su desafío de esperanza’, pronunciada por Fray Jesús Díaz Sariego, presidente de la conferencia española de religiosos. El dominico -y también superior mayor de su provincia- quiso acercarnos con sus palabras a la celebración del próximo jubileo ordinario de la Iglesia, que estará dedicado a la reflexión y promoción de la esperanza. “Será importante redescubrir, a este respecto, las exigencias de la llamada eclesial a la participación responsable de cada instituto en el mencionado jubileo, poniendo en valor los carismas y ministerios que el Espíritu Santo no cesa de conceder para la edificación de la única Iglesia”, comenzó el religioso.
“El termómetro actual de la vida religiosa nos indica la necesidad de retomar la fuerza espiritual de la esperanza como antídoto a las desesperanzas que puedan estar afectando, por diversas razones, a nuestra razón de ser en el corazón del mundo y de la Iglesia”, proseguía el profesor. “El año jubilar nos brinda la oportunidad de volver a centrarnos en la propia vocación, al ponerla en las manos de Dios con plena confianza y al desarrollar la capacidad de discernir el momento presente”, animaba.
Seguidamente, Díaz Sariego formuló una cuestión que iba al centro de su disertación, la que vincula a la vida consagrada con la virtud teologal: “La vida religiosa ha de cultivar la esperanza porque a ella corresponde al anhelo de felicidad puesto por Dios en el corazón del ser humano”. “El impulso de la esperanza nos preserva del egocentrismo y nos conduce a los valores indiscutibles de la caridad cristiana”, abundaba. Y en este sentido “nuestra vocación es maravillosa no porque nosotros seamos maravillosos, sino porque constituye un signo profético de nuestra esperanza para toda la humanidad”.
“Asumir los desafíos que amenazan a la virtud nos permitirá tomar carne en la vida con pasión, una urgencia necesaria para dar razón de nuestra esperanza ante las principales interpelaciones del mundo, de la Iglesia y de la vida religiosa en el presente”, concluyó.
Memoria académica
El programa continuó con la lectura de la Memoria del curso anterior, que corrió a cargo de Laura Zamora, secretaria académica, constatando las múltiples actividades desarrolladas al servicio de la vida consagrada. Cursos, seminarios y conferencias por las que pasaron más de mil quinientos consagrados de muy distintos puntos del globo, gracias a la retransmisión online y presencial de la mayoría de nuestras actividades. Del mismo modo, el crecimiento de la biblioteca del ITVR es ya considerable, superando ya los 70.000 títulos a los que se suman los casi 19.500 volúmenes de revistas accesibles para los estudiantes, profesores e investigadores especializados.
Finalizó el acto con las palabras del nuevo director, el P. Antonio Bellella, invitando a la comunidad educativa del ITVR-ERA a iniciar este curso con palabras sustanciosas y significativas: “escuela, alma, educación y vida”. “Sobre estas cuatro palabras queremos apuntalar este nuevo curso educativo, tomándolo como un proyecto de bienaventuranza, es decir, no solamente humano, sino también religioso, poniendo tanta emoción a lo visible como a lo invisible”.
“Queremos procurar atención a tres desafíos, atendiendo en primer lugar a nuestro momento eclesial”, expresaba el religioso. “Paralelamente, queremos seguir acompañando el momento que está atravesando la vida consagrada, el momento de trabajar con otros”. En tercer y último lugar, “hemos de dinamizar nuestro presente como escuela e instituto, fijándonos especialmente en dos ámbitos relacionados entre sí, como son el reto de la formación permanente para una vida consagrada que precisa sentarse a reflexionar pero carece de espacios, y por otro lado, subrayando una nueva forma de hacerse presente en un alumnado que va cambiando de rostro, haciéndose más intercultural”, desarrolló.
“Empezamos un curso sintiéndonos parte de una comunidad al servicio de la vida consagrada, y en medio de un contexto complejo que constituye tanto el punto de partida como el espacio ambiguo en el que necesitamos realizar nuestra misión”. Así, “en nuestra condición de consagrados tenemos la suerte de emprender un camino que abrirá nuestra inteligencia nos permitirá, sin duda, avistar el horizonte de la sabiduría”, concluyó el director.