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125 años misionando en Aranda
Este año celebramos el 125º aniversario de la llegada de los claretianos a Aranda del Duero y de él bullen motivos de sobra para agradecer este tiempo de presencia en esta porción de tierra castellana. Habrá quienes piensen en los misioneros como testigos y animadores de la fe, como educadores, confesores, capellanes, directores espirituales o amigos.
Porque a lo largo de estos ciento veinticinco años transcurridos esta comunidad ha tenido muchas y diferentes actividades. No es una comunidad cualquiera. Es el símbolo de una época floreciente y también de una realidad congregacional actual. Fue lugar de celebración del X capítulo general de 1906, sede del gobierno general entre los años 1905 y 1914 y del gobierno provincial de 1950 a 1953. También fue lugar de formación de los jóvenes sacerdotes antes de salir a misionar. Desde Aranda y la Ribera han ido partiendo muchos claretianos a diversas partes del mundo con el único ideal de anunciar a Jesucristo. Aranda fue y es cuna de muchas y selectas vocaciones para la congregación; y es tierra, también, de mártires.
Entre las obras más significativas de estos años, por el tiempo e intensidad, destaca el colegio Claret. En este centro educativo se han formado muchas generaciones que siendo después padres han transmitido a sus hijos los valores humanos, sociales y cristianos en los que ellos fueron igualmente educados. Los claretianos prolongan su presencia para seguir desempeñando esta misma labor entre las familias gracias al buen hacer de la comunidad que actualmente trabaja sobre el terreno. Los misioneros Miguel Medel, Benjamín Picado y Juan Sanz multiplican esfuerzos para atender la Iglesia que tiene como titular al Corazón de María y también sacan tiempo para animar la pastoral del centro educativo. P. José Manuel Sueiro, misionero miembro del Equipo Provincial de Animación de Pastoral y coordinador del área de pastoral del Equipo de Titularidad de nuestros siete colegios, se desplaza varias veces por semana desde Madrid para ayudarles en esta labor.
Me ha tocado en suerte un lote hermoso
Si los claretianos han contribuido a escribir un bello capítulo en la historia de Aranda durante todos estos años se debe a la confianza depositada y a la acogida que han recibido de las gentes de esta tierra desde el primer minuto. Los arandinos supieron sintonizar con la congregación y encontrar en la espiritualidad cordimariana una forma de vivir y actuar cristianamente. Han sido años de predicación popular, de catequesis o de dirección de asociaciones entre las que han destacado la Archicofradía del Corazón de María, la Legión de María, la visita domiciliaria y la adoración nocturna, que sigue teniendo lugar todos los jueves. Otro tanto cabe decir de la asistencia espiritual a las comunidades religiosas y de la ayuda a las parroquias de los pueblos de la región. En contacto con los misioneros muchos niños y jóvenes descubrieron la llamada a la vida consagrada o al ministerio sacerdotal. “De hecho, el P. Adolfo Lamata, padre provincial nuestro, nació en esta tierra”, recuerda el P. Juan Sanz, superior de la comunidad de Aranda.
Estos 125 años dan pie a volver a renovar el compromiso para el futuro, y queremos expresar nuestra voluntad de continuar colaborando con todos los miembros del Pueblo de Dios en la formación de una comunidad cristiana que vive auténticamente su fe y que participa de la vida misionera de la Iglesia. Esta es la mejor forma que tenemos de agradecer la acogida de la Congregación en Aranda y la Ribera, su comprensión para con nosotros y su solidaridad.