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Zaragoza: jubileos llenos de júbilo
Hay quien piensa que el paso de los años dificulta la celebración y la alegría; se equivoca. Hay quien piensa que las comunidades claretianas que reúnen a los misioneros enfermos o que ya no pueden valerse del todo por sí mismos son sitios tristes; se equivoca también. Hay quien piensa que los religiosos (que los claretianos en este caso) se juntan sin conocerse, viven sin quererse y no se echan de menos cuando faltan. También se equivoca.
Lo contrario pudo comprobarse -como tantas veces- en la comunidad claretiana sita en la calle León Felipe de Zaragoza, donde residen habitualmente unos veinte misioneros. A ellos se unieron el pasado 24 de septiembre otros claretianos y un buen grupo de laicos para celebrar los primeros cincuenta años de profesión religiosa de los misioneros Salvador Pérez Segrelles, José-Félix Valderrábano y Bernardino Vicente, que en 1964 -más jóvenes en lo físico que ahora- habían emitido juntos sus primeros votos religiosos junto a José Miguel Celma y José María Vigil, que llevan bastantes años fuera de España.
La fiesta, la gran fiesta, incluyó una bella celebración de la eucaristía musicalmente bien acompañada, una comida y una sobremesa en un alegre ambiente de fraternidad y buenos ratos de recuerdos, conversación y sonrisas. Hubo tiempo para dar gracias a Dios por su llamada, evocar los servicios misioneros de los homenajeados -que han hecho bien a personas de muchas naciones-, recordar a los ausentes y pedir, por intercesión del Corazón de María y de los Beatos Mártires, que estos cinco misioneros -muy jóvenes aún de espíritu- sigan haciendo presente el carisma de Claret al servicio de la Iglesia. La felicidad con que narran y expresan lo que hasta ahora ha sido su vida es una estupenda señal.