Se encuentra usted aquí
Gregorio Riaño. 50 años de vida sacerdotal (1955 * 27 junio * 2005)
Dios me llamó a la vida, me llevó al Seminario Claretiano y cuidó mi largo noviazgo vocacional. Juntos subimos al altar y sellamos nuestra alianza. Antes y después de la ordenación, Él me aupó al júbilo en mis horas bajas. Ahora ilumina mi senda otoñal. A Él confío la última etapa de mi vida.
Con mi puño y letra, hoy, 27-06-05, día de mi 50 aniversario: Desde esta fe fiducial, accedo, no sin resignación, a instancias del P. Anastasio que me pide "algo testimonial" (sic), acerca de éste, para mí, feliz acontecimiento. Comparto mi gozo jubilar con todos. Una condición: Que me 'colguéis' en vuestras oraciones.
tres celebraciones:
1ª Segovia (1942 - 1944)
Postulantado Menor de la ancha Provincia de Castilla. Años difíciles de la posguerra. Formación dura, de la que no hemos renegado. En otoño de 1941, nuestro arranque vocacional. Unos en Valmaseda (Vizcaya). Otros en Segovia. Desde 1942, en cuadrilla, por Santo Domingo de la Calzada, Salvatierra, Beire y, nuevamente, Santo Domingo de la Calzada (Colegio Mayor).
Aquí, ya en el primer año de teología, el P. Schweiger, Superior General, aventó nuestra parva. Algunos surcaron mares y otros cruzaron fronteras: Perú, Chile, Argentina, Colombia… Angers sur Loire (Francia)… Ha llovido mucho. Por eso añorábamos vernos.
Algunos del curso apostamos por un encuentro en el que, después de tantos años dispersos e incomunicados, pudiéramos revivir mocedades y compartir ricas experiencias.
Había que provocar. Empezamos a calentar motores. Nos preguntábamos cuándo, dónde y cómo podría hacerse el encuentro, sin forzar voluntades. A bote pronto, se nos antojó el vetusto convento de Sto. Domingo de la Calzada, plataforma de nuestro lanzamiento al apostolado. Pero, cerradas como estaban sus puertas años ha, la referencia inmediata fue Segovia, nuestra alborada vocacional.
La intentona fue calando. Primero un sondeo epistolar. Aplastante respuesta afirmativa. El sueño se hizo realidad en los primeros días del pasado septiembre. A la cita, un número emblemático: Doce. Llegábamos con muchas ganas. Acogida caliente, saludos férvidos, risas sonoras, abrazos apretados, jolgorio en los pasillos, brillantes asambleas. Laudes y Vísperas motivados. Eucaristías sabrosonas. También, alguna que otra lágrima furtiva.
Nos perseguía constantemente el recuerdo de los compañeros que no pudieron venir. Dimos lectura a sus bien justificadas excusas. Sobrevolaba, también, una agridulce nostalgia por los tres que, maduros para el cielo, nos contemplaban desde aquella alta balconada: PP. Francisco Torga, Eduardo Campillo y Francisco Calvo. Todos emisores, todos receptores.
Nunca pretendimos celebrar, exclusivamente, nuestra ordenación sacerdotal. Como el curso quedó partido y repartido en los años de teología, imposible habernos podido ordenar de presbíteros por las mismas fechas. Ante todo deseábamos celebrar nuestros cincuenta años de vida apostólica, subyacentes las llamadas 'Bodas de Oro'. Misión cumplida: llegados a Segovia con nuestras abultadas talegas a cuestas, indiscriminadamente, fuimos vaciándolas en corro y para el corro. Aquello del salmo: "… Al venir vienen cantando, trayendo sus gavillas".
Regresamos a nuestras casas con sabor a Segovia, tatuados de fraternidad. En su día, el primer número del Boletín de la Confederación dejó constancia de este evento con lujo de detalles. A ellos remito.
2ª Beire (Navarra)
Pueblecito navarro reclinado sobre los últimos repliegues de la falda del monte, a los pies de la Virgen de Ujué, patrona de la Ribera. Aquí nuestros tres años mancebos de la filosofía (1947-1950). En verano de 1950, dividida la Provincia de Castilla, Beire pasó a ser 'Postulantado Menor' de la nueva Provincia: 'Cantabria'.
Terminada la carrera, Beire fue mi primer destino. Mi primera misa, en la capilla del Postulantado. Aquí quemé mis mejores cartuchos y enterré, sembrados con siemprevivas, casi catorce años consecutivos. Todo al arrimo de la Comunidad Profesa y del bullicio de una muchedumbre de seminaristas trotones ('bestias angelicales' los llamaba el P. Isidro Landa, compañero de faenas). Fue de 1954 a 1968.
Doy muchas gracias a Dios por este tiempo en el que, 'lejos del mundanal ruido', viví prendido de esas pulcras ilusiones que todo joven sacerdote abriga por dentro. Para mayor abundamiento de gracia, conviví, muchos de aquellos años, con compañeros de carrera y de curso. Tuve una gran suerte. Ahora, con la pólvora húmeda, 'no cuelgo la cítara en las ramas de mi tronco añoso, con nostalgias de Beire'. Al contrario, brindo por aquellos preciosos años, por aquellos hermanos de comunidad y por aquella riada de pequeños seminaristas. Hoy, bastantes de ellos, siembran evangelio por el universo mundo.
"In memoriam": Del 20 al 23 de junio pasado, una experiencia alucinante. Cuatro de aquellos pipiolos seminaristas, hoy talludos e ilustres claretianos, fueron los culpables. Me invitaron a una gira en torno a Beire, para revivir aquellos tiempos. Acepté a la primera, de mil amores. La espera, de puro ardor, me salpullía. El convento de los PP. Agustinos Recoletos de 'Marcilla' (Ribera abajo), nos sirvió de acampada. En él plantamos nuestra tienda. Desde él, los desplazamientos.
Objetivo: Beire. Una mañana entera. Minucioso recorrido por las dependencias de nuestro Seminario. Todo estaba en su sitio. Quedamos cautivos de tres ámbitos:
1) La Capilla: El mismo suelo, altar, presbiterio y sagrario; las mismas imágenes, el mismo zócalo, las pinturas intactas. Todo igual. Como si aquel lejano adiós hubiera sido anteayer. Hablábamos en susurro. La memoria de nuestros rezos, el eco de nuestros cantares, las siluetas de los formadores, de los profesores. Una oquedad preñada.
2) Los dormitorios: Uno a uno, pronunciando sus nombres (Corazón de Jesús, Corazón de María, Santísima Trinidad, Inmaculada, San José). Aquí dormía el Prefecto y aquí el Auxiliar, aquí dormía yo, y yo aquí (sonrisas no contenidas). ¡Deo gratias et Mariae'!...
3) La finca o el famoso 'bosque': Palmo a palmo: La Alberca, la Virgen de los exámenes, la Virgen del ciclamor, los campos de recreo, el paseo de las parras, el de los tilos y el de las sabinas, la presa del 'Cidacos' y los escondites de sus márgenes. Los nidos de las oropéndolas y el canto de los ruiseñores. Suspiros del corazón.
Desde Beire, visitas a Ujué, San Martin de Unx, La Oliva (monasterio), Tafalla y Olite (la flor de Navarra), Peralta y otros más.
Mientras redacto, dudo de si sí o si no estampar aquí los nombres de quienes provocaron este dulce periplo. Pues sí, son éstos: Severiano Blanco, Conrado Bueno, Antonio Martínez y Basilio Montañana. Otros no pudieron adherirse (Rosendo Pérez, Javier Garrido, Victorino Rey…).
A lo largo de los caminos, mientras el coche tragaba kilómetros y kilómetros, cantares y más cantares, nombres y más nombres. anécdotas y más anécdotas Yo, en escucha activa. Mis entretelas, al rojo vivo. En momentos dados, a punto de romperme. (Creo que mantuve el tipo y que, al respecto, pasé inadvertido).
Mi más sincera y rendida gratitud para con ellos. Representaban a una pléyade. Regresamos a casa, al menos yo, con un entrañable desgarro.
3ª Burgos
Otra cariñada: Yo estaba sobrado. Pero los miembros de mi Comunidad se empeñan (sin ánimo de lucro) en rendirme fraternas zalemas. Y que sea, dicen, el día más indicado: el 27 de junio. Me digo a mí mismo que quieren demostrar a las claras, que nuestra casa de Burgos es un hogar caliente. Pero como bien decimos, los hombres proponen y Dios dispone: Con un gran forcejeo interior, en decisión libre y personal, me ausenté de casa ese día para asistir al funeral de una persona muy querida por mí. Motivó esta prioridad el evangelio de este domingo: 'El que pierda algo de sí mismo por alguien, no pierde, gana'.
Así que la fiesta de bodas queda aplazada. Lo cual no quitará brillo al festejo. Viviremos la fiesta con preparación remota y, así, será más fiesta. No sobrepasará, seguro, los límites de una fervorosa mesa de eucaristía, una bien cuidada y mejor compartida mesa de refectorio, con más de una 'décima' en los brindis. Lo mío, 'dejarme querer'. Por adelantado, mi gratitud sin sombra para con mis hermanos de comunidad.
Finalmente, aprovecho esta ventana para corresponder con cuantos, por vía epistolar, telefónica o internet, han tendido hacia mí sus lazos de amistad.
He compuesto un haz de nombres, lo he precintado con los de Josep M. Abella y Vicente Sanz, y lo he depositado al pie del sagrario.
Al Corazón de María, y al P Fundador encomiendo mi fidelidad.