El encuentro, celebrado en Zaragoza, pidió que el P. Juan Lozano continuara con su labor como sacerdote claretiano asesor
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mensaje para un joven que puede llegar a #SerClaretiano
Hola. ¿Cómo te va?
Si nos conocemos, un saludo personalizado. Y si no, decirte que soy un seguidor de Jesús, y desde hace unos años misionero claretiano, que hoy se ha levantado con ganas de escribir algo personal.
En estos días que celebramos la fiesta del P. Claret, me ha dado por recordar. Recordar cuando, cumplidos ya los 18, andaba yo dándole vueltas a esa Palabra que dice: “pedid, y se os dará; buscad y hallaréis”. Y en ese contexto, alguien me invitó a plantearme mi vocación. Y en ese camino, en el silencio de una noche de diciembre, en un rincón de una capilla de Contrueces, Dios me tocó el corazón y me hizo comenzar a intuir que quería contar conmigo para continuar una historia. Una historia que en mi está teniendo mucho de aventura, días de lluvia y días de sol, un montón de buena gente y grandes dosis de confianza, a veces muy a contracorriente. Algo así como lo que debió vivir María después de decirle al Señor: “Hágase en mi según tu Palabra”.
No sé si nos tienes idealizados, pensando en los claretianos como superhombres, inmunes a todo. O si, más bien, al conocernos de cerca, has llegado a pensar que somos demasiado normales, sin llegar a creernos del todo aquello que anunciamos. Lo primero no es verdad; y lo segundo, no es lo definitivo de nuestra vida. En realidad somos un grupo de hombres que, tocados por el amor de Dios en algún momento de nuestra vida, vamos haciendo camino de Evangelio con nuestras luces y nuestras sombras, procurando llevar a otros esa Buena Noticia de la mejor manera posible. Que aunque cada uno tengamos nuestro nombre de bautismo, compartimos un nuevo nombre: “Hijos del Corazón de María” –en latín “Cordis Mariae Filius-CMF”, las tras letras que añadimos en nuestra firma y que reflejan lo que el P. Claret quiso de nosotros. Que aunque mantengamos una relación estrecha con nuestra familia de origen, formamos una nueva familia: una Congregación de Misioneros que, repartida por todo el mundo, vivimos de manera concreta en nuestra comunidad. Y que en esta llamada se nos ha regalado un nuevo camino: ser discípulos misioneros, junto a otros, procurando “encender a todo el mundo en el fuego del amor de Dios”, como dijo nuestro Fundador. Niños y mayores, cercanos y lejanos, satisfechos y empobrecidos… Dios tiene algo bueno para todos, especialmente para los más pequeños y empequeñecidos.
Y aquí está la aventura, con presente y con futuro. Vivir conectados con ese Dios… todo un desafío en este mundo tan conectado a todo y, a veces, tan desconectado de lo esencial, que también nos afecta. Vivir en esa comunidad, día a día: orar juntos, comer juntos, planear juntos, compartir nuestros bienes… todo un regalo y, a la vez, toda una tarea, en la que hay tiempo para reír y para llorar, para la discusión y para el encuentro, para la preocupación y para la esperanza. Vivir en ese estado de misión, buscando lo más urgente, oportuno y eficaz para llevar a otros al Dios del Reino y al Reino de Dios. Una aventura para la que hacen falta manos y corazones dispuestos y preparados… como lo estuvo María.
Si has llegado hasta aquí, no sé si estas letras te dicen algo. Si así fuera, te invito a que en una capilla, ante el sagrario… o en el silencio de una noche, abras tu corazón y digas estas cinco palabras: “Señor, ¿qué quieres de mí?”. Si ya estás recorriendo un camino vocacional del que estás convencido, adelante con ello, y nos seguimos viendo en el horizonte de la misión compartida, donde todos somos necesarios. Pero si al decir esas cinco palabras saltara en ti como una chispa, e intuyes que el Señor quiere contar también contigo para continuar esta historia, no tengas miedo. Porque Dios, a quien llama, le va dando la capacidad para responderle. Hasta ahora, así lo he ido viviendo en mis circunstancias. También en medio de las tormentas… Como dice San Pablo: “Doy gracias a Cristo Jesús, nuestro Señor, que me hizo capaz, se fio de mí y me confió esta misión” (1 Timoteo 1, 12). ¡Qué grande!
Si tú que lees estos eres una chica, todo este mensaje también vale para ti. Del P. Claret también han surgido varias ramas de mujeres consagradas, como las Misioneras Claretianas y las Hijas de Corazón de María, que compartimos ese mismo espíritu. Y si eres una persona ya mayor, también vale, para que pidas por los que estamos en este camino, y por los que puedan venir.
Por si te ayuda, en www.serclaretiano.org hay varios testimonios de gente normal, que en un momento de su vida, a partir de una chispa, se lanzaron en una aventura… que continúa hoy. Los estamos publicando en el canal de youtube #SerClaretiano, para que si lo encuentras interesante, los puedas compartir.
Nada más de momento. Que tengas una buena celebración del P. Claret y que, al cantar su himno, donde dice “desde tu vida Dios nos señala nuestra tarea, nuestra misión”, recuerdes que en esa historia también hay un sitio para ti, en el camino y la forma que Dios te haya soñado.
Ánimo con todo y hasta cuando quieras. Un abrazo grande en el Corazón de María:
Luis Manuel Suárez CMF @luismanuel_cmf